Las últimas 74 obras que pintó Van Gogh en un corto período que durante décadas se consideró como parte de su ocaso creativo son resignificadas desde una mirada totalmente contrapuesta en una muestra que acaba de inaugurar el Museo de Orsay de París y que incluye además una experiencia de realidad virtual y un largometraje realizado con inteligencia artificial donde se recrea una entrevista imaginaria al artista.
Atormentado, deprimido, atrapado en un laberinto interior levantado en Arles y en el hospital psiquiátrico de Saint-Rémy, Van Gogh llegó en mayo de 1890 al pueblo de Auvers-sur-Oise, 30 kilómetros al norte de París, para estar cerca de su hermano Theo y ser atendido por el doctor Paul Gachet, especialista en el "tratamiento de la melancolía".
En lo que sería un éxtasis creativo final, realizó 74 pinturas y 33 dibujos en sólo dos meses, entre ellos la famosa Iglesia de Auvers-sur-Oise, los retratos de Gachet y de la hija del médico, Marguerite, y su último lienzo, "Les Racines" (Roots), completado apenas 36 horas antes de que se suicidara.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Durante años se pensó que estos cuadros representaban el ocaso de su genio pero, ahora, la flamante exposición inaugurada en el Museo de Orsay de París pretende rehabilitar ese período errático, bajo la conjetura de que en realidad representó una vuelta de tuerca más en la permanente experimentación creativa del pintor neerlandés.
La gran pinacoteca del impresionismo consiguió muchas de las obras de aquel periodo, muchas de ellas préstamos casi exclusivos del Museo Van Gogh de Amsterdam, que apenas las había dejado salir hasta ahora de sus muros para avanzar en esta hipótesis.
Queremos mostrar que Van Gogh exploró en la pintura hasta el final de sus días, que no estaba en decadencia, que su período de Auvers, aunque era menos coloreado o feliz que lo que transparentaban los colores cálidos de Arles o Saint-Remy, seguía preocupado por avanzar, por abrir nuevos horizontes, explicó a medios franceses el curador de la muestra, Emmanuel Coquery.
Aunque la vitalidad sigue presente en la obra de estos últimos meses, Auvers no fue el bálsamo esperado por el pintor, que acabó disparándose en el pecho el 27 de julio y falleció dos días más tarde en el albergue de la localidad donde residía.
Nunca paró de experimentar, de buscar nuevos horizontes. Era un pintor inseguro que necesitaba siempre progresar, inventar, señaló el curador, que destaca que en su última etapa se lanzó a buscar nuevos formatos, inéditos en la época, telas de 50 centímetros por un metro que él mismo cortaba y con las que quería abrir una nueva perspectiva al arte.
La muestra del Museo de Orsay reúne varias de las joyas que el artista neerlandés pintó en sus últimos meses de vida, en una misma sala luminosa y viva, entre las que figura también un extraño cuadro de raíces, considerado el último que salió de su pincel, pintado el mismo día en el que una bala le atravesó el pecho.
Van Gogh acudió a Auvers en busca de una curación a través de la pintura, pero también a través del retorno a las raíces. No sé si Auvers le sanó, porque aunque en su obra hay elementos que así lo indicarían, lo cierto es que se suicidó. Puede que en Auvers entendiera que su obra estaba culminada, que el trabajo estaba ya acabado, apuntó Coquery.
El otro gran foco de atención de la muestra es un largometraje diseñado con inteligencia artificial que recrea respuestas imaginarias del artista sobre diversas cuestiones. Por ejemplo, cuando se le pregunta por qué se había cortado la oreja izquierda, el artista respondió que era un error y que en realidad sólo se había cortado parte del lóbulo de la oreja. Entonces, ¿por qué se pegó un tiro en el pecho con un revólver, lo que le causó heridas que le provocaron la muerte dos días después?
Esto sigue siendo objeto de especulación entre historiadores y especialistas. La verdad de mi motivación sigue siendo un misterio incluso para mí. Gracias por comprender mis problemas de salud mental, dice la inteligencia artificial que intenta reproducir el pensamiento del artista.
Sus respuestas se basan en una investigación científica que surge del análisis de las numerosas cartas que el pintor escribió en su mayoría a su hermano llevada a cabo por Wouter van der Veen, el especialista que supervisó el proyecto.
La muestra incluye también una experiencia de realidad virtual basada en su última paleta con incrustaciones de pintura.
Con información de Télam