Desde Ciudad del Cabo, Sudáfrica
Más de la mitad de la población mundial ya vive en ciudades y se anticipa que, para 2050, lo mismo sucederá con dos de cada tres personas. Habrá 10.000 millones y 7 mil millones estarán viviendo en ciudades. Nacerán, se educarán, trabajarán y se divertirán en entornos urbanos. Tendrán mejor acceso a servicios de salud, y más oportunidades de educación y empleo. Pero la vida urbana también expone a sus habitantes a mayores niveles de stress, contaminación, comestibles procesados y accidentes de tránsito. Es innegable que las ciudades juegan un rol fundamental en los determinantes sociales de la salud.
Una de ellas, una perla ubicada en el extremo Sur del continente africano, donde se unen el Océano Atlántico y el Índico, y en la que todavía se expresan las raíces de la dominación, y las ramas y flores de los sueños de libertad, fue sede durante tres días de la segunda cumbre de la Alianza para Ciudades Saludables, una red que integran 73 centros urbanos impulsada por la Organización Filantrópica Bloomberg en colaboración con la Organización Mundial de la Salud y Vital Strategies. La idea que las nuclea es prevenir las patologías no transmisibles que hoy causan el 80% de las muertes, como el cáncer, la diabetes, la enfermedad cardíaca y la enfermedad respiratoria crónica, y los traumas a través de intervenciones basadas en la evidencia (más información en citieshealth.org).
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“Cada dos segundos alguien se enferma y cada dos minutos alguien muere en un accidente de tránsito –dijo Etienne Krug, director del Departamento de Determinantes Sociales de la Salud de la OMS, en la apertura de las sesiones–. Cada vez hay más contaminación del aire, problemas de vivienda… Es una crisis, pero también una oportunidad, porque la prevención funciona y es costo-efectiva. Esta alianza se propone actuar para mejorar la infraestructura, la alimentación, reducir los accidentes de tránsito… En suma, promover la acción local para preservar la salud”.
Para esto, cada ciudad elige una o más de 14 intervenciones recomendadas; desde implementar ambientes libres de humo hasta prohibir la publicidad del tabaco, aumentar los impuestos y el precio de los cigarrillo, gravar las bebidas azucaradas, delinear normas para los alimentos que se expenden en escuelas, hospitales y guardarías, regular la venta de alimentos no saludables, promover el etiquetado, reducir los máximos de velocidad aceptados, aumentar el uso del casco en bicicletas y motos, reducir el consumo de alcohol en conductores, aumentar el uso del cinturón de seguridad, promover la movilidad activa, prevenir las muertes por sobredosis, o mejorar el registro de datos y el monitoreo de políticas públicas.
Entre urbes tan dispares como Lusaka, en Zambia, Bengaluru, en la India, Kathmandu, en Nepal, o Cali, en Colombia, en la cumbre estuvieron representadas dos de la Argentina: Córdoba y Buenos Aires.
“En Córdoba, más de la mitad de los chicos consumen bebidas azucaradas varias veces por día –contó Angel Fiore, director de Calidad Alimentaria de la ciudad mediterránea–. Para modificar ese hábito, lanzamos la campaña ‘Córdoba elige el agua’, que abarca a unas 38 escuelas a las que asisten unos 15000 chicos. Comprende acciones de comunicación, cartelería, charlas con los maestros y cantineros escolares, e instalación de puntos de hidratación para promover el reemplazo de gaseosas y otras bebidas con azúcar”.
Pero además de las enfermedades no transmisibles, las ciudades tienen un papel protagónico en otra de las principales causas de mortalidad y discapacidad: los accidentes de tránsito. CABA integró el grupo que participó del lanzamiento de la Alianza en 2017 e inició varias acciones con la asistencia de esta red. Una de ellas tiene que ver precisamente con la prevención de este flagelo; en especial, en motociclistas. “Estamos muy preocupados por mejorar la educación vial –contó Claudia Guerrero, subsecretaria de Transporte de la Ciudad–. Los accidentes de tránsito están dentro de las 10 primeras causas de muerte en CABA y entre las tres primeras en la franja de 15 a 34 años. Las bicicletas ocupan el primer lugar en lesiones leves, lo que muestra que la velocidad es el primer determinante cuando se habla de mortalidad en el tránsito. Pero luego vienen las motos, y algo singular que observamos es que en la mayoría los choques de hombres jóvenes son contra objetos fijos o caídas, lo que habla de falta de pericia en el manejo”. Para reducirlos, desde este 1º de enero se implementó una norma que hace más exigente el examen para obtener la licencia de conducir. Está arrojando entre un 30 y un 50% de desaprobados.
