Humor ácido y tiempo fragmentario, mecanismos de la novela de Ana Negri para crear distancia

09 de junio, 2022 | 18.53

El principal mecanismo que utiliza Ana Negri en su novela para generar distancia con los hechos que narra, que la tocan tan de cerca como hija de exiliados, es esquivar la primera persona. Pero también recurre a un humor mordaz y a un tiempo fragmentario que se detiene antes o después del dolor, de la violencia y sugiere mucho más de lo que dice.

-T.: Contaste que el germen de esta novela son unos cuadernos en los que hacés anotaciones personales. ¿Cómo fue eso?

-A.N.: Sí. No los llamaría diarios porque no soy tan disciplinada para hacer entradas y, a veces, ni siquiera pongo las fechas. Pero los llevo siempre conmigo y hago anotaciones. A veces hasta hago cuentas. Son una especie de alter ego que registra mi interior. Y ahí me di cuenta de que todo esto era un tema para mí y lo empecé a trabajar.

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-T.: Hay mucho de autobiográfico, pero elegiste contarlo en tercera persona y transformarlo en la vida de Clara, para "desencorsetarte" de la tiranía del "yo", ¿por qué?

-A.N.: Necesitaba un poco de distancia. No podía pretender contar mi vida. Pensé que tenía que buscar otra manera de poder decir las cosas que me importaban, que me interesaban: el lenguaje, el exilio. Desde mi propia experiencia se me iban de las manos, no podía volver a escribirlos. Necesitaba la libertad que me dio la tercera persona para "intervenir" las cosas, para modificarlas, para exagerarlas.

-T.: Elegir transitar los ecos de la dictadura e incluso el deterioro de la mamá de Clara con cierto humor y un tiempo fragmentario, que va y vuelve…

-A.N.: Sí, son cosas que me divirtieron. La protagonista mantiene el humor. Pensé que si la historia estaba tan cargada necesitaba un balance, una especie de válvula. Algo que me permita buscar por otro lado, tomar un respiro, aunque sea a partir de cierto humor ácido.

Respecto de la fragmentación, en principio pensé en que fuese lineal, pero después de muchos ensayos y pruebas, entendí que el relato tenía que estar interrumpido, intervenido por el presente, tener blancos para darle respiro al lector. Para crear silencios.

Con información de Télam