A valores constantes, el año pasado se invirtió en ciencia casi la mitad que en 2015

El presupuesto descendió un 33% en comparación con 2023; especialistas en desarrollo científico vaticinan consecuencias “catastróficas”.

15 de enero, 2025 | 00.05

El balance que los analistas hacen de las cuentas del Estado durante 2024 arroja números negros para la “función ciencia y tecnología”, que involucra al Conicet y las universidades, pero también a todos los otros organismos y programas del sistema científico nacional, como la Agencia I+D+i, el INTA, el INTI, la CNEA, la CONAE y muchos otros. Para mencionar sólo dos cifras que resumen todas las demás, baste con mencionar que la inversión en ciencia  se redujo del 0,302% al 0,208% del PBI, cuando debería haber alcanzado el 0,39% si se aplicara la Ley de Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología 27.614 aprobada por unanimidad en febrero de 2021.

“Es una reducción del 43% con respecto a su máximo de 2015 –destaca el último informe del grupo Economía, Política y Ciencia (EPC) del Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación (Ciicti)–. La caída en términos reales del crédito vigente de la Función Ciencia y Tecnología es la mayor de la historia desde que se discrimina en el sistema presupuestario argentino (1972)”.

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De acuerdo con el mismo informe, dentro de ese escenario sin precedente las distintas reparticiones sufrieron recortes variables, pero que ponen en peligro su propia existencia: el presupuesto del Conicet cayó un 20,8%, el ex MINCyT se retrajo un 40,6%, la CNEA cayó un 28,8% y el INTA un 23,6%. Pese a que recibió un giro de fondos en los últimos días del año, la Conae cayó un 17,3%. Entre los casos más extremos se encuentran la Agencia I+D+i (-70,6%) el Programa 26 de Universidades Nacionales (-72,6%) y la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología (-91,7%)

“Llevamos 14 meses sin nuevas convocatorias que impulsen y apoyen las actividades de investigación y desarrollo tecnológico –comenta Fernando Peirano, economista especializado en temas de innovación y desarrollo productivo y ex presidente de la Agencia I+D+i–, que distribuía los fondos para la investigación–. La Agencia quedó desnaturalizada, sigue existiendo como edificio, pero está vacía de capacidades y funciones. Sin este engranaje del sistema, los otros componentes también quedan completamente afectados. Se pagan los sueldos y las becas, pero con fuertes caídas en sus valores reales, y caída aún mayor en el ánimo, y las oportunidades y condiciones materiales para llevar adelante acciones de alto valor social y estratégico. Es una condena a la obsolescencia de lo que queda en pie del sistema”.

Peirano anticipa que estas decisiones tendrán consecuencias catastróficas: “Los valores promedios de subejecución ya de por sí son preocupantes, pero cuando se observa que algunos programas o funciones se desmantelaron por completo, no es difícil anticipar el impacto en una actividad como la científica, que se sostiene con horizontes de mediano y largo plazo. En poco más de un año lograron transformar el rol de estímulo de la política pública en una señal de desincentivo y desinversión pública y privada. Lejos de lograr ahorros, cada caída de presupuesto es un grado más de descapitalización de los saberes y capacidades esenciales para el desarrollo.Estamos avanzando hacia una incapacidad para reaccionar ante lo imprevisto o aprovechar oportunidades para el desarrollo”.

Fernando Stefani, ingeniero en materiales, nanotecnólogo, asesor del Senador Omar Perotti cuando obtuvo media sanción la ley de financiamiento de la ciencia y del diputado Facundo Manes cuando se aprobó por ley el Plan Nacional de Ciencia 2030, ofrece un diagnóstico igualmente sombrío.  “A un año del gobierno de LLA la desinversión en ciencia y tecnología es tan evidente y dramática como esperable –opina–. El objetivo principal del gobierno de LLA es el de estabilizar la economía y reducir la inflación, para lo cual aplicó un recorte de gasto público significativo. En este sentido, las acciones son análogas a lo que hicieron otros gobiernos en distintos momentos históricos para detener una crisis de déficit. El problema es que este tipo de acciones no solucionan la verdadera debilidad de la economía argentina que es su enorme retraso tecnológico. La Argentina viene repitiendo desde hace décadas ciclos de crisis, recuperación, estancamiento, déficit, crisis, … Y lo seguirá haciendo si no corrige su estrategia científico-tecnológica. El real desafío de la economía argentina no es resolver las crisis, sino evitar el estancamiento. El estancamiento es lo que conlleva al déficit, que luego deriva en las crisis.  ¿Por qué ocurre el estancamiento? Porque nuestras actividades económicas no se actualizan al ritmo necesario, impuesto por el progreso mundial. La Argentina no logró sostener un proceso de aprendizaje tecnológico y productivo a velocidad competitiva. En consecuencia, nuestros productos y servicios valen cada vez menos en los mercados globales. Esa es la razón más profunda de por qué somos cada vez más pobres como país (en PBI per cápita, además de nuestros serios problemas de distribución). Después de cada crisis, cuando logramos estabilizar la economía, se produce un rebote. Una rápida recuperación que ocurre porque se vuelven a poner en acción las actividades que se frenaron en la crisis. Pero son las mismas actividades, con pocas o nulas mejoras. Por lo tanto, ese crecimiento económico encuentra rápidamente un techo de productividad, que deriva en el estancamiento de la economía, que gesta la siguiente crisis… Es una película que ya vimos muchas veces”. 

