Coronavirus: organizaciones sociales y el Gobierno porteño avanzan en un protocolo destinado a la realidad de las villas

Las medidas adoptadas a nivel nacional contra el coronavirus no pudieron adaptarse a las realidades de los barrios populares y avanzan en recomendaciones adecuadas a sus realidades.

12 de mayo, 2020 | 16.42

El exponencial aumento de casos de coronavirus en las villas porteñas generó una fuerte preocupación e indignación en quienes habitan allí por las precarias condiciones de vida que deben afrontar. Hace tiempo, distintas organizaciones reclaman medidas preventivas que se ajusten a las realidades de los barrios más vulnerables. Actualmente, agrupaciones, asociaciones sociales y otras entidades trabajan en protocolos destinados al sector. Lineamientos que son elevados al Gobierno porteño para aplicarse lo antes posible porque la situación es dramática.

Según el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, hasta el 12 de mayo a la mañana se registraron 685 personas infectadas y ocho fallecidos en esas zonas, con una tasa de letalidad del 1,16%. Mientras se realizan test para detectar casos posibles o confirmados, se comenzó a trabajar en protocolos. Las organizaciones entregaron varios al Gobierno de la Ciudad y, según explicaron desde el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat a El Destape, se está consensuando con todos los sectores para elaborar uno conjunto que intente dar una solución.

Rosario Fassina, socióloga y coordinadora del programa Derecho a la Ciudad de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), una de las organizaciones que impulsó esta serie de recomendaciones urgentes, explicó a El Destape que avanzaron con la iniciativa al ver “la rapidez con la que se propagan los casos de coronavirus en las villas, indicio de que no estaban funcionando bien los protocolos generales en esos barrios”. Además, remarcó que estas zonas poseen “características constructivas, sociales y demográficas con tienen realidades puntuales que deberían ser abordadas en su especificidad”.

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La socióloga analizó que es muy difícil cumplir con un aislamiento debido a “la construcción misma de los hogares, donde encontramos situaciones de hacinamiento, así como las características constructivas de las manzanas y los pasillos” como espacios comunes a los que salir y circular. Ésto se suma a las restricciones para acceder a servicios básicos como el agua potable o sistemas de desagüe. Situación que también se torna más difícil por la “imposibilidad de quedarse en sus hogares, ya sea porque tienen que moverse para tener algún ingreso económico, para trabajar o realizar un trámite dado que no todos tienen Internet, o ir a comedores” para garantizar el alimento diario.

Para realizar este protocolo, del que esperan que el Gobierno porteño tome algunas de las recomendaciones, se inspiraron en otras iniciativas civiles y estatales a nivel país y región, que sistematizaron hasta llegar al documento. Cada uno fue aportando el conocimiento que tiene para abordar la problemática de manera global. Tanto ellos, como este medio, aún no pudieron acceder al borrador que maneja la administración de Horacio Rodríguez Larreta pero está confirmado que desde el Ministerio de Desarrollo y Hábitat ya están trabajando junto a los organismos que hacen territorio en los barrios.

El primer borrador contó con la participación de organizaciones barriales y vecinos, mediante una reunión virtual, “para ver las problemáticas más urgentes y se fue completando con la vivencia del día a día”. Porque uno de los puntos centrales es la participación activa de las personas que habitan las villas. Las únicas que conocen las necesidades que tienen. Por eso, propusieron mesas de gestión y seguimiento compuestas por las autoridades sanitarias, de Gobierno (está pensado a nivel local pero también nacional), organizaciones comunitarias, civiles que trabajan en los barrios y vecinos.

Según manifestaron desde ACIJ a El Destape, no es el protocolo que se aplicará en la Ciudad sino que son recomendaciones generales que pueden aplicarse o enriquecer el que termine aplicando en el territorio porteño o implementarse en cualquier barrio popular del país.

Parece básico e incluso falto de aclaración, pero hay que hacerla. Es necesario garantizar los cuidados y accesos básicos para los barrios populares priorizando el acceso al agua, reforzando las raciones de alimentos en merenderos y comedores por el aumento de la demanda y garantizar que éstos se entreguen de manera equitativa sin generar aglomeraciones en los centros de distribución.

También, es muy importante impulsar la vacunación domiciliaria para personas que son población de riesgo y garantizar la accesibilidad y continuidad de controles de los niños y niñas sanos, control de embarazo o rutinarios para enfermedades preexistente, así como las crónicas no transmisibles e infecciosas. Pero también es fundamental la contención psicológica y la capacidad de ofrecer alternativas para aquellas personas que sufren violencia de género, situación agravada por el confinamiento en el hogar con su agresor.

El acceso a Internet también es una necesidad básica, no sólo por el acceso a la información sino porque todo el sector educativo hoy se maneja de forma virtual y muchos chicos y chicas quedarán fuera de la formación escolar si no tienen las herramientas para asistir a las clases remotas. Además, la gran mayoría de la población puede realizar trámites sin moverse de sus casas pero en los barrios populares, al no tener el servicio, están obligados a romper la cuarentena y salir a la calle.

Según este lineamiento de recomendaciones para un protocolo acabado, será indispensable definir y comunicar las medidas que garanticen el distanciamiento en las personas mayores y grupos de riesgo, poniendo a disposición hoteles u otros espacios adecuados. Los mismos que les brindaron a quienes volvieron del exterior y debieron hacer la cuarentena. Se trata de una relocalización temporal, por lo que también se tendrá que asegurar la tenencia de la vivienda para quienes tengan que marcharse, con el objetivo de encontrarla a la vuelta.

