VIH: el grupo que más crece es el de hombres jóvenes que tienen sexo con hombres

Advierten que se relajaron los cuidados por la existencia de un tratamiento altamente efectivo para controlar el virus; la influencia del fenómeno del “chemsex”

11 de septiembre, 2022 | 00.05

La pandemia de VIH/sida debería estar controlada. Es lo que podría concluirse si se tiene en cuenta que, a cuatro décadas de la identificación del virus, la ciencia hizo posible un arsenal de fármacos para mantener a raya la infección y evitar la transmisión. Y más aún si se suma a estos recursos otro tan importante como la estrategia de testeo, seguimiento y tratamiento de efectividad probada como para acabar con esta patología que en la Argentina afecta a unas 140.000 personas, de las cuales alrededor de uno en cada cinco no lo sabe y uno de cada tres es detectado cuando ya está avanzada.

¿Entonces, qué falla?

El infectólogo argentino Omar Sued, asesor regional de la OPS para América latina y el Caribe, menciona ciertas características del funcionamiento del sistema de salud: “¿Cuántas ONG de hombres homosexuales tienen acceso a las pruebas rápidas para distribuirlas entre su población? –se pregunta– ¿Cuántas disponen de tratamientos ‘preexposición’ (PrEP)? ¿Cuántas están Involucradas en campañas de concientización sobre reducción de riesgo? ¿A cuántos usuarios de drogas les ofrecen alguna medida de profilaxis cuando se internan? Estamos ‘desenfocados’ en lo que hace a implementar estas innovaciones. Hay que esforzarse más para que la comunidad se organice para hacer testeo y que se vincule con programas de prevención”.  

(Ministerio de Salud de la Nación)

Pero si una parte de los obstáculos tiene que ver con este cambio copernicano en el funcionamiento de los servicios de salud, otra responde a un efecto adverso del propio éxito de las terapias. Lo sugiere un dato que observan los especialistas: el grupo que más está creciendo en incidencia en los últimos años es el de los hombres jóvenes (que rondan los 30 o menos) que tienen sexo con hombres. “Ocurre no solamente en la Argentina, sino en toda la región –destaca Sued–. Ninguno de estos chicos conoció a alguien que haya muerto de VIH. Ninguno está en contacto con esa historia. Ninguno tuvo miedo de esta enfermedad. Antes del VIH nadie usaba preservativo; durante los últimos 20 o 30 años cambió la sexualidad, se está recuperando un concepto de mayor disfrute y probablemente no cuenten con la información”.

“En la práctica asistencial uno ve que es un grupo en el que está impactando el VIH –confirma Leda Guzzi, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología y de la International AIDS Society–. Creo que se está subestimando el riesgo porque se trata de una infección que se volvió crónica, con la que se puede convivir muy bien, que tiene medicaciones muy eficientes, y que con un adecuado tratamiento y seguimiento no afecta la calidad de vida”.

(Ministerio de Salud de la Nación)

El infectólogo y especialista en VIH/sida José Barletta coincide: “Tal vez no haya un aumento en números absolutos, pero sí en proporción. Es decir, en jóvenes varones cis (que se perciben varones) la proporción de quienes se infectan por relaciones con otros varones cis es cada vez más alta. En CABA, la proporción de nuevos diagnósticos que corresponde a hombres que tienen sexo con hombres viene aumentando hace años”.  Pero aclara: “Creo que si logramos expandir el acceso a la PrEP (tratamiento “pre exposición” para grupos o individuos de riesgo) eso cambiará. En países con disponibilidad amplia de esta estrategia ya se produjo este cambio y ahora la mayoría de los nuevos casos son por transmisión heterosexual”.

De acuerdo con una encuesta realizada entre menores de 25, el 37% nunca se había realizado el test de VIH y solo el 32% utilizaba siempre el preservativo. Números del último boletín epidemiológico para VIH/sida y sífilis del Ministerio de Salud de la Nación (de 2021) indican que el 30% de los diagnósticos se realizó de forma tardía.

(Ministerio de Salud de la Nación)

Para Barletta, la dinámica de la epidemia se podría pensar como dos fenómenos en paralelo: “En hombres heterosexuales mayores (y en menor medida en mujeres, porque se las testea en el embarazo, aunque también ocurre ) se concentran la mayoría de los diagnósticos tardíos. Nadie piensa que estén en riesgo, no se les ofrece el test y entonces se identifican tarde... La ‘otra epidemia’ que ocurre en paralelo es la que concentra una alta proporción de los casos nuevos, que son los hombres jóvenes que tienen sexo con hombres. También hay una tendencia cada vez mayor a detectar nuevos casos en individuos de mayor nivel educativo (el ‘prototipo’ de varón cis, gay, joven, de zona urbana con estudios universitarios), que son los que menos se mueren porque no se diagnostican tarde, pero en los que se registra alta incidencia”.

Así, la epidemia se concentra en los extremos, los varones gays más jóvenes y la población de más de 40. En ambos grupos estaría influyendo una baja percepción del riesgo. En los primeros, por desconocimiento, y en los últimos, porque disminuye la posibilidad de embarazo, pero la vida sexual se prolongó y en muchos casos se sigue pensando en el preservativo como método de prevención del embarazo y no de las infecciones de transmisión sexual.  

Chemsex

Otro motor de nuevas infecciones es una práctica que está empezando a utilizarse en la Argentina, el llamado “chemsex”, que consiste en utilizar drogas psicoactivas durante el acto sexual para prolongarlo durante horas o días y con múltiples parejas. “En ese contexto suele haber muchos contactos en poco tiempo, no se cumple con las medidas preventivas, el uso del preservativo baja muchísimo, y aumenta el tiempo de exposición, lo que aumenta el riesgo”, afirma Guzzi.

“Esta modalidad se vinculó con episodios de transmisión a 10 o 15 personas de hepatitis y otras infecciones de transmisión sexual –agrega Sued–. El problema de esas fiestas es que juntan la ansiedad sexual con estimulantes que dan muchísima resistencia. Son sesiones maratónicas de dos, tres o cuatro días. A veces, muy diferentes de aquello a lo que estamos acostumbrados; por ejemplo, con lesiones que generan sangrado y sin preservativo. Dentro de ese pequeño grupo, se facilita muchísimo la transmisión, también del virus de la viruela símica”.

(Ministerio de Salud de la Nación)

Sin embargo, según el especialista el impacto de este pequeño porcentaje de la población en el escenario global es limitado. “De hecho –agrega–, la mitad de las personas que ejercen ‘chemsex’ son VIH positivos, controlados, indetectables y están tomando la medicación, de modo que no transmiten. Hay algunos usuarios más cuidadosos que incluso exigen alguna prueba de VIH controlado”. 

Según las últimas estimaciones de la OPS, en América latina el número de casos nuevos de infección por VIH registró un incremento del 21% entre 2010 y 2019 (pasó de 100.000 casos anuales a 120.000), pero las muertes de enfermedades relacionadas con el sida disminuyeron el 8% (pasaron de 41.000 a 37.000).

En el país el grupo con mayor crecimiento de la última década es el de los varones de entre 15 y 29 años. Pasaron del 43,3% en el trienio 2008-2010 al 56% en 2014-2016. Las relaciones sexuales sin preservativo son la principal vía de transmisión, con alrededor de un 2% de casos adquiridos por transmisión vertical (madre a hijo) y consumo de drogas inyectables.