El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), compuesto por cientos de los principales científicos del clima del mundo, terminó ayer a la noche y presentó este lunes en Suiza una síntesis de sus informes de evaluación de su sexto ciclo, iniciado en 2016 .
Compilar la revisión exhaustiva del conocimiento científico en este tema llevó ocho años y miles de páginas, pero su mensaje es claro: cada vez se cierra más la ventana de oportunidad para evitar males mayores que los que ya estamos advirtiendo, como temperaturas, tormentas y sequías extremas.
“Este informe es un llamado de atención (…). La humanidad está caminando sobre hielo fino... y se está derritiendo rápido (...) Nuestro mundo necesita acción climática en todos los frentes: todo, en todas partes, todo a la vez”, dijo el secretario general de la ONU, António Guterres.
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El documento incluye las principales conclusiones de los tres informes de los grupos de trabajo de 2021 y 2022 ("Bases físicas", "Impactos, adaptación y vulnerabilidad", y "Mitigación del cambio climático") y de los tres informes especiales de 2018 y 2019 ("Calentamiento global de 1,5 °C", "El cambio climático y la tierra", y "El océano y la criosfera en un clima cambiante").
Coinciden en que es necesario movilizar todos los esfuerzos disponibles para facilitar la cooperación internacional, implementar y cumplir las regulaciones gubernamentales, facilitar el intercambio tecnológico en las redes de ciudades y empresas, innovar en las finanzas e involucrar a las comunidades. Enfatizan que es imperiosa una acción “a corto plazo” (antes de 2040), con mitigación y adaptación rápidas y ambiciosas, aunque requieran grandes inversiones iniciales y causen impactos disruptivos en las sociedades actuales.
En el habitual “Resumen para tomadores de decisión”, se establece que para no superar el grado y medio de aumento de la temperatura global, se requieren reducciones sustanciales en la emisión de gases de invernadero (en especial, dióxido de carbono) en torno del 48% para 2030, del 65% para 2035, del 80% para 2040 y del 99% para 2050.
“El IPCC es un ejemplo de diálogo entre la ciencia y la política que integra el conocimiento humano sobre el cambio climático de escala global, lo sintetiza, evalúa e integra para facilitar la comunicación de esta información a los tomadores de decisiones –explicó la meteoróloga argentina Carolina Vera, vicepresidenta del Grupo de Trabajo I del organismo internacional–. Es el séptimo reporte que elaboramos. Los primeros tres estuvieron focalizados en temas específicos, como el aumento del calentamiento, los impactos en la Tierra, y la problemática de los océanos y la criosfera. A esos, se les sumaron los que se llaman ‘generales’: uno que tiene que ver con la base física del clima, otro sobre vulnerabilidad y adaptación, y otro sobre mitigación. Esta síntesis viene a integrar de manera transversal las conclusiones de todos los otros”.
En suma, los científicos analizaron dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos. La conclusión no deja lugar a dudas: las tendencias actuales son incompatibles con un mundo sostenible y equitativo.
“Tenemos más de un siglo de quema de combustibles fósiles y de un uso insostenible de la tierra y de la energía, además de desigual –explicó Vera–. Esto nos llevó a un calentamiento global de alrededor de 1,1 °C, lo que dio lugar a fenómenos meteorológicos y climáticos extremos más frecuentes e intensos que ya percibimos sin necesidad de estudios científicos. El impacto no sólo se siente en los sistemas naturales, sino también en las personas y en sus bienes en todas las regiones del planeta”.
Con un aumento de las emisiones que no cesa a pesar de los acuerdos que se firman año tras año, está claro que el ritmo y la escala de lo que se viene haciendo son insuficientes para hacer frente a las distorsiones. “Si bien hay avances (alrededor de 170 países ya fueron evaluados y tienen por lo menos algo pensado, planeado o implementado para la adaptación), todavía no estamos lo suficientemente preparados para enfrentar los peligros y amenazas de hoy y las que deberemos sortear a futuro –subrayó Vera–. Por otra parte, ya se alcanzaron algunos límites en nuestra capacidad de adaptación. Por ejemplo, en los ecosistemas costeros y en las regiones de alta montaña”.
Los análisis indican que es probable que la temperatura media global alcance el grado y medio de aumento por encima de los niveles preindustriales en la primera mitad de la década de 2030, algo que los investigadores pueden estimar cada vez con mayor precisión. “Los avances científicos muestran que entendemos mejor cómo será el futuro dependiendo de las decisiones y acciones que tomemos hoy –destacó Vera–. Una diferencia de este reporte con los anteriores es que pudimos establecer proyecciones no sólo con horizontes temporales, sino con niveles de calentamiento. Sabemos dónde estamos hoy (1,1 °C de aumento) y que será necesario y deseable no superar 1,5 °C”.
