26 de octubre, 2022
Autoplagios
Acuciados por los tiempos de entrega, muchas veces, los dibujantes no tienen tiempo de buscar inspiración. En esos momentos recurren a sus aciertos y se clonan. Usan como modelo, ilustraciones de probado éxito que, en la vorágine de su prolífica producción, creen que nadie percibirá como usadas. Pero los coleccionistas ponen el ojo en los detalles y perciben estos atajos. No en vano saben más de la obra del autor que el propio autor. Si no nos cree, lea esta nota.
Por Aldo Pravia
Quienes trabajan en mesas y tableros de dibujo están expuestos —consciente o inconscientemente— a ser influenciados por imágenes que los impresionaron, cosas que los dejaron pensando o boquiabiertos; o por imágenes que, simplemente, están al alcance de la mano, almacenadas en compartimentos cercanos de la memoria. Y pueden recurrir a ellas (repito: consciente o inconscientemente), ya sea para resolver una tarea o una entrega acuciada por un cierre de edición.
Esa imagen puede también ser una propia, alguna de su producción que ya probó con creces su efectividad entre el público lector.
Claro que, si alguien llegara a notar el recurso utilizado, de inmediato pensará (gritará o publicará): «¡se lo afanó!» para el segundo de los supuestos: «¡se lo autoafanó!».
Pratt era humano —demasiado humano— y como tal no habrá estado exento de ese tipo de situaciones (y tentaciones) ya sea por la (inconsciente) influencia de algún maestro, por el resabio de la satisfacción de algún trabajo bien logrado o por el lógico apremio de los tiempos de entrega.
Claro, todo era posible publicando en Venecia, Buenos Aires, Londres o París y con intervalos de meses, años o décadas, entre publicaciones diversas y de distintas editoriales.
Pero, con el tiempo, surgen los admiradores, coleccionistas e investigadores que atesoran todo ese material en sus bibliotecas y, tarde o temprano, los análisis y comparaciones resultan inevitables.
Así fue (y es) como estas situaciones salen a la luz. Y, sin ánimo de faltarle el respeto a nadie, sin desmerecer la obra genial y descomunal de Hugo Pratt, hoy comparto estos hallazgos, que también revelan la obra lejana o poco conocida del veneciano:
Abril de 1958, acuciado por la entrega urgente de la ilustración de portada del número uno de Hora Cero, que acababa de encargarle su editor, Héctor Germán Oesterheld, Pratt debió haber pensado, en soledad, frente a su tablero y la página en blanco:
«¿Y ahora qué hago? Hay muy poco tiempo, y todavía tengo que terminar un par de páginas de Tarawa, y pasar a tinta unos cuantos cuadritos de Hombres ranas...»
Sin tiempo para encontrar la inspiración, Pratt rebuscó entre las revistas, libros y las fotos tomadas por corresponsales de guerra que se trajo de Europa, buscando la imagen adecuada para la tapa.
Sus ojos se deben haber detenido en la portada de la revista LIFE que incluía una excelente foto de un soldado americano que intervino en los duros combates contra los japoneses en las islas y atolones del inmenso Pacífico, tomada por el norteamericano W. Eugene Smith…
En pocas horas, Pratt tuvo terminada una magnífica carátula en colores que, al ser publicada, disparó las ventas de la revista y, con el tiempo, se convirtió en un objeto de culto buscado por coleccionistas de todo el mundo.
Tapa revista Hora Cero Extra! Nº 1 (abril 1958)/Soldado Angelo Spiros Klonis, tapa de revista LIFE.
La ilustración resultó prácticamente un calco exacto de esa foto del soldado americano Angelo Spiros Klonis, un joven griego llegado ilegalmente a los Estados Unidos (buscando el sueño americano, al igual que Hugo) y alistado voluntariamente luego del ataque japonés a Pearl Harbor. Terminada la guerra, Klonis se convirtió en un verdadero ícono americano.
El magnífico libro autobiográfico de Hugo Pratt llamado En Attendant Corto es un monólogo espontáneo, divertido y sincero, pleno de recuerdos de su infancia y de su primera juventud en África, su regreso a la Venecia ocupada por los alemanes, y la vorágine de sus años en Argentina.
