Los ojos del mundo están puestos en Glasgow, donde representantes de 200 países, incluidos muchos de sus jefes de Estado, centenares de ONG y alrededor de 30.000 delegados técnicos y activistas están reunidos para discutir sobre cómo renovar los compromisos climáticos. Pero las expectativas que inspira la conferencia son modestas.
Un informe de la ONU dado a conocer en los últimos días revela que de los 196 firmantes del Acuerdo de París, solo 143 presentaron sus planes de mitigación y reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), y solo la mitad de estos cumplía con lo estipulado para alcanzar la neutralidad de CO2 para 2050. Muchos de los mayores productores de combustibles fósiles planean aumentar la producción y quemar más en los próximos años.
Quince de los mayores productores producirán en 2030 aproximadamente un 110% más de carbón, petróleo y gas de lo que se necesitaría para limitar el calentamiento a 1,5º C por encima de los niveles preindustriales; y un 45% más de lo que sería consistente con un aumento de 2 grados. En este escenario, ¿qué se discutirá hasta la fecha de cierre de esta reunión, el 12 de noviembre?
1) ¿Qué es?
Todas las convenciones (y la de cambio climático, adoptada en Nueva York el 9 de mayo de 1992, no es la excepción) tienen la obligación de realizar anualmente una “conferencia de las partes” para revisar los compromisos y eventualmente adquirir nuevos. “COP”es la abreviatura de “Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático” y 26 es el número de las que se convocaron, dos de las cuales fueron en Buenos Aires. La reunión se realiza anualmente (aunque en 2020 se pasó para este año por la pandemia) y es multitudinaria: asisten alrededor de 30.000 personas; entre ellas, muchos jefes de Estado, que durante los dos primeros días pronuncian discursos y mantienen reuniones bilaterales. Luego siguen varias jornadas de encuentros entre ministros y equipos técnicos, pero también están presentes representantes de grandes empresas, activistas y periodistas de medios de todo el mundo.
2) ¿Qué podemos esperar?
Siempre se espera que las COP tengan una relevancia fundamental. Sin embargo, muy pocas pasaron a la historia. “Una de ellas podría ser la de Kyoto, presidida por un argentino, el Embajador Raúl Estrada Oyuela, en 1997 –dice Sergio Federovisky, viceministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible–. Yo la califico como el fracaso más exitoso de la historia, porque se considera un gran faro aunque nunca entró en vigencia. Establecía el compromiso de regresar a los niveles de emisión de gases de efecto invernadero de 1990, y hoy estamos asumiendo que los incrementos hasta acá no son cuestionables y discutiendo no superar el grado y medio de aumento de la temperatura”.
Durante la COP21, se concretó el “Acuerdo de París”, pero otras pasan sin pena ni gloria.
El llamado “Protocolo de Kyoto” comprometía y obligaba a los países industrializados a limitar y reducir las emisiones de GEI de conformidad con las metas individuales acordadas. Y les imponía una carga más pesada en virtud del principio de “responsabilidad común, pero diferenciada”. Quienes lo firmaron estaban obligados a cumplirlo. El acuerdo de París es “de buena voluntad”. El resultado es que “el año que viene se cumplen treinta años de la firma y entrada en vigor de la convención para mitigar los efectos del cambio climático, y las emisiones crecieron más que nunca en la historia”, destaca Federovisky.
3) ¿Dónde estamos parados?
El último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, calificado por el secretario general de la ONU, António Guterres, como "un código rojo para la humanidad”, trazó un mapa concluyente sobre la crisis climática. El informe, de más de 3500 páginas y escrito por 200 científicos de 60 países, no deja dudas de que la temperatura está aumentando más de lo que se creía, el calentamiento ya está afectando todas las regiones de la Tierra, y que cuanto más se tarde en revertirlo, más frecuentes serán las olas de calor, las sequías e inundaciones, el aumento del nivel del mar y la pérdida de la biodiversidad. Muchos de los cambios son ya irreversibles y algunos, incluso en el mejor escenario, tardarán décadas en recuperarse, o incluso cientos o miles de años.
Para Matilde Rusticucci, meteoróloga e investigadora del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, “El problema es la velocidad en que se produce el cambio. Muchos sistemas no se pueden adaptar, hay una inercia. Lo primero que hay que hacer es ahorrar: luz, agua, bienes innecesarios. Y empezar a producir energía limpia. Ninguna alternativa reemplazará los combustibles fósiles por sí sola, se requiere una combinación”.
