26 de octubre, 2022
Todos los avatares y las mejores notas que se escribieron por y para la revista Fierro, desde el material digitalizado por el sitio Ahira, el blog de Fierro de la segunda etapa, las notas en Comiqueando y Ouruboros hasta las manifestaciones hermanas como el Suplemento de historietas nacionales de Télam.
Por Facundo Vázquez
En 1992, cuando la primera Fierro cerró su mítico periplo, internet era una cosa de la que se leía en las revistas de divulgación científica y que, acertadamente, se veía más como una potencialidad que como una experiencia real y cotidiana para el común de los lectores.
En 2006, cuando el título reapareció, todo había cambiado. Primero el correo electrónico, después los blogs y la incipiente popularidad de las redes sociales habían redefinido totalmente el panorama, nuestras formas de comunicarnos y nuestra relación con el consumo de bienes culturales. De hecho, mientras en sus orígenes, Fierro había tenido que ganarse un lugar en los kioscos entre más de diez revistas de historietas que se publicaban mensualmente; en su segunda encarnadura y durante muchos años, fue la única publicación periódica de historietas argentinas de distribución nacional.
Hoy, en 2020, Fierro se relanza en formato digital. ¿Qué pasó? ¿De qué forma el papel y los bites de información se influyeron mutuamente para llegar a este resultado? ¿En qué momentos los dos canales se potenciaron y en qué momento se generaron tensiones? Si pongo Fierro en google ¿qué me sale?
Repasémoslo brevemente.
Aunque es cronológicamente uno de los más recientes, debemos mencionar en primer lugar la digitalización completa de la primera etapa de Fierro a cargo de Ana Lía Rey y Claudia Román que hoy puede disfrutarse en el Archivo Histórico de Revistas Argentinas (AHiRA). El proyecto, en el que intervienen la Universidad de Buenos Aires, el Conicet y la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica, se propone la digitalización de publicaciones culturalmente relevantes del siglo XX para su conservación, estudio académico y divulgación. Con la cantidad de investigaciones, artículos científicos y tesis que se escribieron sobre ella, sin dudas, los primeros cien números de Fierro tenían bien ganado su lugar en un proyecto como ese.
En un momento en el que se volvía cada vez más difícil hacerse con una colección completa de la revista, gracias a internet se democratiza el acceso y se garantiza la conservación de un patrimonio cultural tan valioso (ingresar al sitio aquí).
La segunda etapa de la publicación, tuvo con internet una relación más movida y que requerirá un análisis más detallado, pero lo primero que hay que entender es que quienes hacían Fierro eran muy conscientes de los alcances y posibilidades del medio electrónico. Prueba de ello es que, desde el comienzo, relegan una parte de la revista al soporte digital. Me refiero a las notas escritas, entrevistas y el correo de lectores. Esos tres elementos, que fueron centrales en los ochentas, desaparecen en el nuevo siglo ya que la revista había pasado de tener entre ochenta y cien páginas, a tener solo 64 que se ocupaban integramente con historietas.
A cambio, se llevará adelante el blog de Fierro donde se subían artículos informativos, entrevistas y una sección que se convirtió en un clásico: la explicación (a veces técnica y a veces delirante) que hacían los autores del proceso de creación de la portada de ese mes. El soporte digital, ofrecía la enorme ventaja de que no había que pagar por página así que las entrevistas podían y solían ser muy extensas y detalladas.
De todo ese trabajo en el blog, destaco una serie de entrevistas que realizó en 2016 Santiago Sánchez Kutica con el título genérico de «Por fuera de Fierro» en las que conversó con los editores de casi todos los sellos del momento, aprovechando la plataforma de Fierro y el tráfico de la página para difundir el trabajo de un montón de editoriales independientes que, probablemente, no eran conocidas por muchos lectores de la revista.
