(Por Dolores Pruneda Paz). En la novela "El silbido del arquero" Irene Vallejo reversiona el mito clásico con que Virgilio funda Roma a pedido del emperador Augusto en el siglo I a. C partiendo de un estereotipo casi ausente en la literatura, el del varón cuidador, para reflexionar "sobre el problema del desahucio -dice a Télam la escritora española-: qué pasa con los cuidados de los adultos mayores, los niños y los enfermos, cómo tenemos organizada la sociedad para que eso sea siempre a costa de tu esfuerzo personal, tus oportunidades, tu trabajo, tus jornadas reducidas y tu futura jubilación".
Vallejo (Zaragoza, 1979) llegó a la Argentina invitada a participar de la 47 Feria del Libro de Buenos Aires. Lo hizo ya convertida en fenómeno editorial por el éxito de su ensayo "El infinito en un junco", publicado en 2020 en España pero lanzado en 2021 acá por Penguin Random House, el mismo sello que ahora publica "El silbido del arquero", libro que, publicado en 2015 en Europa, puede leerse como una precuela sobre aquella reflexión en torno al cuidado que significó aquel best seller.
Doctorada en Filosofía Clásica, Vallejo entreteje en sus textos la actualidad con los mitos grecolatinos; columnista en diarios como El país de España tiene en su obra de ficción títulos como "La luz sepultada" o el infantil "La leyenda de las mareas mansas"; además de antologías como "Alguien habló de nosotros", "El futuro recordado" y "Un manifiesto por la lectura".
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
"El silbido del arquero" se construyó buscando en "La Eneida", de Virgilio, "un reflejo de nuestro mundo, de cómo se fueron construyendo todas estas conexiones y corrientes de poder que hoy todavía siguen vivas -asegura la autora-. Hay que tener en cuenta que Augusto fue uno de los personajes históricos que mejor entendió la importancia de la propaganda en el mundo Antiguo".
Es anterior a "El Infinito " y ya estaba trabajando sobre cuidado, advierte, "porque antes de cuidar a mi hijo tuve que cuidar a mi padre, me he pasado más de una década dedicándome a los cuidados y renunciando a muchas oportunidades profesionales".
Vallejo tiene un hijo de nueve años con "una enfermedad rara", poco conocida, "el diagnóstico fue muy claro desde el principio pero los niños con ese problema morían hasta hace muy pocos años antes del nacimiento de mi hijo, así que no hay historiales ni precedentes, no sabemos muy bien cuál es la situación porque mi hijo es de las primeras generaciones de niños que sobreviven", explica.
En esos años difíciles, los años del hospital fue cuando escribió "El infinito ", "El silbido.." lo precede. Si uno surgió ante la demanda de cuidado del hijo, este otro fue ante la demanda de cuidado del padre: "Escribía solamente buscando esa recompensa inmediata de adentrarme en un mundo que yo tenía que inventar y sostener con mi concentración e imaginación y de esa manera me evadía de la ansiedad. Los médicos eran muy pesimistas y pensé que el niño podría ser un gran dependiente, tenía mucho miedo por él y por el futuro, en lo que se convertirían nuestras vidas, era como negarme a que la enfermedad tomara posesión de toda mi vida y de cada una de las horas de mis días, una manera de de reencontrarme con lo que era yo antes del nacimiento de mi hijo".
"'El infinito en un junco', en el fondo, es una reflexión sobre los libros que han sido mi bote salvavidas a lo largo de la vida y sobre las personas anónimas que han salvado los libros del naufragio a lo largo de los siglos -dice-. Son dos dimensiones del cuidado, salvamos los libros para que los libros nos salven a nosotros" y sobre ese cuidado trata, precisamente, "El silbido del arquero".
-Télam: Sería una parte colectiva de la literatura interesante de vislumbrar en tiempos de cancelaciones y lecturas hipersensibles, que sería cómo llegan, subsisten y persisten los libros, una cuestión también vinculada al cuidado.
-Irene Vallejo: Hay toda una multitud detrás de cada uno de nuestros trazos, detrás de nuestros movimientos al teclear, sin la que habrían sido imposibles, particularmente para las escritoras, todas las conquistas y luchas que hay detrás de la posibilidad real de sentarte y escribir con la expectativa de publicar y convertir eso en un oficio.
-T: Y si en algún momento esas escritoras sí se sentaban a escribir y publicar, las decimonónicas por ejemplo, estaba el segundo escollo: eran borradas del canon literario.
-I.V: El tema de mi tesis fue la génesis del canon literario en la antigüedad, cómo se construyó por primera vez ese concepto, los estereotipos y puntos ciegos que a lo largo del tiempo han sido tan difíciles de transformar.
