El nombre de Amalia Celia Figueredo resonó con fuerza en la historia de la aviación argentina y sudamericana al convertirse en la primera mujer en surcar los cielos de la región. Su camino, sin embargo, no estuvo exento de obstáculos, marcados por la discriminación de la época hacia las mujeres que incursionaban en un campo considerado masculino.
Su historia es inspiradora y su legado eterno. En este artículo, repasamos su vida y cómo logró ser una referente de la para argentina y el mundo.
Enfrentar al machismo
Desde sus primeros vuelos en el Aeródromo de Villa Lugano, Figueredo se encontró con la resistencia de aquellos que no concebían a una mujer al mando de un avión. Sin embargo, su pasión por la aviación era inquebrantable. Esta determinación la llevó al Aeródromo de San Fernando, donde encontró la oportunidad de volar un biplano Farman-Gnome, y demostró su destreza y talento.
Con esa dedicación, llego el reconocimiento a su talento. Su instructor, Marcel Paillete, reconoció en ella una aviadora excepcional y la animó a obtener el "brevet" de piloto aviador. Un accidente durante su primer intento no la detuvo. El 1 de octubre de 1914, con tenacidad y espíritu indomable, Figueredo obtuvo el "brevet" Internacional de Piloto Aviador Nº 58, expedido por el Aero Club Argentino, y se consolidó como pionera indiscutible en la aviación.
Jorge Newbery, un nombre más que conocido por el aeropuerto, fue un padrino crucial. En su camino, Amalia Celia Figueredo contó con el apoyo fundamental de Newbery, considerado el padre de la aviación argentina. Newbery fue quien la invitó a volar por primera vez, lo que despertó en ella la pasión por surcar los cielos y le dio un apoyo invaluable en su carrera.
Legado imborrable
El coraje y la determinación de Figueredo abrieron las puertas para las mujeres en el mundo de la aviación. Su ejemplo inspiró a generaciones futuras, convirtiéndola en un ícono de la lucha por la igualdad de género. En reconocimiento a su valentía y contribución, la Cámara de Senadores la distinguió por honrar a la mujer argentina y por ser un ejemplo de heroicidad y patriotismo. En 1971, el Instituto Nacional Newberiano la nombró Precursora de los "Vieilles Tiges", distinción que reconoce a los pioneros de la aviación francesa.
Amalia Celia Figueredo no solo conquistó los cielos, sino que también desafió las normas sociales de su época. Su legado pervive como una inspiración para las mujeres que buscan abrirse camino en campos tradicionalmente masculinos, lo que dejó una huella imborrable en la historia de la aviación argentina y sudamericana.