La NASA está trabajando en una ambiciosa misión para llevar a la estratosfera un globo del tamaño de una cancha de fútbol. De esta forma, pretende elevar hasta la segunda capa de la atmósfera un telescopio de 2,5 metros para observar el cosmos en longitudes de onda que no son visibles desde la superficie terrestre.
ASTHROS, abreviatura de telescopio estratosférico de astrofísica para observaciones de alta resolución espectral en longitudes de onda submilimétricas, partirá de la Antártida en diciembre de 2023, si todo va según lo previsto por el laboratorio de propulsión a reacción de la NASA, y pasará unas tres semanas a la deriva entre las corrientes de aire que cubren el continente helado del sur, según explica la agencia espacial estadounidense en un comunicado.
A su paso, podría desbloquear varios hitos de la astrofísica, empezando por una medición precisa del movimiento y la velocidad del gas alrededor de las estrellas recién formadas alrededor de la Vía Láctea. También detectará la presencia de algunos tipos específicos de iones de nitrógeno (átomos que han perdido algunos electrones) con la idea de localizar los llamados vientos estelares procedentes de estrellas masivas y explosiones de supernovas.
En otras palabras, ASTHROS realizará los primeros mapas en tres dimensiones de la densidad, velocidad y movimiento del gas en las regiones del espacio donde se forman las estrellas. Al conseguir esta información, los científicos esperan obtener datos suficientes para entender cómo los astros recién nacidos influyen en su entorno y refinar las simulaciones por ordenador sobre la evolución de las galaxias.
"La retroalimentación estelar es el principal regulador de la formación de estrellas a lo largo de la historia del universo", explica el científico de la NASA Jorge Pineda, investigador principal del proyecto ASTHROS. "Las simulaciones por ordenador de la evolución de las galaxias aún no pueden replicar la realidad que vemos en el cosmos. El mapeo de nitrógeno que haremos con ASTHROS nunca se ha hecho antes, y será emocionante ver cómo esa información ayuda a hacer modelos más precisos".
¿Una tecnología anticuada?
Para cumplir con su objetivo, ASHTROS necesitará viajar en un gigantesco globo inflado con helio que tendrá aproximadamente 150 metros de ancho. Un estante atado al aparato transportará el telescopio —una antena parabólica de 2,5 metros—, así como una serie de espejos, lentes y detectores diseñados para capturar luz infrarroja a gran distancia. Durante el vuelo, los científicos podrán controlar a distancia la dirección a la que apunta el telescopio y descargar los datos en tiempo real utilizando enlaces satelitales.
El equipo espera que el globo complete dos o tres vueltas alrededor del Polo Sur en un período de entre 21 y 28 días. "Lanzaremos ASTHROS al borde del espacio desde la parte más remota y dura de nuestro planeta", recuerda el director del proyecto, José Siles. "Si te paras a pensarlo, es todo un desafío". Una vez concluida su misión, los expertos darán la orden de que el globo se desprenda del telescopio, que volverá a la Tierra con la ayuda de un paracaídas.
Si bien el uso de globos puede parecer una tecnología anticuada, aún no tiene rival. La NASA lanza unas 10 o 15 misiones al año a lo largo y ancho del planeta con fines tecnológicos y divulgativos. Este tipo de proyectos no sólo tiene costes más bajos que las misiones espaciales, sino que además requiere menos tiempo de planificación. Ello provoca que en muchas ocasiones se utilicen los globos como campos de prueba de innovaciones científicas que más adelante viajan al espacio.
"Las misiones en globo como ASTHROS son de mayor riesgo que las misiones espaciales, pero producen grandes recompensas a un precio modesto", afirma Siles. "Con ASTHROS, nuestro objetivo es hacer observaciones astrofísicas que nunca antes se han intentado. La misión allanará el camino para futuras misiones espaciales al probar nuevas tecnologías y proporcionar capacidad a la próxima generación de ingenieros y científicos".