“¿Justo ahora te vas a poner a filmar?”, le preguntó la madre de una amiga a Mariano Sylvester cuando él sacó de su camioneta un dron mientras desesperada trataba de apagar el fuego de El Bolsón que ponía en peligro la chacra y casa donde residía. “No, no me voy a poner a filmar. Voy a ver por dónde viene el fuego”, le contestó. Esa mañana el productor audiovisual estaba enfermo, pero no dudó en salir de la cama y ponerse en marcha cuando recibió la llamada urgente. “En ese momento comencé con esta forma de asistencia y me di cuenta de que la información de la distancia del fuego, desde dónde está viniendo y la visual, generaba una información muy valiosa para la gente que estaba actuando en el terreno”.
Hace dos semanas que la vida cotidiana de los habitantes de El Bolsón y otras áreas de la Patagonia cambió rotundamente. La rutina, las actividades de verano, el turismo, y los planes a futuro, todo se vio interrumpido intempestivamente por la voracidad de los incendios que azotan la zona de la Comarca, amenazando con ingresar a la trama mas urbanizada, y el humo que irrumpe sin permiso en los hogares de toda la región. Muchas familias lo perdieron todo; otras debieron abandonar sus casas, autos, charcas, hasta sus animales; y muchas personas decidieron poner su tiempo, energía y cuerpo a disposición del colectivo para conformar brigadas autoconvocadas y colaborar en el trabajo solidario con un único objetivo: parar el fuego y proteger la vida de los vecinos y vecinas.
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Desde ese día, Mariano Sylvester empezó a ir a todos los puntos donde el fuego reiniciaba para aportar imágenes desde las alturas con su dron, ganarle a las columnas de humo y tratar de ofrecerlas al Servicio Nacional, al Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales (SPLIF) y a los grupos de brigadistas autoconvocados. Por su trabajo es la única persona de la zona que tiene un equipo con las características técnicas necesarias para volar con grandes ráfagas de viento y cámaras con zoom para hacer análisis de detalle.
Mariano llegó a El Bolsón en 1996 cuando tenía 4 años y su familia decidió apostar por establecerse en la ciudad. Si bien se dedica a la producción audiovisual y tiene un alojamiento turístico, desde esa tarde del miércoles 29 de enero que no hace otra cosa que atender demandas de las brigadas. “Desde que arrancaron los incendios tengo otra vida, anoche fue el primer día que me acosté a dormir más de 3 horas, y hoy es la primera mañana que me tomo un rato para sentarme en una computadora a ver mis cosas” – describe - hay mucha ayuda entre las personas de la ciudad. Yo trato de ser frio para poder poner mi máxima ayuda mientras pueda invertir tiempo en la causa. Puse muchos recursos personales, mis herramientas de trabajo, mi vehículo, mi ropa, y dediqué 21 horas por día para ayudar en todo lo que pude”.
Su voluntariado frente al combate de incendios fue evolucionando con el correr de los días: “Lo primero que hice fue poner a disposición mi camioneta 4x4, con algunas modificaciones para tener conexión de energía e Internet. El segundo día, al tener situaciones de fuego muy cercano, a pocos metros del vehículo, me di cuenta de que necesitaba también un resguardo de agua. Así que compré un totem de 1200 litros, conseguí una bomba prestada y equipé mi camioneta. Y ya el tercer día estábamos en la zona de focos de confluencia volando el dron, haciendo yo la misma tarea, y con un equipo de voluntarios operando la bomba para poder brindar agua a otros brigadistas”.
“Yo soy productor audiovisual, en mi vida toqué una motobomba ni estuve adentro de un fuego. Lo aprendimos todo en el lapso de 10 días mientras combatíamos los incendios”, señala. Justamente, al no tener experiencia en la materia, para llegar a operar la motobomba, tuvo que pasar una situación límite en una de las jornadas más complejas: “Cuando equipé el vehículo con los tanques con agua y una motobomba, me dan aviso que se estaban reuniendo afuera de una chacra en Loma del Medio para poder coordinar la ayuda. En el camino el fuego nos avanza, unas llamas de 100 metros, que a la distancia ya nos quemaban. Estábamos intentando prender la motobomba con otros tres civiles, ciudadanos comunes, que no tenemos ninguna preparación ni experiencia técnica. Yo en mi vida había tocado una motobomba y no podíamos prenderla porque no teníamos el contacto, ni sabíamos dónde estaba el botón”.
