Aunque la leche materna es considerada un fluido vivo que contiene nutrientes y sustancias bioactivas que favorecen el crecimiento y desarrollo del recién nacido, transmite defensas para disminuir el riesgo de infecciones y fortalece el vínculo familiar, un cúmulo de factores entre los que sobresalen lo exiguo de las licencias por maternidad, las dificultades que impone la vuelta al trabajo, la casi ausencia de lactarios en ámbitos laborales, y algunos mitos y prejuicios extensamente difundidos conspiran en contra de esta forma de alimentación recomendada con énfasis por todos los organismos y profesionales de la salud.
La buena noticia es que, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Lactancia Materna (Enalac), elaborada por el ex Ministerio de Salud de la Nación, esta alimentación ofrecida en exclusividad hasta los seis meses pasó de ser un privilegio del 30% de los bebés en 2011 al 45% en 2022.
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La mala es que todavía un 55% de los bebés no la reciben en exclusividad, poco más del 40% solo se alimentan con leches maternizadas y, según la segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (Ennys), cuatro de cada 10 consumen leche de vaca antes del año de vida, algo que está terminantemente desaconsejado porque carece de la calidad nutricional para esa etapa de la vida. La Asamblea Mundial de Salud se puso la meta de alcanzar al menos el 50% de lactancia exclusiva hasta los seis meses para 2025.
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Las virtudes del amamantamiento y las dificultades para ofrecerlo a todos los recién nacidos fueron tema de un taller sobre nutrición en los primeros meses organizado por la compañía Danone en Purmamarca, Jujuy, en el que El Destape fue invitado a participar.
“Por el estudio de la epigenética, hoy sabemos que los genes proponen y el ambiente dispone –explicó Omar Tabacco, médico pediatra gastroenterólogo y expresidente de la Sociedad Argentina de Pediatría–. Esto es claramente lo que ocurre durante los primeros mil días. La microbiota [el conjunto de microorganismos benéficos que se alojan en el intestino] programa el metabolismo para toda la vida. Lo mejor que le puede pasar a un pibe es tomar la teta. Todas las organizaciones sanitarias promovemos esto. La leche es un tejido biológico cambiante, tiene más prebióticos y probióticos que la fórmula. Es la mejor forma de evitar la obesidad en la adultez. Está demostrado que las intervenciones precoces son más efectivas que el tratamiento de este cuadro”.
En el conjunto de bacterias, levaduras, hongos, virus y otros microorganismos intestinales, predominan las Bifidobacterium y Lactobacillus, que el bebé adquiere al pasar por el canal vaginal durante el parto y durante la lactancia. “La leche materna es como una ‘siembra directa’ que prepara el escenario para una infancia saludable –dijo Tobacco–. Es mucho más que nutrientes, cambia entre poblaciones rurales y urbanas, en el norte de Europa y en el hemisferio Sur. Tiene células, oligosacáridos… y la capacidad de mejorar la microbiota de un recién nacido por cesárea”.
Ya mil quinientos años antes de nuestra era, el papiro de Ebers, uno de los más antiguos tratados médicos de que se tenga registro, recomendaba la leche materna para curar quemaduras y eliminar sustancias nocivas del sistema digestivo. Hoy, las virtudes de ese "cóctel" maravilloso de más de 200 componentes, que todavía sigue sorprendiendo a los investigadores, ya quedaron fuera de discusión. Se lo considera el paradigma de los alimentos funcionales: le ofrece al bebé los nutrientes esenciales que necesita para crecer y desarrollarse tanto desde el punto de vista físico como cognitivo, y hasta va cambiando a lo largo del día y a medida que éste crece para adecuarse a sus necesidades.
Con semejante cúmulo de beneficios, resulta difícil de entender que a lo largo de los siglos la lactancia haya sufrido el influjo de modas bizarras. Por ejemplo, en la Grecia clásica, el Imperio Romano, y desde el 1500 hasta el siglo XVIII en Inglaterra y Francia, amamantar estaba mal visto. Las mujeres de las clases más acomodadas lo dejaban en manos de nodrizas: además de creer que estropeaba la figura y envejecía, esas damas lo consideraban indigno y propio de animales.
A fines del Siglo XIX, con el auge de la industria química, se promovió la idea de que la leche “de fórmula” era un producto más perfecto que el natural. Se instó a las madres a reemplazar la mama por el biberón y hasta se llegó a indicarles que se administraran inyecciones para interrumpir la lactancia. Hasta que el proceso de revisión que impulsaron las investigaciones sobre las propiedades de este “producto” desarrollado por miles de años de evolución mostró la importancia de recomendarla efusivamente.
El año pasado, durante la Semana Mundial de la Lactancia, que se celebra en agosto, en un documento titulado “Lactancia natural, más allá de los seis meses”, la Sociedad Argentina de Pediatría destacó que “la leche humana previene infecciones respiratorias y digestivas en los lactantes, reduce el riesgo de hospitalización, mientras que, a largo plazo, disminuye el riesgo de sobrepeso en un 26% y de diabetes tipo dos en un 35%”.
