“El brote de dengue está aumentando exponencialmente. Y todos casos autóctonos: de Belgrano, de Villa Urquiza… A diario estamos viendo cinco, seis, siete pacientes… Justo ayer atendí a uno que vive a una cuadra de mi casa. Y ya tenemos algunos internados. Hasta uno que se contagió hace un mes dentro del hospital”.
Números difundidos ayer a la noche por el Ministerio de Salud de la Nación confirman este panorama ofrecido informalmente por un especialista que prefiere mantener su nombre en reserva: hasta la semana epidemiológica del 12 al 18 de marzo, se habían notificado en el país 9.388 casos de dengue, de los cuales 8.504 adquirieron la infección en la Argentina. Hasta el momento, el virus está circulando en 13 jurisdicciones: Buenos Aires (3 localidades), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Catamarca (2), Chaco (2), Corrientes (2), Córdoba (1), Entre Ríos (1), Formosa (2), Jujuy (3), Salta (9), Santa Fe (16), Santiago del Estero (6) y Tucumán (15).
Para ponerlo en contexto, el número de notificaciones (2000 por semana en las últimas cuatro) es superior al de los últimos dos años, pero un 30 por ciento menor comparado con el mismo período de 2020 que fue el año en que se produjo la mayor epidemia en nuestro país desde la reemergencia de la enfermedad en 1998.
“Inusual no es –aclara Tomás Orduna, exjefe del Servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero del Hospital Muñiz–. Es la cuarta vez que vamos a tener alto número de casos. En 2009, 2016 y 2020 (esta última un poco solapada con la de Covid) tuvimos tres epidemias grandes. Entremedio están los años ‘interepidémicos’. Este parecía que iba a entrar más en esa categoría, porque estábamos arrancando marzo con un movimiento muy discreto, pero ahora pegó un giro rampante. En una semana duplicamos la cantidad de casos y nos quedan dos meses [de circulación del virus], entonces hay que prepararse. Es decir, tratar de tener los equipos de salud, la infraestructura, los kits de diagnóstico, porque por ahí en las próxima dos o tres semanas hay alguna lluvia de por medio, algo que favorece la eclosión de mosquitos y eso nos puede llevar a una situación mucho más importante que la actual”.
Según el experto, las cifras van a seguir creciendo “porque prácticamente se duplicaron los casos en menos de una semana. El boletín epidemiológico del 19 de marzo daba cuenta de alrededor de 5000 casos en el país y dos días después esto estaba prácticamente en 10.000, de acuerdo con la información que nos brindó Epidemiología del Ministerio de Salud de la Nación, una situación que se está viendo reflejada en CABA, y también en Santa Fe, Tucumán y Córdoba. Y hay que tener en cuenta que estamos en el momento de máxima actividad [del mosquito Aedes aegypti, que es el vector], pero lamentablemente todavía nos restan casi dos meses, porque [los brotes] suelen prolongarse hasta fines de mayo. En general, los momentos de máxima incidencia suelen ser en marzo y abril. Si uno mira lo que pasó en 25 años, desde que irrumpió la enfermedad en el verano 1997/98, en general son los meses en los que tenemos los números más altos. Coinciden con la temporada de abril de 1871, que en la epidemia de fiebre amarilla de la Ciudad de Buenos Aires fue el momento de máxima incidencia, en aquel momento también por transmisión de Aedes aegypti. Estamos arrancando la semana con casi 10.000 casos comunicados y quedan dos meses de actividad del mosquito; es para pensar que va a ser un año por lo menos similar a 2009”.
Otros especialistas lo confirman. “Si, están aumentando [los casos] –comenta José Barletta, infectólogo del Hospital Fernández–. Por ahora, no diría que el número es algo que no hayamos visto otros años, tal vez si en casos complicados que, aunque no tengo claro porqué se producen, podrían atribuirse a la circulación de otros serotipos (el Den-2 se asocia más con formas graves, por ejemplo), y también que quienes ya lo tuvieron tienen más riesgo. A más años de circulación sostenida, más personas con inmunidad parcial que se reinfecta y puede complicarse”.