Cómo aumenta la inversión en ciencia de los países

Para Stefani, la única manera de evitar el estancamiento y generar crecimiento económico sostenido en el tiempo es mediante mejoras continuas de las actividades económicas. “¿Y cómo se mejoran las actividades económicas? Con mejores tecnologías, no hay otro modo. ¿Y cómo vamos a conseguir mejores tecnologías? Aquí llegamos a un punto sobre el que existe una gran confusión en la política local. Aún hoy, muchos creen que se puede comprar la tecnología que uno necesita. Falso. Solo es posible comprar la tecnología que estén dispuestos a vendernos. Y nadie vende una tecnología que es clave para su propia competitividad. Esto es algo obvio en el ámbito militar y de defensa, pero ocurre en todas las áreas. En la competencia comercial, ninguna empresa vende alegremente una tecnología crucial para su competitividad. Lo vimos durante la pandemia. Todos los países querían comprar vacunas, sin que les importara el precio, pero no lo consiguieron hasta que los dueños de la tecnología no tuvieron garantizada la inmunización de su propia población. Es decir, que no se puede comprar la tecnología que  uno quiere. En general, se accede a tecnologías amortizadas, que limitan la competitividad, o a tecnologías controladas por el proveedor para generar dependencia”.

Pero si bien, según la visión de Stefani, ningún gobierno desde la vuelta de la democracia logró establecer una política científico-tecnológica-productiva competitiva, sí hubo algunos que por lo menos pusieron el tema en agenda e hicieron intentos de establecer tecnologías estratégicas y desarrollarlas. “El gobierno de LLA no desplegó ninguna estrategia nacional para el desarrollo de tecnologías ni de la actividad científica que es absolutamente necesaria como eslabón inicial para comprender las nuevas y desarrollar las propias –subraya–. Es un tema ausente o abordado de manera superficial y/o ingenua (como en el caso de reactores nucleares para abastecer servidores de inteligencia artificial). Por ejemplo, el esquema de RIGI brinda ventajas muy significativas para inversiones de magnitud y largo plazo, pero no incluye ninguna contraprestación o instrumento para que esas inversiones mejoren las capacidades tecnológicas locales”.

Y concluye: “El rol de los gobiernos es crítico para que ocurran esos procesos de aprendizaje. No se generan de manera espontánea por demanda del mercado. Eso es así en todo el mundo y sobre todo en países atrasados, que requieren políticas decisivas para que esto funcione. Como indica el informe, 2024 transcurrió con fuertes reducciones salariales y sin financiamiento de los proyectos de investigación. Fue un año de supervivencia, donde muchos grupos de investigación lograron trabajar con lo que tenían en la heladera, en los drogueros, o analizando datos adquiridos en años anteriores. Pero, desde luego, eso tiene un límite, y 2025 se presenta con un escenario realmente preocupante. Si el gobierno de LLA no revisa su falta de estrategia científico-tecnológica, no solo dejará todo listo para la siguiente crisis, sino que destruirá capacidades de investigación científica y desarrollo tecnológico que son realmente difíciles de recuperar, y dejará a la Argentina aún más débil, incapaz, y retrasada desde el punto de vista tecnológico”.

El informe del grupo EPC, con información precisa de los diferentes organismos y de su distribución por regiones, puede leerse completo en https://grupo-epc.com/informes/analisis-presupuestario-del-sncti-diciembre-2024/