Gran Hermano, el reallity show más famoso de mundo, inició recientemente una nueva temporada a nivel local y ya ha dejado un tendal de polémicas para analizar en términos sociológicos. Desde sus inicios en 2001 el programa funciona como un laboratorio comunicacional para visibilizar distintas problemáticas y comportamientos sociales. Si bien ante el ojo del Big Brother y la mirada de las audiencias todo se magnifica y sobreactúa, las personalidades e interacciones que se ponen en juego en medio del encierro dejan entrever modelos de subjetividad, valores de época, temas de agenda, y tendencias que permiten hacer lecturas socio culturales y políticas del momento que se vive.
La primera observación general de la edición 2025 es el aumento significativo de los niveles de violencia, mensajes de odio y discriminación adentro de la casa, particularmente dirigidos hacia Luciana Martínez, una joven trans que se convirtió en una de las participantes más destacadas por los espectadores. Originaria de Pico Truncado, Santa Cruz, en el video de presentación para el certamen relató que su nombre es Jorge Barrionuevo pero hace más de diez años vive, a escondidas de su familia y sus seres queridos, como Luciana. Es bailarina, asesora de imagen, y administrativa, y en su relato remarca haber tenido una infancia dura y solitaria como producto de tener que ocultar su identidad.
Luciana encontró en la competencia la posibilidad de iniciar su transición y mostrarse auténtica frente al público y sus compañeros, por lo que su historia resonó fuerte y conmovió rápidamente a buena parte de la audiencia. Sin embargo, al interior de la casa fue el foco de la mayoría de las agresiones de carácter transfóbico. Desde su llegada despertó entre algunos de sus compañeros miradas prejuiciosas, bromas estigmatizantes, y comentarios despectivos, apoyados en pánicos morales y desinformación, que abarcan aspectos como su sexualidad, sus facciones, su cuerpo, hasta su personalidad tranquila y su forma de vestir. En la cultura contemporánea, la estigmatización y discriminación hacia minorías sexuales consiste, precisamente, en reducir a los sujetos a esos rasgos que se les atribuyen.
En uno de los videos que se viralizaron en las redes se escucha a Delfina, primera eliminada de la casa, hablar despectivamente de Luciana: ”Esa chica Luciana no se saca más esa pollera, debe tener un olor a culo”. A continuación se suma Chiara que agrega entre risas cómplices: “Porque le tapa el tobul”.
Quien también se sumó a la ola fue Giuliano, concursante que se autocalifica como “mujeriego”, quien en varias ocasiones se expresó con desprecio al hablar de Luciana : “La piba esta, Luciana ¿qué onda? Decime qué opinás de esa piba ¿qué es esa piba?”, se preguntó. En una conversación con Chiara sostuvo: “Hoy sí parece mal un trans, ¡pero mal!”, dijo el participante. “Pero me parece que no es trans es travesti, ¿o no? No es lo mismo”, le consultó su compañera. “¿Cómo que no? ¿Qué diferencia hay?”, concluyó Giuliano. En otra oportunidad llegó a expresar enojo e indignación por no haber sido informado correctamente sobre la identidad de género de Luciana: “¡Pero no saberlo! ¿Y si soy un loco que vengo acá a cu... a cualquiera que se me cruza?”.
A partir de la reiteración en los gestos y agresiones de varios participantes, en las redes sociales los espectadores y referentes de la comunidad LGBTIQ+ denunciaron violencia de género y transfobia, al tiempo que exigen una sanción o un llamado de atención de la producción a todos los jugadores, tal como sucedió en ediciones anteriores. La activista Bárbara Di Rocco, expresó en su cuenta de X: "Hicieron un Casting, se murieron de ganas de entrar y solo para reírse de una chica trans? No tienen algo más interesante en sus vidas para hacer/ contar? En qué año viven?".
La transfobia se observa en el rechazo y la mirada negativa que sufren las personas trans al correrse del sistema sexo/género socialmente establecido. Esas creencias e imaginarios que se generan en torno a estas identidades afectan y condicionan la forma en que la gente, las instituciones, los medios de comunicación y la sociedad los ven y tratan. Por lo que las personas trans viven en una situación de extrema vulnerabilidad y sufren un alto grado de marginación, violencia y comportamientos discriminatorios que vulneran sus derechos humanos.
Como toda dimensión social la transfobia requiere un ejercicio de lectura y comprensión histórica según los distintos contextos. Actualmente el recrudecimiento de la violencia simbólica y física en ámbitos públicos, y los discursos de odio pueden vincularse directamente con el retroceso en materia de respeto por la diversidad y derechos para la comunidad LGBTQ que se ha producido en Argentina bajo la gestión del presidente Javier Milei cuyo discurso ha habilitado la expresión pública de opiniones discriminatorias, homoOdiantes.
Identidades trans en la historia de Gran Hermano
Luciana es la tercera participante trans en la historia de Gran Hermano. En 2011 participó Alejandro Iglesias quien visibilizó su lucha como varón trans en un contexto donde aún primaba la falta de información ya que no existía la Ley de Identidad de género, proclamada en mayo de 2012. El joven en ese momento había explicado a sus compañeros que padecía de “disforia de género”, una terminología que usó la medicina durante varias décadas para explicar la existencia de las personas trans desde una mirada patológica, y se define como un malestar emocional que se genera cuando la identidad de género no se corresponde con el sexo asignado al nacer. Dicho término fue eliminado en 2018 del Manual de Enfermedades Psiquiátricas de la Organización Mundial de la Salud a partir de un cambio de paradigma social y el reclamo ininterrumpido del colectivo LGTBI. Afortunadamente, al salir del reality, Alejandro pudo acceder a las operaciones de reasignación de sexo y hacer su DNI masculino, pero siguió viviendo violencia y discriminación, sobre todo en el ámbito laboral.