Entre tantas fotos y dibujos, Pratt incluyó un rápido boceto de un desnudo femenino con la leyenda «Reneè Belgrano Bs. Aires 1957». Curiosamente, ese dibujo guarda similitudes con un dibujo del maestro Gustav Klimt (uno de los artistas plásticos que él admiraba).
Imágenes: dibujos de Hugo Pratt y de Gustav Klimt
En diciembre de 1945, apareció en Italia la revista de historietas Albo Uragano (conocida como Asso di Picche), producida y editada por el Grupo de Venezia, integrado —entre otros— por los jóvenes Mario Faustinelli, Alberto Ongaro y Hugo Pratt.
En el número 16 de 1949, una magnífica escena de acción ilustraba su portada, para Junglemen!. Con los pies sumergidos en las aguas de un pantano, un integrante de esa patrulla de la selva, mientras dispara su metralleta, sostiene a un desfallecido compañero con un machete clavado en su torso.
Muchos atribuyen esta ilustración a Pratt, pero no faltan quienes se la adjudican a Faustinelli o a Dino Battaglia, ya que los tres fueron los responsables de los dibujos, a lápiz o tinta, de esa historia.
En enero de 1961, el número 45 de la revista argentina Hora Cero Mensual, de Editorial Frontera, reproduce en su portada —y con la firma de Hugo Pratt—, prácticamente la misma escena de acción.
En esta ocasión Pratt utilizó un plano más cercano para adecuarlo al formato apaisado de la revista, mostrando a ambos combatientes bastante más sumergidos dentro de las aguas del pantano.
Pero acá no acaba el cuento.
La misma escena fue utilizada para la portada de Special Force Burma, en el número 13 de una revista inglesa de pequeño formato, publicada en febrero de 1962, por War Picture Library (para la cual Pratt colaboró entre septiembre 1959 y mayo 1963, y quien desee saber más de esta editorial puede leer el artículo de Fleetway que se publicó aquí en Fierro, meses atrás).
El arte de esa tapa fue atribuido al artista español Jorge Longaron, y la escena resulta prácticamente idéntica a las ya citadas, sólo que el machete desapareció.
Pero la ilustración persistió en la memoria, y esos dos soldados, como buenos héroes, se negaron a morir. En mayo de 1963, en el número 755 de la revista Misterix, de Editorial Yago, continuaba la extensa saga Junglemen!, ahora bajo el título castellano de Hombres de la jungla.
En el cuadrito central del último strip de la página 33, se repite una escena idéntica a las anteriores, con uno de los junglemen socorriendo a un camarada —esta vez está herido por una flecha— mientras dispara su ametralladora contra los feroces papúas, siempre con los pies hundidos en aguas pantanosas.
Y hagamos un breve paréntesis, para señalar otra posible influencia lejana, en una portada icónica. Nos referimos a la tapa del número uno de Blazing Combat que fue publicado en 1965 en EE.UU. por la editorial Warren Magazine.
El arte inigualable de Frank Frazzeta parece recrear la escena tantas veces repetidas por Pratt y continuadores. En la composición están todos los elementos ya señalados, con sus leves variantes: el soldado con la ametralladora, la amenaza fuera de cuadro, el compañero agonizante, los pies enlodados, los tiros y el rictus violento. Solo falta el machete para acusar plagio.
La imagen continuó sus avatares en enero 1973, cuando volvió a reencarnarse para la portada del número 684 de la revista británica
Battle Picture Library. Bajo el título The Roots of Evil, presenta la misma ilustración, con algunos cambios casi imperceptibles respecto de la otra revista del mismo origen.
Esta vez no hay machete ni flecha clavados en el cuerpo del combatiente herido. Es atribuida al artista Giorgio di Caspari y es casi un calco de las anteriores.
En 1977 la editorial francesa Casterman publicó el libro Les escorpions du Désert, con guión y dibujos de Hugo Pratt, y en su portada, ¡oh sorpresa! se repite la misma escena de acción, sólo con algunos cambios en los uniformes, para adaptarla a esta historia.
La acción ya no transcurre en aguas pantanosas sino en las ardientes dunas del desierto africano.
El mismo tema, con algunos cambios sutiles y también con la firma de Hugo Pratt, fue utilizado para la portada del libro Jungelmen! publicado en Italia en febrero de 1980 por Fabbri Editori, conteniendo la primera parte de la extensa saga.
