China aprovechó la conferencia de cinco días de duración sobre biodiversidad de las Naciones Unidas celebrada en la ciudad de Kunming para celebrar sus logros en la protección de hábitats y la mejora de su historial medioambiental. A pesar de los avances, sigue habiendo una brecha entre la retórica oficial y la realidad.
La semana pasada, durante las conversaciones para asegurar un pacto global más allá de 2020 para revertir la pérdida de especies en la capital de la provincia suroccidental china de Yunnan, el presidente Xi Jinping anunció el lanzamiento de un nuevo fondo de biodiversidad de 1.500 millones de yuanes (233 millones de dólares), así como un plan de refuerzo para parques nacionales.
"China sigue un camino ecológico para el desarrollo sostenible y ya ha conseguido logros notables", dijo el viceprimer ministro chino, Han Zheng. Pekín situará la biodiversidad a partir de ahora en el centro de la toma de decisiones políticas y económicas, dijo.
La propia provincia de Yunnan promete revertir los daños causados a sus frágiles ecosistemas locales en las últimas cuatro décadas, empezando por Dianchi, un lago de agua dulce de 300 kilómetros cuadrados —uno de los más grandes de China— situado a una milla del centro donde se celebró la cumbre de Kunming.
Una década de esfuerzos y miles de millones de dólares de gasto en Dianchi han fructificado en 28 plantas depuradoras que procesan más de 2 millones de toneladas de aguas residuales al día. Se han creado parques de humedales y se han rehabilitado los ríos contaminados que bordean el lago.
Sin embargo, aunque la calidad del agua ha pasado de ser "inferior al grado V", es decir, no apta para el uso industrial, sigue siendo de grado IV, es decir, sigue estando gravemente contaminada y es peligrosa para el ser humano. Las autoridades de la provincia de Yunnan no pudieron dar una fecha para su mejora. Los científicos afirman que décadas de residuos industriales y domésticos sin tratar han arruinado el ecosistema.
"Por supuesto, nuestro objetivo es hacer que el agua sea cada vez mejor, pero científicamente hablando, a corto plazo va a ser difícil llegar al grado III", dijo Huang Yuhong, vicedirector de un instituto de investigación local dedicado a la protección del lago.
China divide la calidad del agua en cinco grados, siendo el grado III apto para el contacto humano y el consumo.
El Gobierno central ha acusado a las autoridades locales de no haber desarrollado una "clara comprensión de la frágil y sensible realidad" del medio ambiente local.
Un equipo de inspección enviado por Pekín dijo en julio que el "espacio ecológico" alrededor de Dianchi estaba siendo "severamente exprimido". También acusó a los promotores inmobiliarios locales de convertir la zona protegida de la montaña de Changyao, situada en la orilla sureste del lago, en una "montaña de cemento".
Durante una visita a Changyao, foógrafos Reuters no fueron autorizado a tomar imágenes y tuvieron que abandonar la zona forzados por un grupo de hombres que se negaron a identificarse.
La actividad inmobiliaria al otro lado de la montaña sigue en marcha, con grúas que siguen trabajando en hileras de bloques de apartamentos a medio terminar levantados en las laderas más altas.
OBJETIVOS DE PROTECCIÓN
En Dianchi, las autoridades también están tratando de reintroducir más barbos dorados, un pez autóctono del lago casi extinguido por la contaminación y las especies invasoras.
En todo el país, China ha añadido 500 especies a su lista de animales protegidos, con lo que el total asciende a 980, pero muchas siguen estando amenazadas.
China ha avanzado en la protección de mamíferos tan famosos como los elefantes y los pandas gigantes, pero según los últimos datos nacionales disponibles, más de una quinta parte de las 4.357 especies de vertebrados de China están en peligro, incluido el 43,1% de los anfibios autóctonos. Casi el 11% de las 34.450 especies vegetales observadas también están en peligro.
Las reservas naturales de China suponen actualmente el 18% del territorio total del país, sobre cuyo 25% ha trazado lo que llama una "línea roja de protección ecológica".
Estados Unidos y otros países han aceptado un llamamiento de Naciones Unidas para proteger el 30% de sus territorios nacionales para 2030, pero China aún no se ha comprometido, ya que se enfrenta al reto de alimentar a una cuarta parte de la población mundial con menos de una décima parte de la tierra cultivable del mundo.
Gao Jixi, miembro del Ministerio de Medio Ambiente chino y uno de los artífices del plan de la "línea roja", dijo que cree que Pekín aún es capaz de aumentar las áreas protegidas a más del 30% del territorio nacional.
"Para 2030, personalmente creo que finalmente se alcanzará el 30%. Ya sea en tierra o en mar, definitivamente se alcanzará ese objetivo", dijo a Reuters en una entrevista.
"Mi opinión es que cada país debería aspirar al menos al 50% (...). Personalmente creo que proteger el 30% de la tierra del mundo para 2030 no es suficiente".