La segunda trans en formar parte del programa fue Valeria Licciardi, Actriz, bailarina y periodista, quien en 2015 ingresó a la casa con el objetivo de concientizar, ya en otro contexto de la Argentina, sobre la falta de representación en los medios y la violación sistemática a los derechos del colectivo trans. Estuvo dos meses en la casa luchando contra el encasillamiento y los estereotipos, y desde el momento de su salida ha trabajado en radio, noticieros, obras de teatro y en series de TV como División Palermo, recientemente galardonada con el premio Emmy Internacional a la Mejor Comedia.
Ni Alejandro ni Valeria sufrieron en carne propia los comentarios transfóbicos de los que ha sido víctima Luciana. Lo que se lee es que, al parecer, los participantes no encuentran en esos discursos ningún límite, y por el contrario parecieran estar habilitados por el contexto político y social a manejarse con cierto grado de impunidad y agresión para conseguir la atención y los votos de la audiencia.
Paradójicamente (o no) el aumento sentido de los niveles de violencia y desprecio hacia el colectivo LGBT y las personas trans en particular, se produce en una Argentina pionera en materia de derechos humanos, a 12 años de la sanción de la Ley de Identidad de Género, medida de vanguardia en el mundo que garantiza el reconocimiento de las personas a ser inscriptas en su DNI con su identidad de género.
Transfobia y mensajes de odio en la era Milei
La política y activista social transfeminista Alba Rueda señala que lo que sucede en el reality es una muestra de la escalada de la violencia social hacia la comunidad LGBT en general y puntualmente hacia la comunidad trans producto de un discurso oficial que la naturaliza: “las personas trans lo hemos vivido, no solamente en la falta de oportunidades laborales, porque ya no podemos esperar que el Estado nos contrate, sino además en el aumento de la discriminación. Con el agravante que ya no es el Estado al que se puede recurrir”. Rueda analiza que se han instalado el rechazo a la diversidad y la discriminación como modas de época, y los participantes de GH apelan a ella como estrategia de cara a una sociedad regresiva e individualista para mantenerse en la conversación, en el foco.
La ex subsecretaria de Políticas de Diversidad de la Nación del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad confirma que ante el triunfo de Milei se sabía que, por su posición política, atacaría la perspectiva de género y diversidad. Pero lo que nadie se esperaba era la manera tan brutal de llevarlo a cabo ante una sociedad cómplice y en silencio: La elección de Milei no estuvo solamente fundada en motivos económicos, sino que, como ellos dicen, hay una sociedad silenciosa que acompaña, no reacciona, no se indigna, no comenta. Eso creo que también se debe a que hay una sociedad que está cambiando y efectivamente se va derechizando”.
En el último año más de 200 personas trans perdieron el empleo formal que habían conseguido gracias a la implementación del cupo laboral trans. “Se dejó de cumplir con la obligación que tiene el Estado por ley de contratar al menos el 1%. Esto hace tambalear la democracia, porque las reglas no están hechas para un gobierno sí y otro no, sino que están hechas para todos los gobiernos. Esta ley, que nos costó muchos años aprobar y sacar, ha sido votada hace dos años con la mayoría, tanto en diputados como en senadores. Entonces hay una sociedad que tolera esta vulneración a los derechos. Y lo que implica de manera directa dejar en la calle, sin prestaciones sociales, sin vacaciones pagas, sin un sueldo a personas trans que fueron competentes, por ese motivo se las contrató”.
La activista transfeminista analiza tres factores particularmente graves que ocurrieron en los últimos meses y generaron efectos negativos, directos e indirectos, en la vida de las personas trans: “por un lado el cierre de los organismos de derechos humanos que generaban políticas públicas para que pudiéramos pedir ayuda, entre ellos el INADI, donde podíamos denunciar discriminación, y puntualmente el organismo que tenía las políticas públicas para la comunidad que era el Ministerio de las Mujeres Género y Diversidad”.
En segundo lugar Rueda denuncia el daño producido por la amplificación de las voces y la formalización de los discursos de odio desde el propio Estado. “Un ejemplo claro es la convocatoria que hizo la vicepresidenta Victoria Villarruel a un seminario sobre infancias trans en el Senado con el objetivo de promover la patologización de las identidades trans, especialmente en niños y menores de 18 años. Esto lo vemos cuando hablan de disforia de género en términos patologizantes”. En la misma línea señala la operación mediática, instalada por el gobierno para erosionar la Ley de identidad de género, a raíz de un caso aislado de un detenido en un penal de Bouwer, Córdoba, que se auto percibió como mujer y fue trasladado a un pabellón femenino, y fue acusado de violencia de género. “Todo esto es el escenario con el que ellos distorsionan la realidad y tiran abajo toda una política pública que es el reconocimiento de nuestras identidades en todas las instituciones”, expresa.
“El tercer punto, que me parece que sintetiza todo, es el proyecto presentado por un diputado de la Libertad Avanza para modificar la Ley de identidad de género en estos dos puntos: prohibición de la modificación para menores de 18 años; y prohibición del cambio de género y de la prisión, conforme al género, para las personas trans”, indica. El proyecto fue presentado por el diputado Álvaro Martínez con el objetivo de prohibir el cambio registral a menores de edad, en contra de lo que plantea la ley de identidad de Género, y es impulsada por los sectores que quieren re instalar el falso síndrome de "disforia de género de inicio rápido".