Si Jannik Sinner fuera nadador chino tal vez ni siquiera podría competir en el Abierto de Estados Unidos que comienza hoy en Nueva York. Pero Sinner, de 23 años, podrá debutar mañana martes porque es tenista, italiano y, además, número del ranking mundial.
“En mi cabeza sé que no hice nada malo”. Sinner afrontó el viernes al periodismo por primera vez desde que saltó su doble caso de doping que se mantuvo en silencio durante cinco meses y que solo se conoció públicamente una semana atrás, cuando fue beneficiado con una absolución lograda en tiempo record, bajo el argumento de que su positivo se debió a una contaminación “accidental”.
El tenista negó privilegios que denunciaron varios de sus propios colegas. Desde la ironía del español Roberto Carballés, 54 del mundo (“diferentes reglas para diferentes jugadores”) a la dureza del australiano Nick Kyrgios: “deberías estar suspendido dos años”. Cuando un usuario preguntó a Kyrgios si realmente no creía la teoría del “accidente”, el australiano respondió: “¿De verdad creés que el esteroide anabólico que le detectaron en dos controles fue porque el fisioterapeuta le puso crema en un corte? Vamos papá”.
Los abogados de Sinner argumentaron que el doble positivo se debió a que el fisioterapeuta Giacomo Naldi le dio masajes después de haberse tratado un corte en un dedo con un aerosol de venta libre (Trofodermin) que contiene clostebol (esterode anabólico considerado doping en el deporte). Y que el aerosol fue suministrado a Naldi por Umberto Ferrara, preparador físico de Sinner. Ambos ya fueron despedidos por el tenista.
En 2022, la británica Tara Moore demoró un año y medio hasta que fue exonerada de un caso positivo de esteroides anabólicos (boldenona y nandrolona) cuyo origen atribuyó a una carne contaminada. “¿Por qué no me trataron con la misma confianza y respeto que a un jugador de mayor rango? ¿Por qué tenemos que gastar tanto dinero en defensa?”, se preguntó Moore.
Sinner, dijo también Moore, fue defendido por la abogada Kendra Potts, del buffet Onside Law, con sede en Londres. Es la misma abogada y buffet, siguió Moore, que la acusaron a ella de su doping en representación de la Agencia Internacional de Integridad del Tenis (ITIA), la entidad que juzga a los tenistas. “Flagrante conflicto de intereses”, dijeron algunos medios. Otros recordaron que la ATP (la FIFA del tenis) tiene presidente y CEO italianos (Andrea Gaudenzi y Massimo Calvelli). Y otros fueron aún más escépticos: el portal Honest Sport citó que casi cuarenta atletas italianos dieron positivo en los últimos años de clostebol, el mismo anabólico detectado a Sinner y que años atrás era una moda en el doping de la vieja Alemania del Este.
La patinadora española Laura Barquero, que se entrena en Italia, fue suspendida por cuatro años, que fueron rebajados a uno porque se aceptó que su positivo de clostebol pudo deberse al Trofodermin, la misma pomada de Sinner. También dio positivo de clostebol este año el tenista italiano Marco Bortolotti, 355 del mundo, y fue absuelto en ocho días, un caso que Sinner podría citar para negar privilegios. “Los que critican a Sinner son envidiosos. Clostebol no te dopa”, dijo Bortolotti, que igualmente no podrá jugar en el dobles del US Open porque Estados Unidos le negó la visa alegando que hace unos años jugó al tenis en Irán (país de relación otra vez tensa con Washington).
Estados Unidos, justamente, es el otro punto de este caso. Superpolicía global, Estados Unidos, sabemos todos, usa el famoso “excepcionalismo americano” para aplicar sus propias leyes en el mundo, deporte incluído. Se vio en los últimos Juegos de París con el enfrentamiento entre el Comité Olímpico Internacional (COI) y la Agencia Antidoping de Estados Unidos (USADA).
Esta última acusó a la primera de encubrir y no sancionar un doping masivo de nadadores chinos. Y el COI (que creyó el alegato chino de carne contaminada) contragolpeó denunciando a USADA de haber violado reglamentos deportivos y usar tácticas del FBI. Lo acusa de haber pactado con nadadores de Estados Unidos que habían dado positivo: silenciaremos sus casos, pero, a cambio, deben delatar a sus colegas tramposos.
Sinner tiene más suerte. No nada y no es chino. Sufrió apenas una suspensión de cuatro días en abril, silenciosa, de la que nadie se había siquiera enterado. Fue obligado a devolver 325.000 dólares (ya ganó más de 22 millones solo en premios) y sufrió también quita de 400 puntos de un ranking que lo mantiene como número uno del mundo. Mañana debutará en el US Open.