Dos científicos argentinos del Conicet participaron de un estudio internacional realizado por un equipo interdisciplinario de 30 investigadores de 11 países. Publicado en la revista Nature, Ecology & Evolution, plantea 15 problemas emergentes que son poco estudiados y tendrán un impacto significativo en el funcionamiento y la conservación de la biodiversidad costera y marina en un futuro cercano (entre los próximos cinco y diez años). Los motivos destacados en la investigación se agrupan en tres ejes: cambios en el uso y la explotación de recursos naturales; los impactos y alteraciones en los ecosistemas; y las nuevas tecnologías. Además, se consultaron alrededor de 700 personas para el trabajo.
En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ, Alberto Piola, licenciado en Oceanografía e investigador del Conicet que formó parte del equipo, cuenta: “El proceso fue bastante largo, estuvimos más de un año trabajando en esto. Se propusieron una serie de temas y, en conjunto con el resto de los investigadores, los evaluamos e hicimos un ranking. De 75 opciones posibles quedaron 15 porque si no los esfuerzos se diluyen y no hay prioridades”.
La lista de 15
En cuanto a la explotación de recursos naturales, los principales inconvenientes son el potencial mercado del colágeno marino para cosmética, productos farmacéuticos y aplicaciones biomédicas; la expansión del comercio de vejigas natatorias de peces para el creciente consumo de los mariscos secos de lujo; el impacto de la pesca de especies mesopelágicas que habitan entre los 200 y 1000 metros de profundidad en la bomba biológica de carbono oceánico (el proceso que hace que el carbono generado en las zonas más superficiales del mar sea transportado hasta las más profundas); y la extracción de litio de las fuentes de salmuera de aguas profundas.
Por el lado de los ecosistemas, los problemas están ligados a las consecuencias de los incendios forestales; el oscurecimiento costero (alteración de la propagación de la luz en el agua que altera el metabolismo de las algas); el aumento de la toxicidad por contaminación de metales a causa de la acidificación oceánica; la falta de variedad de las comunidades marinas ecuatoriales debido a la migración climática; y los efectos de la alteración del contenido nutricional de los peces debido al cambio climático.
Por su parte, las cuestiones a tener en cuenta por las tecnologías nuevas pasan por la co-ubicación de actividades marinas; las ciudades marinas flotantes; la contaminación agravada por la transición a tecnologías verdes (por ejemplo, por el aumento del uso de baterías de litio para autos eléctricos); los nuevos sistemas de seguimiento submarino para estudiar animales que no emergen; la robótica blanda que se inspira en los sistemas biológicos para la investigación marina; y los efectos de los nuevos materiales biodegradables en el medio marino.
Más problemas que beneficios
Aunque algunos problemas, como el seguimiento submarino para estudiar animales que no emergen y la robótica blanda para la investigación marina, puedan ser positivos para el futuro cercano, se espera que la mayoría tenga efectos negativos en los ecosistemas costeros y marinos. En este sentido, Piola destaca que el propósito del artículo es aumentar la visibilidad de esos temas : “Creemos que son relevantes para estudiar”. En vez de esperar cinco o diez años a ver qué pasa, el objetivo es que la comunidad científica pueda investigar con mayor profundidad estos nuevos emergentes para anticipar y, por qué no, prevenir.
Por: Nicolás Retamar
Con información de la Agencia de Noticias Científicas