26 de octubre, 2022
Rescate
Con mirada minuciosa y vista de halcón, Carlos Altgelt desentraña los orígenes de muchas de las portadas nacionales de la mítica revista «Más allá». En esta nota rastrea qué ilustraciones o fotos estuvieron detrás de las creaciones de Luciano De la Torre y de Salvador Schiffer, probable jefe de arte de la revista.
Si te perdiste las notas anteriores, leelas acá.
Por Carlos Altgelt
«Lo malo de sus tapas es que necesitan explicación».
Mauricio Kitaigorodski (marzo 1956)
Esta cita es parte de una carta al director de Más Allá publicada en el número 34. Su autor, recientemente fallecido en Bariloche, era posiblemente el más fanático seguidor de la revista, al menos el que más cartas tuvo publicadas. Su fama ha trascendido hasta nuestros días entre los seguidores de «Proyectiles Dirigidos», como se titulaba la sección de correspondencia.
Lo que acontece es que la Editorial Abril no sólo continuaba con la costumbre de Galaxy de nombrar al autor de la portada y el título de su ilustración en su página del índice, sino que en Más Allá también se la explicaba y de allí el motivo de la carta de Kitaigorodski.
En su respuesta, el director admite la posibilidad de que algunas tapas no sean lo suficientemente claras y agrega que «no hay duda de que todas ellas compendian el significado y la orientación de la revista», lo cual no responde al comentario de este inquieto lector.
Sea como fuese, en esta entrega detallaremos los orígenes de cinco tapas que no fueron basadas en las portadas de otras revistas (como relatamos en nuestra entrega anterior), sino que fueron «inspiradas» en ilustraciones o fotos de las páginas interiores de las mismas.
Comenzaremos este repaso en orden cronológico inverso, empezando con la del último número de Más Allá, el 48. Esta portada es en la opinión del que esto escribe, la más pobre de todas, un clavo oxidado en el ataúd de la revista. Recordemos también que en la quiniela al 48 se lo conoce como «il morto che parla». ¿Coincidencia? Tal vez no.
La tapa está adjudicada a Luciano de la Torre, una de las siete que aparecen en el índice con su nombre. Su firma «de la Torre» está parcialmente oculta por el precio de la revista.
Créase o no, esa espantosa silueta de un cuerpo humano, fue calcada de un dibujo que apareció en Galaxy en octubre de 1954 acompañando al cuento corto de Philip K. Dick titulado «Un mundo de talentos». El dibujante fue Sanford Kossin cuyos trabajos abundaban en la revista estadounidense y fueron reproducidos en numerosas oportunidades en Más Allá, a veces con el nombre de «Cossin» y una vez —vaya uno a saber por qué— como el inexistente «Eli Dell».
Con su talento como ilustrador es difícil imaginar a de la Torre haciendo este trabajo, salvo quizás el apuro para sacar este número de despedida de Más Allá.
Sigamos con los trabajos para las tapas hechos por de la Torre utilizando ilustraciones de las páginas de otras revistas. Esta vez nos detendremos en la del número 43.
Según el índice, el artista ilustró las radiaciones eléctricas de altísima frecuencia en el espacio interestelar que generan la ionosfera terrestre.
Esta vez de la Torre interpretó, en forma simbólica y algo surrealista, la ilustración publicada en la página 54 de la revista científica argentina Mundo Atómico de noviembre-diciembre 1950. En ese segundo número de la publicación apareció un artículo titulado «Rayos cósmicos» cuyo autor firmaba simplemente como «O. G.».
Al comparar las dos imágenes, no cabe duda de la procedencia de la tapa de Más Allá. Aclaremos que las radiaciones eléctricas a las que se refiere el índice no tienen absolutamente nada que ver con los rayos cósmicos. Pero… ¿quién se iba a dar cuenta de ello?
No es difícil imaginar que al tratarse de una evidente copia subrepticia de otra, prefirió no firmarla, la única de las siete adjudicadas a de la Torre en el índice de la revista que no lleva su firma.
Para el número 41 de la Torre eligió una foto publicada en la revista francesa Paris-Match del 11 de febrero de 1956.
De acuerdo al artículo «El mundo, ¿de dónde viene, adónde va?» del célebre periodista y divulgador de ciencia francés Raymond Cartier, este es uno de un puñado de astrónomos trabajando en el observatorio Palomar ubicado en el condado de San Diego al sur de California.
Sigamos. En el caso de la tapa del número 39 (abajo), de la Torre se limitó a pintar con vívidos colores una foto aparecida en la revista Mechanix Illustrated (enero 1956). La misma es parte de un artículo de Lloyd Mallan, prolífico divulgador de los logros de la astronáutica de aquellos años, en el que se describen los trajes a utilizar por los futuros astronautas y que fue publicado en ese mismo número de Más Allá con el título «Así nos vestiremos».
Continuemos ahora con una «figurita difícil», término este que un joven lector acaso no entienda pero aquellos de Más allá no necesitarán explicación.
Se trata de la tapa del número 35 de autor anónimo (que probablemente haya sido Salvador Schiffer, editor de arte que acostumbraba a ilustrar relatos en las páginas de la revista). Gracias a la digitalización de Galaxy Science Fiction, pudimos ubicar su origen, que en realidad son dos.
