Hay días en los que el encargado del depósito del Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas "Dr. Julio I. Maiztegui" (Inevh), ubicado a 200 km al noroeste de la Ciudad de Buenos Aires, en Pergamino, teme no poder acomodar los equipos que llegan para remozar este legendario centro de investigación en el que un grupo de científicos y técnicos del Cemic y del Instituto Nacional de Microbiología "Carlos G. Malbrán" realizó hace casi seis décadas los estudios pioneros sobre la fiebre hemorrágica argentina que condujeron a su control y prevención por medio de una vacuna.
Importantes inversiones realizadas a lo largo de los últimos dos años están permitiendo reemplazar equipamiento obsoleto o dañado, remozar y ampliar instalaciones, y agregar capacidades operativas a este importante nodo científico que concentra conocimiento valioso en enfermedades virales. Después de haberlo visto peligrar y haber sufrido el destrato de impedirles aportar sus saberes durante el último brote de hantavirus, los alrededor de un centenar de investigadores que trabajan allí están entusiasmados frente al desafío que implica la meta mayor: además de seguir con sus tareas habituales, desarrollar una fábrica pública de multivacunas que permitiría elaborar en sus instalaciones, por ejemplo, alguna de las que se desarrollan contra el nuevo coronavirus.
El Maiztegui (llamado así en honor al médico e investigador que lideró el desarrollo del tratamiento y la inmunización contra la fiebre hemorrágica argentina) protagonizó un recorrido que ya figura en los libros de historia. En 1958, cuando se produjo un brote importante de esta enfermedad y se aisló su agente causal, el virus Junín, la patología transmitida por el contacto directo o la inhalación de excretas de roedores infectados presentaba hasta un 30% de mortalidad. Hoy, es tratable por medio del plasma de recuperados y prevenible por la vacuna Candid #1, que mostró un alto nivel de efectividad. Es reconocido como Centro Colaborador de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para fiebres hemorrágicas virales, y laboratorio de referencia regional y global para el estudio y diagnóstico de la fiebre hemorrágica argentina, dengue, zika, fiebre amarilla y otras virosis.
Después de 12 años como concejal de la ciudad y de ejercer la práctica médica en el ámbito privado (aunque tiene una especialización en Sistemas de Salud y Seguridad Social), al frente de este nodo científico está Marita Conti. “Me encantaba la posibilidad de hacer gestión sanitaria y justo surgió -cuenta-. El Instituto estaba devastado. En estos dos años, dimos respuesta a la pandemia y generamos muchísimas inversiones en plena crisis. Tuvimos que discontinuar la producción de la vacuna (el último lote fue a finales de 2018), porque, entre otras cosas, teníamos un equipo de ósmosis inversa (que garantiza el agua de calidad farmacéutica) y se sanitizó tantas veces que no pudimos descontaminarlo. Tuvimos que darlo de baja y estamos adquiriendo uno nuevo. La planta ya prácticamente la tenemos renovada y logramos volver a producir los primeros lotes de la Candid #1 en septiembre del año pasado”.
Poco a poco van recuperando también recursos humanos; algunos de los que se habían ido volvieron para acompañar el proceso de expansión y remodelación que les permitirá el financiamiento del Fondo Tecnológico Argentino (Fontar). “La gente que trabaja en el instituto ‘tiene puesta la camiseta’ de la pertenencia institucional y la vocación científica -dice Conti-. Tanto los que hacen investigación y diagnóstico, como el sector de ingeniería y mantenimiento. El desafío que tenemos por delante es enorme”.
Mientras centralizaba el trabajo de la Región Sanitaria Cuarta de la Red Diagnóstica Integral para la Pandemia, lapso durante el cual analizó más de 50.000 muestras, el Instituto incorporó equipos tales como un secuenciador de última generación que le permitió incorporarse a la Red Nacional de Vigilancia Genómica de SARS-CoV-2.
“Así pudimos detectar cuál era la variante predominante, que en ese momento era Ómicron, pero además fortalecer nuestras capacidades también respecto de otros virus de referencia sobre los que trabajamos -explica Conti-. Por otro lado, iniciamos el proceso para la reapertura de la planta, que es la única productora de Candid #1 del mundo, ya que estamos hablando de una vacuna ‘huérfana’. En tres años y con un gran trabajo pudimos tener nuestros primeros tres lotes en septiembre de 2021. Un insumo muy importante es el agua de calidad farmacéutica. Teníamos el equipo de ósmosis inversa, que lamentablemente fue imposible sanitizar. Se repuso y ahora ya estamos en los últimos pasos de la instalación, algo fundamental para la producción, pero también para generar reactivos y para otros sectores del instituto que requieren este insumo. Fueron dos años de mucho trabajo, de mucho esfuerzo y de mucho compromiso. Tuvimos que pasar por tres validaciones de Anmat, porque después de tantos años que no se producía, había que volver a validar la vacuna. La emoción que nos produjo ese logro fue enorme. A veces, imposible de transmitir, pero el sentimiento es genuino…”
La semana pasada, para acompañar el anuncio de que el proyecto de avanzar hacia el desarrollo de una planta de producción de “multivacunas” había sido aceptado, los ministros de Ciencia, Daniel Filmus, y de Salud, Carla Vizzotti, se trasladaron a Pergamino. “Vino todo el equipo para iniciar la concreción de lo que será un sueño realizado -reconoce Conti-. Estamos encarando las obras de ampliación de la planta, nuevos laboratorios y todo un sector dedicado a innovación y desarrollo, incorporando tecnología de última generación y por supuesto recursos humanos capacitados para la tarea. Esto nos permite fortalecermos en términos productivos”.
Entre los instrumentos que sumaron están también una unidad de aféresis (procedimiento por el cual se extrae la sangre para recolectar sus diferentes elementos, como plaquetas, glóbulos blancos y plasma, y luego se retorna al donante), que permite más eficiencia en la obtención de plasma de recuperados, casi 40 computadoras, 13 ultrafreezers, elementos para el control de calidad…
Centro de referencia en diagnóstico de arbovirus, flavivirus, hantavirus y virus Junín, el Instituto renovó su condición de centro colaborador de OPS, y mantiene vínculos internacionales en materia de virosis hemorrágicas. Continuará la producción de su vacuna “emblema”, que realiza en su totalidad: desde el inicio hasta la obtención del vial liofilizado. Y está iniciando la construcción de la nueva planta.
“Epuyén [donde se produjo el último brote de hantavirus] fue el punto de inflexión que marcó el alerta y después vino el desfinanciamiento -destaca Conti-. Si los equipos no se mantienen y se renuevan, quedan obsoletos. ¡Y nosotros teníamos algunos de la época de Maiztegui! Este esfuerzo nos permitirá realizar contribuciones eficientes y de calidad”.