Los espacios comunitarios, que en el resto de la ciudad fueron cerrados – como pueden ser los SUM que tienen algunos edificios – deberán tener medidas de prevención. Estos lugares son comedores, centros comunitarios, iglesias, escuelas, todos clave para la vida en los barrios populares y que no pueden cerrar porque ayudan a la contención. Por eso, es necesario que existan pautas para la manipulación de alimentos, la desinfección de superficies y limpieza húmeda así como su mejora edilicia, para que los trabajadores puedan desempeñarse bajo buenas condiciones. El objetivo, por supuesto, es minimizar la aglomeración y respetar el aislamiento sin que los concurrentes deban esperar a la intemperie. Así como asegurar que todos tengan los insumos básicos para desarrollar su tarea, como lavandina, alcohol en gel, jabón, agua o barbijos.

¿Cómo actuar ante un caso sospechoso de COVID-19?

Al igual que en los hospitales o cualquier espacio que agrupe a muchas personas – como puede ser un geriátrico -, deberá haber circuitos diferenciados para que los casos sospechosos o confirmados no caminen por el mismo lugar que quienes no tienen el virus. Ésto se complementará con espacios especiales destinados a la atención sanitaria, teniendo en cuenta la densidad poblacional del barrio, garantizando su accesibilidad o unidades móviles para su traslado, a fin de no propagar la infección.

En el caso de los barrios con mayores contagios, se recomendó considerar la creación de nuevas Unidades Febriles de Urgencia (UFU) a partir de la habilitación de equipamiento comunitario existente u hoteles cercanos.

Para garantizar la contención de la propagación, uno de los puntos centrales es verificar las condiciones mínimas habitacionales para el aislamiento domiciliario de casos sospechosos, confirmados y sus contactos estrechos. En caso de no contar con un domicilio que cumpla las características, se deberán garantizar otras opciones como albergues temporales. Pero las necesidades básicas, como lo son la comida, el agua, el apoyo económico, social y psicológico deben estar cubiertas para quienes tengan que cumplir la cuarentena. También se deberá asegurar el acceso a alimentos, elementos de higiene y medicamentos a los familiares que se quedaron solos porque la o las personas con las que vivían debieron aislarse.

Coordinación y comunicación

Para la coordinación, sostienen que es necesario elaborar un Plan de Acción Barrial que atienda las características específicas de las villas para la implementación de las medidas sanitarias. Algo que ya había sido planteado también por los curas villeros ante El Destape. Cada barrio es un mundo y cada uno tiene sus necesidades. Por eso, es necesario abordarlas de forma adecuada.

El trabajo conjunto es la clave de todo. No deben ser directivas gubernamentales, verticales, sino que también deben participar los vecinos. Para ello, propusieron la conformación de un Comité de Crisis para trabajar las problemáticas de los barrios populares con participación interministerial (Salud, Educación, Desarrollo 3 Humano y Hábitat, Autoridad Sanitaria designada) y que convoque a representantes de organizaciones comunitarias, sociales y académicas que trabajen en el territorio. Así como formar comités de control y comités de seguridad e higiene en los barrios populares por las organizaciones sociales, delegados y referentes para controlar y verificar la implementación del protocolo.

Una de las patas fundamentales será la capacitación y la comunicación en los barrios. El protocolo debe estar dirigido a los vecinos y vecinas con información actualizada y un mensaje claro. Los lugares de referencia deben estar provistos en un mapa y se deberán habilitar distintos medios de comunicación, como pueden ser las redes sociales, mensajería de Whatsapp, comedores, organizaciones barriales, radios comunitarias, entre otras, y establecer canales claros de acusación ante situaciones de conflicto. En este punto, será central la divulgación de información para situaciones de violencia de género o contención de adictos, así como espacios para atenderlos y denunciarlos.

Un protocolo ajustado a las realidades de cada villa va a “servir para frenar el impacto que va a tener el coronavuris en los barrios y abordar cada caso particular”. De momento, es una propuesta ajustada a brindar una solución sanitaria y habitacional en un contexto de emergencia, pero el trabajo seguirá abordando las problemáticas a largo plazo. No sólo porque la pandemia dejará secuelas económicas – que ya están presentes – una vez que esté desarrollada la vacuna,, sino porque es una demanda que lleva años. “Son problemas que estuvieron siempre y esta crisis los profundiza, los pone sobre la mesa y muestra su peor costado. Ésto pone en juego la vulneración de los derechos, sobre todo el de la vida y la salud”, analizó Fassina.

Esta propuesta fue elevada por una gran cantidad de organizaciones: la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), la Alianza Internacional de Habitantes; Ando Habitando; Área de Estudios Urbanos IIGG-UBA; Bachillerato Popular Alberto Chejolán; CEAPI; CELS; Centro Hábitat Inclusivo FADU-UBA; CISCSA; Comedor y Merendero Feminismo al Palo / La olla combativa (CTA autónoma capital); Comisión de Tierras, Chaco; Comisión de Tierras Interpartidarias, Chaco; Consejerías de Vivienda; FEDEVI; Frente de Organizaciones en Lucha (FOL); Fundación Amadeo Capital Humano; INSITU - Grupo de trabajo Socioambiental; Madre Tierra; Mesa Activa Villa 20; Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad de Buenos Aires; Ministerio Público Fiscal de la Nación - Dirección de Acceso a la Justicia; Modevifa – Mendoza; Observatorio por el Derecho a la Ciudad; Partido Obrero (PO) Villa 20; Promotoras de Salud Corriente Villera; Promotorxs de Salud y Género MP La Dignidad; Proyecto Habitar; Taller Libre Proyecto Social; TECHO; Vamos - Frente Patria Grande.

 

Las recomendaciones para un protocolo de actuación en villas completas:

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