26 de octubre, 2022
Revisitas
Desde los años 40 y hasta el Golpe de 1973, Oski mantuvo con Chile una relación no solo laboral sino de compromiso con la historia del país. Su último viaje fue antes de comenzar con el «Créase o no del sudor (ajeno)» en el diario Noticias. Gociol junto al estudioso chileno Aguilera, desandan las travesías trasandinas del dibujante, al mismo tiempo que explican de qué manera participó en el cambio cultural que impulsó el gobierno de Allende. No dejes de leer las notas anteriores: «Las traducciones de Oski / parte 1», «Noticias de una redacción / parte 2», y «Las figuritas que recortaba Oski / Parte 3».
En viajes en los que alternaba colaboraciones en importantes diarios y revistas, trabajos publicitarios, exposiciones de sus dibujos y óleos y amistades, Oski fue y vino de Chile periódicamente, desde fines de la década del 40 hasta los años 70.
Cuando el diario Noticias comenzó a publicar su serie «Créase o no del sudor (ajeno)», el dibujante tenía todavía fresca su estadía en Santiago. Como muchos otros intelectuales del mundo, con el arribo de Salvador Allende al poder, había decidido vivir la experiencia socialista de cuerpo presente, tal como ya había hecho cuando viajó a Cuba en los comienzos de la Revolución. Su cercanía con el proceso chileno y el trágico final que este tendría el 11 de setiembre de 1973 reforzó, quizás, una creciente explicitación política en su obra.
Durante esa agitada época, el dibujante hizo campañas en apoyo al gobierno socialista para empresas por entonces estatales como la Industria Azucarera Nacional, y en 1972 realizó el documental animado «Pulpomomios a la chilena», dirigido y escrito por Antonio Ottone, donde se lanza una feroz crítica al sistema bancario y se elogia la estatización de las instituciones financieras. También participó con sus ilustraciones en el noticiero de Canal 9, aún propiedad de la Universidad de Chile.
Esos trabajos combinaban la experiencia publicitaria que acumuló a lo largo de años; el estilo gráfico innovador, creativo y falsamente ingenuo que ya tenía consolidado; y un mensaje político definido.
En noviembre de 1947 Oski publicó su primer trabajo en Chile, en la revista Pobre diablo, cercana por estilo a Rico tipo, que dirigía desde hacía dos años René Ríos Boettiger, Pepo, el creador de Condorito. Durante la década siguiente también estuvo vinculado a través de sus avisos publicitarios a la revista de humor político Topaze y colaboró asiduamente en la etapa final de la revista picaresca El Pingüino, todas ellas de gran impacto en el medio chileno.
A comienzos de los años 60 aparecieron en las librerías de Santiago El libro de Oski y Amarotto, que dieron cuenta de la influyente presencia del dibujante.
Varias de esas publicaciones estuvieron relacionadas con Zig-Zag, sello que había liderado el mercado chileno durante todo el siglo XX. Sin embargo, en 1970 la editorial entró en quiebra. El gobierno de la Unidad Popular compró entonces sus activos y fundó Quimantú, un proyecto estatal de enorme trascendencia con obras de calidad, masivas y a bajo precio que en más de un aspecto recuerda a las experiencias argentinas de EUDEBA y el Centro Editor de América Latina, a cargo de Boris Spivacow.
La construcción del hombre nuevo, impulsada desde las esferas gubernamentales, no estaba solo relacionada con las condiciones económicas, de trabajo y de producción de la sociedad sino también con los aspectos culturales y educativos. Aún con dificultades, con conflictos, con apuros y con contradicciones resultó, por su incidencia y su alcance social, la experiencia editorial más importante en el ámbito editorial chileno hasta hoy.
Autosustentable, ya que luego de la compra no recibió ningún subsidio estatal, lanzó 250 títulos, entre 10 y 11 millones de ejemplares, según estima María Isabel Molina en Quimantú: Prácticas, política y memoria.
Los materiales fueron distribuidos no solo en librerías sino en quioscos, sindicatos, juntas de vecinos, lugares de recreación, buses interurbanos y domicilio por domicilio, vendidos al equivalente de una caja de cigarrillos. Hasta que fue intervenida por el Golpe Militar.
El sello tenía colecciones de libros y de revistas, entre ellas Historietas Q que agrupó las publicaciones de cómic (en su mayoría fueron traspasadas de Zig-Zag pero con las líneas argumentales, el fondo ideológico y los personajes modificados) y las tres en las que colaboró Oski: Chile hoy, de actualidad política; Onda, dedicada a los jóvenes, donde tuvo la sección «Ondoski» (y publicó algunas de las viñetas que luego se compilaron en la Vera Historia del deporte editado en Chile en 1972); y Cabrochico destinada al público infantil y a sus padres, especialmente de la población más desfavorecida.
A partir del 1 de julio de 1971 Oski ilustró buena parte de las primeras veinte portadas de la revista, que eran sana y bellamente disruptivas tanto en relación a los trabajos de otros artistas en las páginas interiores como de lo que tradicionalmente estaba –y está asociado- con la gráfica dirigida a los chicos. Una innovación que había probado, un año antes, en el Quillet de los Niños, en la argentina, junto dibujantes como Ayax Barnes y Enrique Breccia.
En las páginas de Cabrochico también compartió algunas de sus memorables maquinarias a través de rompecabezas y de la serie “Los precursores”, dedicada a difundir la historia de los inventos. Además realizó ilustraciones para campañas del Servicio Nacional de Salud sobre vacunación, higiene personal y otros temas afines.
El golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet dejó inconclusa una colección de estudios sobre artistas latinoamericanos, cuya idea era ofrecer no sólo el análisis de la obra y la biografía de su autor, sino la obra misma: un conjunto de grabados firmados a un precio menor que lo inaccesibles fijados por el mercado del arte.
«Una de nuestras ambiciones durante la Unidad Popular fue la de popularizar y descolonizar el arte. Y Oski se prestaba mejor que nadie. Por su actitud y por su imagen era un vero artista popular de Indias», apuntó Miguel Rojas Mix, director editorial e impulsor del proyecto.
Así, entonces, la colección Arte para el pueblo se inició con Vera Historia Natural de Indias, una carpeta de serigrafías de 50 x 70 cm a color en la que Oski hizo un registro gráfico de animales, algunos reales otros mitológicos, inspirado antiguas crónicas.
Al terminar el entintado el dibujante dijo que se iba de Chile y que no podía colorear estos dibujos «Es tarea de monjes medievales. Me llevaría meses y no lo puedo hacer», argumentó así que pasaron los dibujos a plantillas transparentes y los pusieron sobre papeles del color que Oski eligió y de ese modo los imprimieron.
Estaba planeado publicar a otros artistas latinoamericanos. Pero, cuando la serie fue abruptamente interrumpida, el 11 de septiembre de 1973, sólo se habían terminado las carpetas de Oski y la de José Balmes. La de Roberto Matta quedó en los dibujos en blanco y negro.
A esa altura, efectivamente Oski ya había partido nuevamente. Fue cuando comenzó a publicar en la Argentina su «Crease o no de del sudor (ajeno)» un trabajo en el que hay muchas referencias a Chile, tal como se puede leer en los cuadros que Fierro incluye en esta entrega y que –sin dudas– tiene continuidad con la experiencia ideológica, artística y laboral atravesada durante su estadía trasandina.
Judith Gociol y Claudio Aguilera
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