Gracias al buen amigo, investigador de cómics, y escritor Carlos Altgelt, me ha llegado una publicación del prestigioso blog TOP-COMICS sobre la historieta argentina y mundial, que dirige Carlos R. Martínez.
Citando a la historieta paraguaya y boliviana, se hace referencia a La Guerra del Chaco, que enfrentó a estos dos países entre 1932 y 1935, por el control del Chaco Boreal.
Ambos ejércitos combatieron en septiembre de 1932 por la posesión de un olvidado fortín. Esa batalla fue recordada con la publicación de Boquerón–Episodios de la Historia de Bolivia, de fecha desconocida y reimpresa en 2015 por un museo militar boliviano.
Para la portada de esa publicación boliviana, el dibujante A. Fernández A. (cuyos datos se desconocen) sin dudas «tomó como modelo», al decir de Martínez, la magnífica tapa que Hugo Pratt hiciera para el número 6 de la revista Batallas Inolvidables (marzo 1961) de Editorial Frontera. Cualquier comentario, o comparación mediante la superposición de ambas imágenes, resulta innecesario.
Recién terminada la Segunda Guerra Mundial, apareció en Italia la revista Asso di Picche, editada por un grupo de jóvenes amigos, guionistas y dibujantes. Fue creada por Mario Faustinelli y Alberto Ongaro, y luego enriquecida por los aportes de Hugo Pratt, Giorgio Bellavitis, Dino Battaglia, Ivo Pavone, Rinaldo Dami, Ferdinando Carcupino y Damiano Damiani.
En realidad, el nombre de la publicación era Albo Uragano, pero cada portada era subtitulada en función del personaje central de turno.
De los veinte números que fueron publicados hasta 1949, dieciocho portadas fueron dedicadas, con letras predominantes, al Asso di Picche (As de Espadas en Argentina), un héroe enmascarado al mejor estilo norteamericano y personaje estrella de la publicación. Por eso, a esta revista se la recuerda con su nombre, y se ha convertido en un verdadero objeto de culto en la leyenda de la historieta mundial.
Todo eso está contado en «HP el Tano».
Fue en la primera mitad de los años sesenta cuando Alberto Ongaro y Hugo Pratt crearon en Italia, para el Corriere dei Piccoli, el personaje L’ombra (La Sombra), un justiciero enmascarado. Este personaje recuerda a ciertos superhéroes estadounidenses y —sin duda alguna— a su predecesor, el Asso di Picche, no sólo por su aspecto y su doble personalidad, sino también porque es capaz de pilotear aviones, helicópteros, autos veloces, y porque vive en una villa-refugio solitaria, en compañía de un mayordomo chino que en realidad es un príncipe. También prefiere actuar solo, y no mantener relaciones estrechas con la policía. La Sombra es una especie de divertido imitador de James Bond, con rivales rodeados de peligrosos juguetes-robots, y posee una filosofía mediterránea.
Pratt y Ongaro conocían las historias de Julio Verne, habían soñado con las de Stevenson, Melville y Conrad, admiraban las historias de Caniff y Eisner, y las películas de John Ford y de Raoul Walsh. Ciertamente cambiaron el estilo y los medios de expresión, pero la base era una sola: la aventura.
Cabe destacar también que los policías que aparecen en L’Ombra recuerdan a sus «colegas» de la historia autoconclusiva Luke Star O’Hara, que con guión y dibujos de Hugo Pratt fue publicada por primera vez el 8 de mayo de 1964, en el número 808 de la revista Misterix, de Editorial Yago.
Pratt fue famoso por su puntillismo y precisión a la hora de documentar sus dibujos. Eso se debía a la documentación que reunió a lo largo de su vida. Para eso compraba libros permanentemente, de cada uno sacaba datos, información, se documentaba, muchas veces sin llegar a leerlos, sólo buscaba lo que necesitaba para un laburo en particular. En Suiza adquirió una casa para reunir allí todos los libros que tenía desperdigados entre París, Milán y Venecia...
Además, es muy sabido que se documentaba con fotos que trajo de Europa, fotos tomadas por ignotos corresponsales de guerra, algunas de ellas también fueron incluidas en las revistas Hora Cero, Frontera, Batallas Inolvidables.
Aldo Pravia
Dibujante, coleccionista y especialista en Hugo Pratt.
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