Recién a partir del número 50, cuando Fierro sumó ocho páginas más en su edición física, empezó a darle un espacio a los brillantes análisis críticos de Laura Vázquez aunque la oferta textual del blog se mantuvo hasta el final (ingresar al blog, aquí).
Otro extra digital que acompañaba habitualmente la salida de Fierro en su segunda encarnación era la nota que Lautaro Ortiz solía publicar en el suplemento cultural de Página/12. Esta cumplía la doble función de promocionar la revista entre el público del diario y aportarle un poco más de marco teórico y crítico a los lectores que extrañábamos las secciones escritas. Muchas veces se publicaban mini entrevistas a algunos de los equipos creativos que participaban en la edición de ese mes, pero mayormente funcionaba como un segundo editorial.
Uno de los tantos cambios que trajo internet fue la democratización no solo en el acceso sino en la producción de contenidos. En la estructura tradicional del siglo XX la comunicación de los medios masivos era, esencialmente, unidireccional. El medio emitía el mensaje y los lectores lo recibían de forma más o menos pasiva. A lo sumo, se elegía discrecionalmente qué cartas de lectores publicar y ahí terminaba el intercambio. Hoy todo mundo puede replicar y multiplicar hasta el infinito el mensaje de los medios, pero también, producir y difundir un mensaje propio. Los límites entre productores y receptores de discursos se vuelven, por lo tanto, bastante difusos. Cualquier lector de historietas puede dibujar sus monigotes y subirlos a las redes (todos sentimos la tentación de hacerlo en algún momento) o escribir sus reseñas y recomendaciones. Al mismo tiempo, autores muy reconocidos tienen miles de seguidores en Twitter, Youtube e Instragam desde donde expresan sus opiniones teóricas y críticas.
En el ámbito específico de la historieta, esto representó que mucha de la producción que antes circulaba en fanzines hoy lo haga a través de las redes. Esto aplica tanto a los artistas amateurs como a las publicaciones de crítica, información y difusión del medio. De modo que, los críticos y difusores que publicaban en la Comiqueando fanzine en 1986 o en Comic Magazine en 1989, en los tiempos de la segunda Fierro ya se habían pasado a sus propios blogs y sitios web.
Resulta muy interesante analizar retrospectivamente la recepción que tuvo la revista conforme pasaban los años pero hacerlo detalladamente, excedería las pretensiones de este artículo. Así que, aunque existieron decenas de notas en los diferentes medios especializados me permití seleccionar unas pocas que considero representativas de los distintos momentos de la revista. Cabe destacar que en todas las notas se adivina siempre el diálogo con otras voces ausentes. Como si cada una funcionara como una respuesta dentro de una polémica... y así fue. Por una cosa o por otra, la centralidad de Fierro durante los trece años de su segunda y tercera etapa fue tal que obligaba a todos los actores del medio a hablar de ella y eso generaba polémicas constantes.
En 2008, con el relanzamiento ya firmemente asentado, Andrés Accorsi publica esta entrada en Tebeosfera, analizando el aporte que la nueva Fierro le hace a la historieta argentina y contestándole un poco a los que pretendían compararla con su primera encarnación:
«Y aquí estamos, sobreviviendo una vez más. En 1984 veníamos del horror de la dictadura y en 2006 salíamos de la hecatombe económica más funesta de nuestra historia. En ambos casos, a la salida del túnel, nos estaba esperando una revista de historietas osada, moderna, compleja y vital, que en los 80s era moda, en los 90s fue mito, y hoy es un éxito inexplicable, pero no por eso menos real. Uno de esos raros lujos que nos damos los argentinos…» (leer nota aquí).