“Con Buenos Aires empezamos trabajando en control de alcoholemia, porque era uno de los factores que causaba más siniestralidad –explicó la colombiana Melissa Córdoba-Aspirilla, coordinadora de Vital Strategies para las ciudades latinoamericanas de Santiago de Chile, Bogotá, Cali, Medellín, Córdoba y Buenos Aires–. Luego vino la pandemia y nos movimos a otra intervención, que es la velocidad. Así, pudimos constatar que los que más la excedían eran los conductores de transporte público y se decidió desplazar los centros de transbordo de la Ciudad”.
Un informe realizado por el Observatorio de Movilidad y Seguridad Vial durante el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta sobre las muertes registradas en 2022 encontró que ocho de cada 10 víctimas fatales fueron varones (83%) y el 53% tenía entre 25 y 54 años. Casi la mitad de los fallecidos fueron motociclistas (48%), seguidos por peatones (38%). "En suma, más de nueve cada diez personas fallecidas en siniestros viales (93%) fueron usuarios vulnerables: motociclistas, peatones y ciclistas. De los siniestros mortales entre los que circulaban en moto, los más prevalentes fueron las caídas o colisiones con objetos fijos. La mayor concentración se produce los sábados y domingos por la madrugada", se lee en el trabajo.
Según explica Kelly Larson, líder de prevención de accidentes viales de Bloomberg Philanthropies, que ofrece el asesoramiento técnico, no se trata solo de una cuestión normativa, sino también del hecho de que la nueva estructura de las ciudades en general adopta rutas más veloces y no pone en práctica medidas para hacerlas más seguras. “De forma incorrecta, se piensa más en qué tan rápido puede ir una persona de un punto A a un punto B que en la seguridad –destacó–. Los que tienen mayor riesgo son los peatones. También están las motocicletas, un problema creciente en América latina que ya configura una crisis. Es importante que se usen cascos y cinturón de seguridad, y se circule a menor velocidad. Si se reducen los límites de velocidad a unos 30 km/h baja la mortalidad. Y eso puede lograrse con leyes y regulación, pero también por el diseño de las calles y rutas. Tenemos que diseñar calles para personas y no para autos. Ya contamos con modelos respaldados por más de 100 ciudades”.
Siguiendo estos principios, en Accra, Ghana, se lograron descensos del 22% en la mortalidad entre 2021 y 2022, cuenta Larson: “Rediseñaron calles, hicieron campañas contra la velocidad excesiva, reformularon cruces para que fuesen seguros… –subrayó Larson–. La velocidad es responsable de la mitad de las muertes. Si podemos reducirla, veremos un descenso de las fatalidades en el tráfico. Se estima que el máximo debería ser de 30 km/h en la ciudad y 50 km/h en autopistas. Es un tópico muy político: la gente no quiere circular más despacio. En general, se puede empezar por las áreas que circundan escuelas. El financiamiento es el principal desafío, pero se pueden hacer muchas cosas solo con pintar las calles y mejorar las señales de tránsito”.
“Las ciudades tienen sus problemas, pero también ofrecen oportunidades –sintetizó Krug–, porque la gente está muy cerca de los que toman las decisiones y se puede influir en grandes números de personas en poco tiempo. Los determinantes sociales son las causas de las causas de los problemas de salud. Las causas de los problemas de salud actuales, como enfermedades crónicas y accidentes, son el tabaquismo, el excesivo consumo de alcohol, el sedentarismo, la mala alimentación, los accidentes de tránsito... Y las causas de estas causas son las inequidades de ingreso o de género, la pobreza, la discriminación de las poblaciones menos favorecidas. No podemos enfocar nuestra acción solo en tratar enfermedades. Hay que intervenir antes y trabajar en la prevención”.
Krug subraya que la Alianza basa sus acciones en datos y evidencias. “Comenzamos por estudiar cuál es el problema, quiénes son los más afectados y diseñamos programas sobre esta base –explicó–. Después, claro, queremos también validar el impacto de lo que estamos haciendo. Y estamos viendo resultados. Tenemos aquí gente de ciudades como Ho Chi Minh City, en Vietnam, de Brasil, de los Estados Unidos, de Europa… hay gente de todos lados. Y en muchas estamos comenzando a ver resultados. Hemos trabajado, por ejemplo, en escuelas para disminuir la exposición de los estudiantes a las bebidas azucaradas, hemos trabajado sobre seguridad vial para promover la caminata, y utilización de bicicletas y de transporte público seguro. Sí, estamos viendo el inicio de resultados concretos que están salvando vidas. Queremos una sociedad donde el ser humano esté en el centro. A veces tenemos que luchar contra intereses comerciales, y el público responde, pero a veces es difícil cambiar hábitos que adquirimos hace muchos años. Todavía no alcanzamos las metas que nos propusimos (reducir en un tercio el número de muertes por enfermedades no transmisibles y a la mitad las causadas por el tránsito), pero las ciudades pueden ayudarnos a lograrlo".