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Luego de esa situación llegaron muchos colaboradores a la zona para sumarse al trabajo de personal de bomberos, del SPLIF, y bomberos voluntarios de otras ciudades que estaban intentando frenar el avance del fuego para que no atraviese la trama más urbanizada. Mariano ofreció realizar paneos para determinar exactamente a qué distancia estaba el fuego y cuántos metros iba avanzando: “De día hice todos esos paneos, pero a la noche el fuego tomó parte de la montaña, creció mucho. Nosotros estábamos tapados de humo y desde una vista terrestre era imposible especular si teníamos fuego a pocos metros. Al escuadrón de bomberos y la cuadrilla se le dio la orden absoluta de replegar y liberar la zona. Pero en ese momento yo le pido al jefe de la cuadrilla que hagamos un vuelo más para ver donde estaba el fuego. Usamos el dron como cámara de seguridad en una vista cenital 100%, 90 grados hacia abajo, y el jefe de bomberos pudo avistar que efectivamente su ruta de escape no estaba todavía comprometida”. Gracias a esa toma aérea e información en el momento justo el jefe de Bomberos dio la orden de volver a armar las mangueras, bajar nuevos camiones, convocar a más refuerzos y mantener la guardia. “Cuando llegó el fuego más grande a la chacra éramos el doble de personas”, rememora.
El uso del dron fue realmente efectivo a través de sus distintas aplicaciones, desde medidas preventivas, la identificación de focos a distancia por la amplitud de vista de 4000 metros, o en formato cámara de seguridad para garantizar que los brigadistas no se quedaran encerrados por las llamas. “Traté de trabajar la mayor cantidad de horas posibles. Iba solo y levantaba gente en cada lugar para que me ayude a operar las motobombas. Pedí que me agreguen a todos los grupos posibles y lo único que hacía era enviar fotos, unos 3 o 4 paneos por día con horario y lugar exactos a bomberos, SPLIF y todas las cuadrillas privadas que tenía contactos”, cuenta.
A través de las redes sociales, el piloto comparte los videos que registra en sus extensas jornadas con el objetivo de que se viralicen, y generar campañas que sirvan para advertir a los vecinos sobre la situación de los focos en zonas más alejadas. “Filmar sirve para visualizar el problema, para que lleguen las donaciones y la ayuda de gente que pone su voluntad desde otros lados e inclusive desde el exterior que están enviando donaciones o dinero – recalca - además le brindé alojamiento a algunos influencers para que siguen estando acá y muestren lo que está pasando”. Paralelamente está apadrinando una colecta para financiar la reconstrucción de dos casas que perdió una amiga cercana: “Estoy coordinando las colectas, donaciones, y la compras de materiales. Para eso puse mis cuentas de banco a disposición”.
Su trabajo con las filmaciones e imágenes se mantuvo constantemente, hasta que, en medio de una de las noches más catastróficas de la semana, su dron se estrelló producto de una mala maniobra, cenizas y un álamo muy grande. “Paradójicamente ese mismo día habíamos evitado una tragedia con nuestros paneos, porque advertimos que había una columna de humo al lado de una casa y no se habían dado cuenta que se estaba por quemar. Entonces acudí a buscar un camión del SPLIF y apagamos el fuego al lado de la casa y pudimos salvarla – describe Sylvester - al haber perdido la herramienta, traté de movilizar para ver si se consigue algún tipo de ayuda para comprar otros. Como soy piloto de dron, estoy intentando tener esa herramienta para poder seguir dando más ayuda en el momento que sea necesaria”.
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“Estuve abocado a tratar de mantener la comunicación y el dron, y no tanto adentro del fuego como el resto de los brigadistas porque la realidad es que no estaba preparado, no tenía vestimenta, no sabía nada. Así que dije ‘zapatero a su zapato’ y me dediqué a proporcionar información útil”. Ya sin su herramienta principal para colaborar, Mariano se sumó al combate cuerpo a cuerpo como lo hicieron muchos ciudadanos comunes para tratar de ayudar a esta causa. No obstante, pensando en la necesidad de reestablecer su colaboración mientras continúen los incendios, está encabezando una colecta y campaña de recaudación para comprar un nuevo dron que cuesta aproximadamente 9 mil dólares.
Mariano destaca la importancia del trabajo conjunto entre el SPLIF, las brigadas ciudadanas y los bomberos voluntarios de otras localidades que se gestó en estas semanas de forma espontánea, aunque advierte que con eso solo no alcanza, que “el problema no se va a satisfacer con la ayuda de los ciudadanos, aunque la fuerza de voluntad de todos sea enorme”. En ese sentido entiende que es necesario exigirle al Estado, en sus distintos niveles, el trabajo en territorio y cuestiona que el gobierno Nacional “debería haber estado en los primeros días con una presencia de búsqueda sobre las personas que estaban prendiendo estos focos”.
A pedido del brigadista dejamos información verificada donde pueden realizar donaciones y aportar para la compra del equipamiento.
Alias: mariano.sylvester
Pay Pal: mariano.sylvester@gmail.com