En 2014, Fede Velazco desde Comiqueando se pliega (pero también matiza) a las opiniones de un grupo de lectores muy activo en las redes que venían agitando duras críticas a la revista:
«¿Se puede hacer de otra manera? Seguro que sí, hay miles de formas de hacer que una antología de historieta argentina sea más interesante. Pero por ahí también le estamos exigiendo a la Fierro que sea más de lo que puede ser, muy posiblemente porque es la única revista así que hay en el kiosko. Entonces pretendemos que nos satisfaga a todos, que sea como cada uno de nosotros pretendemos que sea y por ahí lo que en realidad hace falta es que haya otras 5 revistas más como esta, con otras temáticas, otros autores, otra forma de serialización» (leer nota aquí).
En 2017, ya con el final de la segunda época anunciado, Diego Agrimbau, colaborador habitual de la revista publica desde las páginas de Kamandi sus «Cinco desmitificaciones y una reflexión»:
«Con todo lo bueno, con todo lo malo, la voy extrañar. Mucho. Luego será el turno de historiadores, críticos, periodistas y académicos de hacer los balances de estos diez años de publicación ininterrumpida. Balances sesgados, revanchistas, obsecuentes, ecuánimes, todos serán interesantes de leer. Gracias a la Fierro, ellos ahora tienen un corpus de obra sobre el que trabajar durante años» (leer nota aquí).
En este último grupo (el de los difusores que, aplacado el polvaderal de las polémicas, se dedicó al análisis de semejante corpus de material y su impacto sobre el medio) es en el que, humildemente, se enmarca mi aporte y el de Matías Mir con quien publicamos doce notas en Ouroboros analizando, según nuestro juicio y nuestras modestas capacidades, los tres periodos de la revista. Ahí pueden encontrar varios análisis de las series que actualmente se incluyen en la sección Relecturas y un índice completo de todo el material publicado (leer nota aquí).
Aunque alguno se habrá sorprendido por el nuevo formato, la verdad es que Fierro ya tenía una historia con internet que hacía de esta experiencia digital una alternativa lógica. Una parte ya la analizamos pero nos falta mencionar lo que, sin dudas, es el antecedente más fuerte:
Así como en los 80s, los chicos del under fueron el semillero del que se nutrió la revista hasta casi llegar a invadirla y cambiarle totalmente la estética; durante la segunda época, la publicación incorporó a muchísimos autores que venían de hacer su experiencia en el famoso blog «Historietas Reales»: Rodolfo Santullo, Dante Ginevra, Diego Agrimbau, Federico Reggiani, Ángel Mosquito, Max Aguirre y otros nombres que llegaron a jactarse de ocupar la mitad de las páginas de la revista, provenían de allí.
Si bien, la incorporación casi en bloque de todos estos autores definió y le dio forma a todo un momento de la publicación, de allí en adelante era común que la mayoría de los autores nuevos que se iban incorporando tuvieran anterior o paralelamente una publicación digital porque, sencillamente, así funciona el mercado actual.
No obstante, Fierro no solo publicó en papel a muchos autores que venían de lo digital sino que también realizó el proceso inverso al llevar a lo digital algunas de las series de la revista que se publicaban en «Historietas Nacionales», el suplemento de historietas de la agencia Télam que salía todos los sábados.
Desde su primera edición, este suplemento que se reproducía en diarios de todo el país incluyó las series que antes o después se publicaban en Fierro como «Leopoldo» de Guillermo Saccomano y Cacho Mandrafina, «Noelia en el país de los cosos» de Ignacio Minaverry o «Zenitram» de Juan Sasturain y J. C. Quattordio.
Con el vaciamiento de la agencia nacional de noticias y la desaparición del suplemento en 2016, el material dejó de estar disponible en línea. Afortunadamente, antes de que eso ocurriera, el archivo «Recursos Culturales» realizó una copia de respaldo de las 224 ediciones del suplemento que hoy se pueden descargar de acá:
https://www.recursosculturales.com/historieta-argentina-archivo/
Tal vez a algunos les parezca raro que ahora Fierro esté en internet pero analizándolo mejor: ¿Cuánto hace que Fierro está en la web?
Facundo Vázquez
Licenciado en letras y especialista en historietas.
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