La recomendación coincide con los lineamientos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que aconseja la lactancia materna como la “forma óptima de alimentar a los bebés y afirma que “amamantar por seis meses o más se asocia con una reducción del 19% en el riesgo de leucemia en la niñez, comparado con un período más corto o con no amamantar”, y que “los bebés que son amamantados tienen un 60% menos de riesgo de morir por síndrome de muerte súbita infantil”.
La Enalac es un estudio observacional realizado en el subsistema público de salud de las 24 jurisdicciones del país. En la última edición (2022) se vio que aproximadamente 9 de cada 10 chicos de 0 a 6 meses de edad recibían lactancia (91,7%) y la mitad lo hacía en forma exclusiva (53,2%); pero ese porcentaje desciende a medida que aumenta la edad de los lactantes, pasando de 53,5% a 44,6% en los de 2 y 6 meses, respectivamente, detalla el documento.
Respecto de los motivos que esgrimen las madres para abandonar esa práctica, mencionan “me quedé sin leche”, “el niño o la niña dejó solo/a”, “se quedaba con hambre”, “tuve que salir a trabajar” y “era muy difícil amamantar y sostener mis otras tareas”.
Paola de los Santos, puericultora universitaria y psicóloga social especializada en el acompañamiento de la maternidad y autora de Yo doy la Teta (Editorial Penguin), explicó que a veces las mujeres necesitan acompañamiento para iniciar y sostener el amamantamiento porque, especialmente en ámbitos urbanos, se encuentran lejos de “lo natural”.
“Surgen muchas dudas e incertidumbre que pueden conspirar contra una lactancia exitosa y placentera –comentó–. ¿Me tengo que preparar para la lactancia? ¿Cómo sé si voy a tener suficiente leche? ¿Y si no quiero dar la teta, qué hago?, son algunas de las preguntas que motivan la consulta”.
De acuerdo con De los Santos, menos del 5% de las mujeres se ven impedidas de amamantar por problemas médicos, pero se presentan una serie de alternativas que pueden producir dolor físico y emocional que se vive en soledad. “Las tetas vienen preparadas. Puede fallar, hay formas de la glándula mamaria más pequeña (alrededor del 25%) que pueden asociarse con dificultades de amamantamiento, pero la mayoría de las veces funciona; incluso hay mujeres que adoptan bebés muy chiquitos que pueden estimularse para lactar –afirmó–. La ‘bajada’ de la leche se da entre el segundo y el quinto día. Las mujeres son dueñas de su cuerpo y pueden negarse, pero ese proceso se va a dar igual. En ese caso, necesitan asesoramiento, atención respetuosa y humanizada. Les tienen que indicar una medicación que inhiba la lactancia”.
Un bebé debería amamantarse entre 8 y 12 veces por día, en las que recibe alrededor de 60 ml de leche por toma. La secreción inicial tiene más agua que grasa, y la final, al revés. La constatación de que es suficiente se ve en la balanza y las horas de sueño. “Si el bebé crece y duerme bien, quiere decir que la cantidad es adecuada”, destacó la puericultora.
Casi no hay motivos médicos para no amamantar. Las embarazadas, las que viven con VIH en niveles indetectables, las que pasaron por una cirugía pueden hacerlo. Pero el amamantamiento no depende sólo de las mujeres, ya que se necesitan contextos amigables que lo hagan posible. Si bien la leche humana puede mantenerse cuatro horas por debajo de los 25° C, hasta seis o siete días en la heladera, y hasta seis meses en el freezer, extraerla durante el horario laboral es muy complicado. Según una encuesta de Voices de 2018, el 65% lo hace en un baño, y las hay que hasta deben hacerlo en las condiciones más inverosímiles, como un viaje en auto entre compromisos.
Nuestro país cuenta con un nutrido andamiaje legal para salvaguardar la lactancia materna cuyo incumplimiento está naturalizado. “Los derechos humanos son universales, indivisibles, inalienables, irrenunciables e interdependientes. Son de carácter vinculante y podemos exigirlos directamente como personas individuales o sujetos colectivos. La alimentación con dignidad es un derecho humano fundamental. No es una concesión del Estado, sino que lo tenemos todas las personas por el hecho de existir –subrayó Geraldine Alali, abogada especializada en acceso a la salud–. Está garantizado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (del cual la Argentina es estado parte, no puede incumplirlos ni generar limitaciones), del Pacto de San José de Costa Rica, de la Convención de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y la Convención de los Derechos del Niño, entre otras normas”.
