26 de octubre, 2022
Remembranza
Mano Blanca se publicó en la segunda etapa de la revista Fierro entre 2010 y 2012. En consonancia con el estreno de la serie en Relecturas, el autor de los guiones recuerda los pormenores de la creación de la historieta.
A mediados del 2010, Patricia me propuso escribir una serie. Algo largo que posteriormente pudiéramos sacar en libro. Ya habíamos trabajado juntos en la segunda serie de Museo, cuya primera parte estuvo a cargo de Sasturain, en los argumentos, durante la primera etapa de la revista. Siempre renegué de esos guiones que Patri, tan gentilmente, ilustró. El resultado me parecía espantoso, por lo que me asombró que Patricia volviera a recurrir a mí para otra colaboración. El cariño de tía a sobrino se imponía.
El primer guion que le envié se titulaba «Santería» y, hasta donde recuerdo, la protagonista, que creo que se llamaba Susana, velaba un cuerpo que a sus ojos tenía la apariencia de una cucaracha gigante.
A Patricia le gustó la idea de trabajar una historia sobre una bruja moderna y que transcurriera en su barrio, San Telmo, pero le pareció que el planteo era burdo. Acepté el palazo en la nuca y volví a pensar la historia. Poco después, le envié una variante, que fue la que usamos. Ya con el primer borrador, avanzamos un poco con el argumento y los personajes.
Hacía poquito tiempo que Leo Oyola había editado su novela Santería, por lo que tuvimos que cambiar el título. Patricia, que es una melómana del tango, me dijo: «ponele Blanca, por el tango Mano Blanca de Homero Manzi»… El nombre funcionaba perfecto y tenía las referencias necesarias. Quedó.
La historia trataba de brujerías y satanismo en un Buenos Aires contemporáneo. El gato, Oscar, era el vehículo de los hechizos que iban desenredando la trama. Tanto el nombre del gato como el del escritor, tenían dos inferencias inmediatas. Oscar provenía de un perro de Patri, un ciruja con pinta de oveja que era pura alegría, y también era Oscar por Oscar Conti, o sea, Oski, queridísimo amigo de Patri y de Alberto. Y, justamente, Alberto, el escritor, era un poco un reflejo de Laiseca (a quien yo frecuentaba por aquellos años) y el padre de Patri —y mi abuelo—, el viejo Breccia.
La historieta fue saliendo a los trompicones. Patri estaba con bastante laburo y la fuimos sacando cuando podíamos. Supongo que algunos pocos llegaron a leerla entera. Lo que siempre me apenó, porque el dibujo de Patri está en su gloria.
No miento ni peco de falsa humildad si afirmo que los aciertos y los mejores aportes son de Patricia y todo el resto pertenece a la misma historieta que estoy seguro puede defenderse sola de cualquier payé que algún brujo quiera echarle encima.
A mi modo de ver, Mano Blanca aún tiene resto para hechizar a los lectores.
Mariano Buscaglia
Es guionista, editor y novelista. Realizó las series Museo y Mano Blanca, en Fierro, con Patricia Breccia. Es Jefe de Redacción de la revista.
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