Científicos de una universidad belga descubrieron ciertas características presentes en los azúcares que rodean a las células que les permiten cerrarse como un candado para impedir el ingreso del virus del Covid-19. Los expertos creen que este hallazgo puede dar lugar a un posible fármaco que actúe de la misma forma para evitar la infección al organismo.
El descubrimiento de un "candado" anti-Covid que, al cerrarse, bloquea el virus SarsCoV2 "podría dar lugar a un fármaco para suministrar en caso de infección, potencialmente eficaz contra todas las variantes del virus porque ataca la parte menos variable de la proteína Spike, utilizada por el Sars CoV-2 para ingresar a la célula", según los científicos. El resultado proviene de un grupo de investigación de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, que publicó su estudio en la revista Nature Communications.
Todas las células tienen, en su superficie externa, moléculas de azúcares que sirven para reconocer, pero también constituyen puntos que el virus utiliza como puertas de entrada: es como si fueran cerraduras en las que el SarsCoV2 posee la llave, es decir, su proteína Spike. El primer resultado obtenido por los autores del estudio fue la identificación de variantes de estos azúcares, denominadas 9-O-acetilatos, que se unen mucho más fuertes respecto a las demás a la proteína del virus.
Por lo tanto, los investigadores pensaron en explotar esa característica para atrapar el virus, usando estos particulares azúcares como si fueran un candado: estas moléculas, de hecho, se unen tan fuertemente a la proteína Spike para no permitirles que se conecten con otras. Esto significa que el virus no puede entrar en las células para infectarlas y muere dentro de 1 a 5 horas.
Después de esta fase, el equipo de investigación puede continuar con experimentos en ratones, para ver si el mecanismo también funciona eficazmente dentro de un organismo. Si los resultados son satisfactorios, finalmente será posible comenzar con el desarrollo de un fármaco antiviral, suministrado bajo la forma de aerosol, que también podría resultar útil para combatir otros virus que utilizan mecanismos similares en el ataque de las células.
"Se trata de una demostración elegante, pero de momento el camino hacia un posible fármaco aún es muy largo, hablamos de años", explicó Giuseppe Novelli, genetista de la Universidad de Roma Tor Vergata. "La mayor complejidad radica en el hecho de que, mientras que las bacterias son autónomas y con su propia maquinaria molecular, los virus dependen de las células que infectan para sobrevivir", agregó.
"Los próximos pasos incluyen en primer lugar más estudios preclínicos que incluyan otros modelos celulares, otras variantes del virus, pero especialmente el virus completo, porque inicialmente en los estudios en el laboratorio siempre se utilizan modelos de virus incompletos, con los cuales funcionan más fácilmente", aseguró el científico.
Con información de Télam