El premio, otorgado por la Fundación L’oréal y la Unesco, distingue a científicas procedentes de las cinco regiones del mundo. Con Cayrol, ya son diez las científicas argentinas reconocidas en el premio internacional, con la inclusión de ediciones anteriores, siendo el país de Latinoamérica con mayor cantidad de galardones de la región: 7 laureadas y 3 en la categoría Rising Talent. En este contexto, Cayrol dialogó con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ sobre el reconocimiento, el papel del Estado y su investigación.
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-¿Qué significado tiene este premio?
-Es una alegría y un honor. Si bien es un logro individual, sin el apoyo de mis compañeros, colegas y directores, hubiese sido difícil. Este reconocimiento conlleva una enorme responsabilidad porque formás parte de una comunidad científica muy expuesta y mucha gente te toma de ejemplo.
-Se abren nuevos horizontes…
-Sí. Por un lado, si mi investigación tiene éxito, a futuro puede llegar a formar parte de algún tratamiento. Por otro, la divulgación del estudio me permite contactar con otros científicos que se dedican a otro tipo de disciplina y hacer trabajos multidisciplinarios. De esta manera, puedo ver mi objeto de estudio desde diferentes enfoques y enriquecerlo. Por último, con este tipo de premios, la sociedad en general conoce lo que se hace y eso está buenísimo.
-Con usted, Argentina pasa a ser el país con más científicas premiadas de la región…
–Estoy orgullosa de estar entre las mujeres reconocidas en América Latina. Además, siempre es importante estar posicionado en materia de ciencia y tecnología. En el caso de nuestro país, se trata de un resultado histórico que surge gracias a que hay universidades públicas y gratuitas, que permiten la inclusión, y a las políticas de Estado. Eso hace que los recursos humanos que se forman sean muy buenos. El papel del Estado es importante: la mayoría de los científicos podemos hacer ciencia gracias a su apoyo, por eso es fundamental la producción y continuación de políticas.
-¿Cómo puede explicar su investigación?
-Mi objeto de estudio son los diferentes subtipos de linfomas de células T –pertenecientes al sistema inmune–, una patología muy agresiva y con pocas opciones terapéuticas. Lo que vi es que las hormonas tiroideas contribuyen al comportamiento maligno de células tumorales en el linfoma de las células T. Esta afección se da mediante una proteína llamada αVβ3, que está ubicada en la membrana de las células tumorales.
-¿Se refiere a las hormonas tiroideas? Son muy conocidas…
-Exacto. Las tiroideas son importantes para el metabolismo, la función cardíaca y otras cuestiones fisiológicas. Las necesitamos y por eso no es una opción inhibirlas; sería como inhibir parte de nuestra respuesta inmune.
-¿Y entonces? ¿Qué se hace?
-Lo que observé es que, si bloqueamos la proteína ubicada en las células tumorales, se inhiben por completo las acciones no deseadas de las hormonas tiroideas. Esto es aún en ensayos preclínicos, es decir, con células y ratones.
-¿Cuándo lo probarán en humanos?
-Ahora me especializo en un tipo específico de linfoma que es el cutáneo –en la piel–, y tengo la expectativa de poder trasladar estos resultados a la clínica. Actualmente, investigo cuáles son esos mecanismos por los cuales las hormonas tiroideas afectan tratamientos que se utilizan hoy en día para linfomas de células T, o de otras células tumorales, como el melanoma. Una estrategia es inhibir la proteína de la membrana, y esto combinarlo con otras terapias que ya se usan en pacientes. Esto lleva tiempo, pero tengo esperanzas de que pronto podamos llegar a los ensayos clínicos.
Entrevista: por Luciana Mazzini Puga
Con información de la Agencia de Noticias Científicas