-T: En esos inicios está la semilla patriarcal.
-I.V: Y con él las exclusiones genéricas: durante muchísimo tiempo la literatura infantil no existió en el canon literario; o el curioso proceso por el que la historia desaparece del canon como género literario, tal como se lo entendía en la Antigüedad, en nombre de una supuesta objetividad y de que sólo estás registrando acontecimientos, que sólo es ciencia; una falacia que deja fuera la idea de que hay un momento que organiza y elabora el discurso, un momento que nace de una creatividad y de una interpretación, de la presencia de un autor que configura y que se convierte en el narrador autorizado de una historia colectiva.
-T: Esta percepción se traduce de alguna manera en la estructura de tu novela, que podría definirse como una reversión de La Eneida de Virgilio puesta en contexto dentro de la misma trama.
-I.V: Yo me siento mucho más cercana de la concepción antigua, según la cual un historiador es un narrador, un creador 'a cara descubierta'. De esa manera se abre a la sospecha legítima como escritor. La objetividad es una ficción y es bueno reconocerla como tal, es conceptualmente imposible ser objetivos cuando somos sujetos, otra cuestión es que no seamos conscientes de esas ideas, de esos argumentos o de esos condicionantes. En las listas de los mejores libros nunca hay libros de divulgación científica, como si la ciencia no tuviera conexión con la literatura. Y el reportaje literario también ha tenido que luchar para ser reconocido como literatura.
-T: ¿Y por qué elegiste trabajar sobre la Eneida? Occidente recicló, conservó y resignifica cíclicamente la Odisea de Homero pero no así a Virgilio, nos referimos a nuestras odiseas diarias, de la manera más común y cotidiana, pero nunca hablamos de haber tenido que atravesar una eneida en este mundo moderno.
-I.V: Me interesó porque elevar a héroe al vencido es muy contraintuitivo, generalmente consideramos heroico al vencedor. Hay que tener en cuenta que Eneas hace algo que está mal visto según el código épico: huye de su ciudad en el momento en que está siendo saqueada y no decide morir heroicamente en defensa de sus últimos restos humeantes, sino que elige limitar los daños, salvar lo que se pueda salvar.
-T: La figura del varón cuidador no está muy presente en la literatura.
-I.V: Esa imagen arquetípica de Eneas abandonando Troya con su padre a sus hombros y el niño de la mano está prácticamente ausente en la literatura. Es una representación habitualmente vinculada a la experiencia femenina esa de encontrarse atrapada entre niños que todavía necesitan cuidados y ancianos que ya empiezan a reclamarlos, eso de estar como aplastada entre el peso de esas dos generaciones que te demandan, pero aquí aparece en la peripecia de un héroe masculino. Es muy audaz su decisión, es la primera historia de amor que yo conozco, la de Dido y Eneas, donde realmente se cambian los roles tradicionales: la mujer es poderosa y el varón está desvalido.
-T: Virgilio está construyendo una nación en el lenguaje a pedido del emperador, le está poniendo letra a esa voz del poder mientras se está peleando con esa voz del poder y esa tensión aparece en las páginas.
-I.V: Virgilio está siendo chantajeado hasta cierto punto por el emperador Augusto, a raíz del desahucio de su familia, ése es el motivo por el que los personajes de la historia hablan en primera persona, pero Virgilio está contado en tercera: porque no tiene voz propia, está poniéndola al servicio del poder, él mismo está siendo narrado, él mismo forma parte de esa operación. Está totalmente desbordado por un proyecto con el que no se siente cómodo, no es alguien que ideológicamente aprecie la épica, al contrario, es un poeta intimista, del campo, de la paz y sobre todo epicúreo que tiene que adoptar como nueva ideología el estoicismo.
-T: Y toma un riesgo con la operación de fundar la épica y de una nación inventando un héroe que puede ser denostado por la opinión pública o cuyas acciones van contra el sentido común y el imaginario epocal. Y eso se vislumbra en "El silbido del arquero", que parece superar la intención de reversionar La Eneida, para alcanzar en su reflexión el contexto de época.
-I.V: Está también toda la trama referida a Virgilio, que es una reflexión sobre la forma en la que utilizamos las ficciones y los mitos con resonancias políticas, sobre cómo la propaganda política se nutre de los mitos. No son sólo historias inocentes, los mitos forman parte del mundo contemporáneo y están constantemente presentes en todos los discursos de la política. Es importante hacernos conscientes de esa presencia y manipulación permanente del mito histórico: a quién se encomienda y que función cumple esa narración de historias, esa configuración de un discurso al servicio de un presente que se pretende dominar.
Con información de Télam