La ley nacional N° 26.873 de promoción de la lactancia materna establece que durante el primer año a partir del nacimiento del bebé las madres tienen derecho a dos pausas diarias (de media hora cada una en el sector privado y una hora cada una en el público) para amamantar, o pueden descontar esos descansos de la jornada laboral. Además, la Dirección de Salud Perinatal y Niñez recomienda la “instalación de un Espacio Amigo de la Lactancia (EAL) permanente en todo ámbito de trabajo donde se desempeñen 20 o más personas con capacidad de gestar o en edad fértil”.
El 61,2% de las gestantes participan del mercado laboral, ya sea porque están trabajando o porque están buscando hacerlo, pero el 10% terminan abandonando por carecer de estas facilidades. “No hay un vacío de normas, lo que pasa es que no se cumplen”, destacó Alali.
Los especialistas insistieron en todo momento en que la lactancia materna es lo ideal no solo para el bebé, sino también para la mamá (en ella, disminuye el riesgo de diabetes, hipertensión, cáncer de mama y ovarios, osteoporosis, sangrado y depresión posparto, además de estimular la liberación de oxitocina, hormona vinculada con sentimientos de empatía y placer). Pero si es imposible de sostenerla o insuficiente para satisfacer las necesidades nutricionales del bebé, en ningún caso debería recurrirse a la leche de vaca, ni pura ni diluida, antes del año de vida, sino que habría que incorporar alguna fórmula infantil teniendo en cuenta la edad, las condiciones socioeconómicas y la disponibilidad local.
“Las leches de vaca, de otros mamíferos o vegetal, promueve deficiencias nutricionales (de hierro, zinc, vitaminas A, C, D y E, aminoácidos y ácidos grasos esenciales) –detalla Tabacco–, y una ingesta excesiva de sodio, potasio y proteínas. No se deben ofrecer antes del año de vida. Además, dado que su contenido de oligosacáridos es significativamente menor y distinta su composición respecto de la leche humana, es probable que su consumo genere una microbiota diferente y menos funcional. Predispone a la obesidad y al daño renal, y puede generar microhemorragias que le hacen perder hierro al bebé”. Por otra parte, la leche de vaca no contiene ácidos grasos esenciales en cantidades suficientes, que son necesarios para el desarrollo neurológico y del sistema visual del lactante.
Con respecto a las leches “maternizadas”, Tabacco comentó que en los últimos 30 años se avanzó en el desarrollo de compuestos bioactivos (probióticos, prebióticos, sinbióticos y posbióticos) capaces de otorgarles algunas de las funcionalidades de la leche materna. Y concluyó: “Somos Salieris de la naturaleza: le robamos algunas notas, algunas melodías, pero no vamos a superarla; la leche materna es imposible de reproducir en una fórmula”.
Mitos y verdades en torno de la lactancia materna (Fuente: Unicef)
- Es fácil y espontáneo
En realidad, requiere cierta práctica, y exige espacio y apoyo de la familia y la sociedad
- Es habitual que duela, hay que soportarlo
Puede haber algún malestar inicial, pero si persiste, es conveniente consultar para mejorar la técnica o resolver posibles problemas.
- No tengo leche
Es algo muy poco frecuente; la mayoría de las mujeres producen la cantidad adecuada si la mama se estimula de forma adecuada y con la frecuencia necesaria.
- Los bebés amamantados son más apegados
Eso no depende del modo de alimentación.
- Mientras se amamanta, hay que comer muy liviano
Las mamás que amamantan necesitan una dieta balanceada y, por lo general, no hay necesidad de cambiar hábitos. Los bebés están expuestos a las preferencias alimentarias de sus madres desde que están en el útero. Si presentaran una reacción a un alimento específico, consultar.
- No podrás amamantar a menos que lo hagas de inmediato
Es más fácil comenzar desde la primera hora después del parto, porque en ese momento los reflejos del bebé son muy fuertes y están listos para aprender. Pero si no se pudo, hay que tratar de hacerlo a la brevedad, teniendo un contacto frecuente piel con piel y poniendo el bebé al pecho.
- Si estás enferma, no amamantes
Hay que consultar, pero dependiendo de la patología, generalmente se puede continuar con la lactancia. En muchos casos, las madres le pasarán a su bebé los anticuerpos que produjeron para afrontar sus enfermedades y lo ayudarán a desarrollar sus propias defensas.
- No podés tomar ningún medicamento durante la lactancia
Es importante informar al médico y al pediatra que estás amamantando y leer las instrucciones del fármaco. Puede ser necesario que la toma de medicamentos sea a una hora o en una dosis específica, o decidir una formulación alternativa.
- Si amamantas a tu bebé más de un año, después es difícil destetarlo
No hay evidencias que avalen esa idea. La Sociedad Argentina de Pediatría aconseja amamantar hasta los dos años, ya que es beneficioso tanto para las madres como para los chicos. Como todos los casos son diferentes, lo mejor es que cada mujer tome la decisión que mejor se adapte a su bebé, a su familia y a su circunstancia vital.