Ante la consulta, varios coinciden. Como Pablo Scapellatto, del Hospital Santojanni: “Sí, aunque no diría que estamos ‘tapados’, de dengue, estamos viendo más, sin duda”. Martín Hojman, del Hospital Rivadavia: “No tengo estadísticas, pero llegan más pacientes”. Y Leda Guzzi, miembro de la comisión de comunicación de la Sociedad Argentina de Infectología: “Sí, está aumentando bastante, más que en el último pico”.
De hecho, el Hospital de Enfermedades Infecciosas Francisco Javier Muñiz, ya destinó una sala especial para dengue. “Nosotros siempre ‘nos adelantamos’ para dar respuesta a cualquier situación de brote o epidemia –destaca Orduna–. Por una cuestión lógica: el hospital fue creado con ese leitmotiv, como casa de aislamiento, esencialmente para CABA, pero también para asistir al primer y segundo cordón del Gran Buenos Aires cuando empieza a haber aumento de alguna patología infecciosa. En principio, vemos mayor frecuencia de casos y por eso se decide un acomodamiento del hospital para asistir tanto en atención ambulatoria, como en internación general, y para tener las terapias intensivas preparadas para una eventual necesidad habida cuenta de lo que está ocurriendo”.
Además de dengue, este año está circulando el virus chikungunya, también transmitido por el mismo mosquito y que provoca intensos dolores articulares. Según informó el Ministerio de Salud, hasta el momento se registraron 528 casos en cinco jurisdicciones (Buenos Aires, CABA, Corrientes, Córdoba y Formosa). De éstos, 166 adquirieron la infección en el país, 129 se encuentran en investigación y 233 se contagiaron en el exterior. "A ojo de buen cubero –comenta Orduna–, de cada diez casos que vemos, uno es de chikungunya".
El dengue es una enfermedad viral transmitida por la picadura del Aedes, que lo adquiere al alimentarse con sangre de una persona infectada. Luego de 8 a 12 días puede transmitirlo a una persona sana también a través de la picadura. Sus síntomas son fiebre acompañada de dolor detrás de los ojos, de cabeza, muscular y de articulaciones, náuseas y vómitos, cansancio intenso, aparición de manchas en la piel y picazón y/o sangrado de la nariz y encías.
Los síntomas de la fiebre chikungunya comienzan generalmente de 3 a 7 días después de la picadura del mosquito. El más común es la aparición repentina de fiebre, a menudo acompañada de dolor en las articulaciones. También se puede presentar con dolor muscular, cefalea, náuseas, fatiga y erupción cutánea. El fuerte dolor en las articulaciones por lo general dura unos pocos días, pero puede llegar a persistir durante meses, afectando la recuperación total y el regreso a las actividades cotidianas. Es importante consultar con el médico y no automedicarse.
El Ministerio de Salud también distribuyó recomendaciones para prevenir ambas infecciones. La medida más importante es la eliminación de los criaderos de mosquitos; es decir, de los recipientes (incluso muy pequeños, como las tapitas de gaseosas) que juntan agua, tanto en el interior de las viviendas como en sus alrededores. Si éstos no pueden descartarse, hay que evitar que el mosquito ingrese a su interior (tapando tanques, aljibes y/o cisternas) dar vuelta los baldes y palanganas, vaciar y cepillar las canaletas, portamacetas y bebederos. También es recomendable colocar tela mosquitera en las rejillas.
Para evitar la picadura del mosquito se recomienda utilizar repelente, usar ropa de manga larga y colores claros. Para proteger a los bebés, colocar redes o tules sobre cunas y cochecitos. En las viviendas, utilizar mosquiteros en puertas y ventanas, y repelentes ambientales como tabletas (en el interior) o espirales (en el exterior).
La fumigación está indicada sólo en situación de brote, ya que el insecticida sólo sirve para eliminar mosquitos adultos que están transmitiendo la enfermedad, pero no los huevos, larvas y pupas; por lo que no es suficiente para controlar estas enfermedades.
Por consultas, la línea telefónica gratuita para todo el país es el 0800-222-0651.