Esta curiosa portada ilustra un artículo, también de autor anónimo, titulado «Electroencefalograma, espejo del cerebro». Ignoramos quién hizo la composición pero sí sabemos su procedencia.
Tanto la cara con el ceño fruncido como ese cuerpo flotando en el aire que parece surgir de su mente haciéndose cada vez más pequeño fueron copiados, por no decir calcados, de sendas ilustraciones de cuentos cortos publicados en Galaxy Science Fiction. Ninguno tenía relación alguna con el electroencefalograma.
La página a la izquierda (Galaxy abril 1954) fue dibujada por Bill Ashman, asiduo colaborador de la revista estadounidense y cuyos trabajos aparecieron en 12 oportunidades en Más Allá, debutando en el número 2. En este caso ilustraba el cuento corto «Wainer» —el nombre del protagonista— de Michael Shaara. Oriundo de Nueva Jersey, el autor era hijo de un inmigrante italiano de apellido Sciarra. Cansado de deletrear su apellido constantemente, Sciarra lo cambió a favor de su pronunciación fonética, probablemente sin mucho éxito. En julio 2011, la editorial Aegypan publicó un libro titulado Wainer, cuya tapa es la reproducción de este dibujo a toda página de Ashman.
A su vez, a la derecha vemos el origen del «hombre flotante». Ahora el dibujante es el ya citado Sanford Kossin para la primera parte de la novela Riesgo preferido de Edson McCann (Galaxy junio 1955). Esta obra fue premiada con 6.500 dólares como ganadora de la competencia organizada por Galaxy-Simon & Schuster.
Creemos que el anónimo compaginador de esta tapa de Más Allá bien puede haber sido su director de arte, o sea Salvador Schiffer, quien firmaba sus colaboraciones como Salva, creador de la icónica tapa del primer número a la cual nos referiremos en la próxima entrega.
¿A qué se debía esa necesidad de copiar dibujos y no crear una nueva portada? ¿Por qué ese aparente apuro?
Pensando en los posibles motivos, encontramos de casualidad el editorial del mes de diciembre de 1953, donde el anónimo director de la revista comenta sobre la rapidez con la que debía actuarse para poder responder a las cambiantes exigencias del mercado.
En este caso, al hablar sobre el cuento corto «Réquiem» de Robert A. Heinlein asegura que «las pruebas de este número 7 estaban ya corregidas y las páginas compuestas tenían su ‘visto bueno’, cuando llegó al escritorio del director un sobre con una carta de Robert A. Heinlein acompañando una continuación de «El hombre que vendió la Luna».
Versión para el volumen número 7 de la revista Más allá.
Versión original.
Le gustó tanto que, sin pensarlo dos veces ni aparentemente darse cuenta de que este cuento había sido escrito 11 años antes que la novela, «fue traducido en 2 horas 20 minutos (de las 8 a las 10:20 p.m.), ilustrado en cuatro (de las 10 p.m. del mismo día las 2 a.m. del día siguiente), compuesto en 40 minutos, corregido entre las quejas del impresor, que sacudía la cabeza ante sus máquinas paradas, y las del grabador, que fabricaba afanosamente los ‘clisés’ de las ilustraciones».
No había tiempo que perder y dibujo que había al alcance de la mano, dibujo que se utilizaba. Un ejemplo: el astronauta de la ilustración de Ashman — con el atuendo típico de los años cincuenta que impuso la película Destination Moon— también fue aprovechado en una contratapa para anunciar las Crónicas de Marte de Ray Bradbury (octubre 1954).
Completaremos la entrega de hoy con otra tapa inspirada en una ilustración interior, en este caso, de la propia revista Más Allá.
El anónimo autor de la portada se basó en una pintura de archivo publicada en el número 33 (derecha). Ambas representan un «espejo solar» en la Luna —gigantesco en el caso de la portada (véase el tamaño relativo de los astronautas)— lo que hoy conocemos como panel solar.
Como dato curioso, al anuncio en la tapa sobre «planos completos y en colores» de la locomotora atómica, el lector Ricardo R. Meyer se quejó porque «el único plano que contiene no es ni completo ni en colores». Plano o planos, en colores o no, la separata en rojo fue copiada del corte esquemático dibujado por Rolf Klep para el número del 21 de junio de 1954 de la revista Life. Klep colaboró con Chesley Bonestell en «Espacio sin fronteras» y «La conquista de la Luna» que aparecerían posteriormente en Más Allá.
Al leer las notas de esta serie, el renombrado novelista, dibujante y guionista uruguayo Carlos Federici se pregunta cómo harían en aquella época sin Photoshop ni disponer de las herramientas de la tecnología moderna para modificar las carátulas originales y, coincidiendo con nuestra opinión, muchas veces mejorarlas.
Y se responde a sí mismo: «Ciertamente, para confeccionar esas admirables ‘cirugías plásticas’, la Editorial Abril indudablemente contaba con profesionales de primera línea».
Al respecto trae a colación una cita de Héctor Germán Oesterheld por boca de Ezra Winston, el anticuario amigo de Mort Cinder al comentar que una copia es superior al original, ya que es «arte más amor» (revista Misterix, enero 31 de 1964).
Continuaremos esta serie con un repaso de la posible inspiración de artistas argentinos para algunas de las tapas de Más Allá.
Carlos Altgelt
Escritor, coleccionista y especialista en historietas
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