4) ¿Qué metas tiene?
Los distintos países, de acuerdo con su desarrollo económico, se plantean distintas metas. Entre otras, se intentará reforzar el compromiso para evitar que la temperatura aumente más de 1,5º en promedio, establecer una fecha límite para el uso de carbón en la generación de energía, lograr una transferencia de 100.000 millones de dólares de las naciones ricas a las más pobres para el financiamiento anual de acciones climáticas, lograr que en aproximadamente 14 a 19 años los autos nuevos sean de cero emisiones, terminar con la deforestación para 2030 y reducir las emisiones de metano (proveniente en parte de la cría de ganado para consumo).
“Argentina va con la propuesta de que se discuta canje de deuda por acción climática –detalla Federovisky–. Somos países que todavía tenemos una dotación importante de recursos naturales, necesitamos desarrollarnos y no queremos hacerlo con los mismos parámetros de altos niveles de contaminación que se dieron en otras naciones. Proponemos que se condone parte de la deuda que se asumió con criterios financieros y especulativos por la posibilidad de invertir en acciones de desarrollo que tengan impacto climático positivo; por ejemplo, instalación de parques eólicos o solares para la transición energética. Es deuda no por naturaleza, sino por acción climática. Para cumplir con los planes de reducción de las emisiones, la Argentina necesita fondos y eso es imposible si tiene que pagar 44.000 millones de dólares”.
5) ¿Son alcanzables los objetivos de reconversión de la matriz energética?
Para Federovisky, “Los objetivos son alcanzables si se modifica la matriz de generación de electricidad en escala global. Nicholas Stern, que fue economista jefe del Banco Mundial y uno de los asesores de Gordon Brown, cuando era primer ministro del Reino Unido, hizo un trabajo técnico acerca de los efectos del cambio climático y llegó a la conclusión de que con un 2% de inversión del PBI mundial podía migrarse desde la economía de combustibles fósiles a una basada en energía renovable y cumplir gran parte de los objetivos que se plantea la convención de cambio climático. También estableció que, de no hacerse eso, en algún momento el planeta sufrirá una caída de cerca de 20 puntos del PBI”.
6) ¿Todos tienen la misma responsabilidad en materia de cambio climático?
Hay cuatro grupos de países. Uno es el de los pobres que están fuera de toda discusión. Otro, el de aquellos como China, la India y Rusia que, aunque conservan tasas de pobreza importantes, por el nivel de desarrollo económico y de contaminación no pueden equipararse con el resto. También están los intermedios, como Argentina, Brasil, Sudáfrica, Vietnam, Tailandia, Indonesia con altos niveles de pobreza, bajo nivel de desarrollo, y que todavía sueñan con seguir el camino de China, India y Rusia, que pasaron en dos décadas de ser países de mitad de tabla en términos de emisiones de efecto invernadero a estar entre los primeros cinco. Y por último están los desarrollados. “Hoy, cuatro países explican más del 50% de las emisiones del planeta: Estados Unidos, Rusia, China y la India –afirma Federovisky–. Si se suma a la Unión Europea, se obtiene prácticamente el 70% de las emisiones, que son un resultado directo de los niveles de consumo”.
La Argentina ocupa un lugar muy bajo en la tabla por su porcentaje de emisiones totales, “pero si se consideran por habitante, tenemos nuestro grado de responsabilidad –aclara Rusticucci–. Claro que para implementar las transformaciones necesarias necesitamos ayuda”.
7) ¿Qué compromisos asumieron los países?
Casi 200 países se comprometieron a reducir sus emisiones de GEI, pero hay una gran distancia entre los planes y lo necesario para cumplir con las metas. Al comenzar la COP26 eran decenas los que todavía no habían actualizado sus compromisos de reducción de emisiones. Es más, con las hojas de ruta presentadas hasta ahora, se estima que habrá un 16% de aumento de emisiones hasta 2030 y el mundo seguirá calentándose hasta los 2,7º hacia fin de siglo.
Por eso, dice Rusticucci acerca de la COP26, “Expectativas siempre hay: esperamos que se pongan de acuerdo los países para achicar la brecha entre las contribuciones determinadas y las que hay prometidas vamos a llegar muy fácilmente a esa temperatura. Al paso que vamos, en 20 años llegamos con cualquier escenario a 1,5º. No alcanza con lo que se prometió y hay que ajustar”.