Con cada pequeño aumento de la temperatura global crece el riesgo de impactos, y las pérdidas y daños ocasionados. Además, cuando éstos se combinan con otros eventos adversos no climáticos (como situaciones económicas vulnerables o una pandemia), se produce una cascada de impactos cada vez más difíciles de manejar.
“Las pérdidas y daños ya son parte de nuestro presente y futuro, y afectan y afectarán especialmente a los ecosistemas y a las personas más vulnerables –dijo Vera–. Todavía hay ventanas [de oportunidad] para que se tomen acciones que marquen una diferencia, pero hay que tener en cuenta que las opciones para adaptarnos se vuelven cada vez más restringidas y menos efectivas con cada aumento de la temperatura global. Es más difícil adaptarse y más difícil implementar acciones en un mundo cada vez más caliente, y algunos cambios, que podrían ser irreversibles en miles de años, pueden limitarse si se ejecutan reducciones profundas, rápidas y sostenidas de las emisiones de gases de efecto invernadero”.
Entre los impactos ya irreversibles Vera mencionó el aumento del nivel del mar y la pérdida de los casquetes de hielo de Groenlandia y la Antártida. Algo similar ocurre con algunos ecosistemas y especies.
“El cambio climático es una amenaza para el bienestar humano, para nuestros medios de vida, para la economía global y también para la naturaleza de la cual dependemos para vivir y prosperar”, comentó la científica, al tiempo que subrayó que un capítulo del reporte está dedicado a la justicia climática. Los países y personas vulnerables, que menos contribuyeron al cambio, son los más afectados.
Y concluyó: “Si bien existe la posibilidad de evitarlo, las probabilidades de que superemos el aumento de más de un grado y medio son altas. El desafío mayor para el desarrollo sostenible es articular acciones en el nivel regional, nacional e internacional. Las de la sociedad civil, el sector público y el privado. Es necesario integrar medidas para adaptarse al cambio climático con acciones para reducir o evitar las emisiones de gases de efecto invernadero. Necesitamos estrategias que nos permitan reducir las emisiones, adaptarnos y que permitan mejorar la salud, los medios de subsistencia de las personas, reducir la pobreza, el hambre y proporcionar energía y agua limpias. Hay múltiples opciones que ya existen, factibles, efectivas y de bajo costo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. También se destacan las acciones que tienen que ver con el uso de la tierra, porque se multiplicaron la diversidad de la agricultura y las opciones de gestión del agua, que incluye no solo la parte tecnológica sino también la gobernanza. Pero hay un problema, que eso se está haciendo en forma fragmentada. Necesitamos nuevas soluciones, más creativas. La capacidad global financiera alcanza para esta empresa, pero necesitamos mejorar la distribución en todo el planeta, especialmente en los países en desarrollo y menos desarrollados, donde las deficiencias financieras y las oportunidades son mayores”.
Puntos sobresalientes del informe
- La temperatura global aumentó más rápido desde 1970 que en cualquier otro período de 50 años en los últimos 2000 años. En 2019, las concentraciones de CO2 en la atmósfera fueron más altas que en cualquier momento en, al menos, dos millones de años.
- El uso de combustibles fósiles está impulsando abrumadoramente el calentamiento global. En 2019, alrededor del 79% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero provenía de la energía, la industria, el transporte y los edificios, y alrededor del 22% provenía de la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra.
- El cambio climático está causando estragos, pero algunas personas y lugares se ven más afectados. Hay alrededor de 3300-3600 millones de personas que viven en contextos altamente vulnerables al cambio climático. Éstas tenían 15 veces más probabilidades de morir por inundaciones, sequías y tormentas entre 2010 y 2020 que las que viven en regiones con baja vulnerabilidad.
- El cambio climático redujo la seguridad alimentaria y afectó la del agua. Los eventos de calor extremo están aumentando las tasas de mortalidad y enfermedades.
- A partir de 2010-2019, los costos unitarios de la energía solar y eólica disminuyeron en un 85% y un 55%, respectivamente, y los costos unitarios de las baterías de iones de litio cayeron un 85%.
- Una tierra más caliente no secuestra tanto carbono; se prevé que los sumideros de carbono naturales de la tierra y el océano absorban una proporción decreciente de CO2.
- Si se retrasa la acción, los sistemas humanos y naturales adicionales alcanzarán los límites de la adaptación.