El miércoles 11 de octubre cerca de las 6 de la mañana, la Cámara de Diputados convirtió en Ley el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030. La norma, que obtuvo 156 votos afirmativos y fue impulsada por el oficialismo, no contó con el apoyo de los legisladores de La Libertad Avanza y un sector de Juntos por el Cambio. El texto establece el conjunto de políticas para el sector por los próximos diez años. Además, engloba una serie de desafíos a nivel nacional y también en las distintas provincias, y las estrategias de investigación, desarrollo e innovación para llevarlos a cabo.
“Venimos peleando esto desde hace mucho tiempo, así que para nosotros fue un punto de llegada importante. Me parece que es un hito contar con un Plan Nacional de Ciencia y Tecnología, porque tener una Ley supone que no importa quién gobierna en la Argentina, debería adoptar este Plan”, resalta Diego Hurtado, secretario de Planeamiento y Políticas del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.
El Plan no solo fue elaborado por la cartera de CyT, sino que fue un proceso de dos años que, a través de más de 50 reuniones, se discutió en las provincias, las universidades, las instituciones científicas, los sindicatos, las organizaciones de la economía popular, las pequeñas y medianas empresas, y los organismos como la CGT y las dos CTA.
Ciencia para qué
Siempre se dice que falta una visión integral y un acuerdo mínimo en algunas políticas públicas para que se sostengan sin importar quien gobierne. Aunque en principio parece difícil porque el proyecto de país que impulsan amarillos y violetas cuestiona la labor de los científicos y el rol que le cabe a la ciencia y la tecnología en Argentina, la Ley apunta a revertir esa tendencia y establece lineamientos claros de CyT vinculados a la producción y el trabajo.
“El Plan habla de ciencia, tecnología, trabajo y producción. Argentina vuelve a tener una agenda de mediano y largo plazo para acompañar un proyecto de país democrático. Lo que se disputa hoy en el país es un modelo financiero, especulativo y primarizador, versus una Argentina que apuesta a la producción y al trabajo digno, algo que demanda conocimiento científico y tecnológico”, sostiene Hurtado.
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En este sentido, los desafíos que impulsa el plan son: erradicar la pobreza y reducir la desigualdad y la vulnerabilidad socioambiental; impulsar la bioeconomía y la biotecnología para incrementar la producción sostenible y alcanzar la soberanía alimentaria; contribuir al diseño de políticas para fortalecer la democracia y ampliar los derechos ciudadanos; construir una educación inclusiva y de calidad para el desarrollo nacional; y lograr una salud accesible, equitativa y de calidad.
Además, la Ley apunta a desarrollar los sectores aeronáutico, espacial, de las telecomunicaciones y de la industria para la defensa; fortalecer la investigación marítima, la soberanía y el uso sostenible de los bienes del Mar Argentino; promover la industria informática y de las tecnologías de la información para la innovación productiva y la transformación digital; potenciar la transición al desarrollo sostenible; y consolidar un sendero para la transición energética.
Local y federal
Los objetivos generales del Plan están pensados para llevarse adelante en todo el país, y en paralelo tiene en cuenta las particularidades y las potencialidades de cada provincia y cada región (Patagonia, Centro, Cuyo, Noroeste Argentino, Noreste Argentino, CABA y Buenos Aires).
“Uno de los logros de este Plan es que cada provincia pudo definir las agendas de producción de conocimiento para acompañar los planes de desarrollo provincial”, subraya el secretario de Planeamiento. Aunque existen áreas del país con economías diversificadas e infraestructuras que le permiten crecer, hay otros lugares que no tienen los recursos para mejorar la situación de precariedad en la que se encuentran. Por eso, el documento convertido en Ley resalta que “los territorios subnacionales necesitan desarrollar sus respectivas habilidades y ventajas competitivas dinámicas, para especializarse en áreas o sectores que tengan posibilidades de inserción nacional, regional y/o internacional”.
Bajo esta premisa, las metas pasan por impulsar un cambio en la matriz productiva, agregar valor en los bienes industriales y servicios a través del desarrollo tecnológico y la innovación, generar empleo, garantizar el derecho a la salud, la educación, el trabajo, la seguridad y el ambiente, y alcanzar una mayor soberanía científica y tecnológica para decidir con autonomía en todas las áreas estratégicas del país.
Con información de la Agencia de Noticias Científicas