26 de octubre, 2022
Humor ácido
Walt Disney, símbolo rampante del capitalismo, es demolido por la parodia genial de Fontanarrosa. Nuevo rescate de lo más negro del Negro.
Por Judith Gociol
Si hay, en la historia de la historieta argentina, un personaje asociado el ser nacional, la ética y los valores morales ese es Patoruzú. Contra ese imaginario arremetió el periodista Mario Mactas en el sexto número de Satiricón cuando reveló la vida sexual de este indio que, según su investigación, es traficante de cocaína, homosexual y calvo –cuando se saca la pluma, la vincha y la peluca– producto de una enfermedad contraída en una boite para travestis en Cuzco.
Cuatro ediciones de la revista después y, salvando las distancias, es Roberto «Tennesse» –como se rebautiza a sí mismo- Fontanarrosa quien toma como blanco un símbolo cultural del capitalismo: el imperio de Walt Disney. En ¿Quién le teme al Tío Patilludo?, parodia al Pato Donald, a Daisy, a los sobrinos y al Tío Rico, como le decimos por estos lares a ese ser avaro y especulador con un curioso parecido al Tío Sam.
Publicadas en el número titulado «El gran dedazo» (en referencia al modo en que Perón desplazó a Cámpora y a los sectores de la izquierda peronista), estas tres páginas de Fontanarrosa extreman las características identitarias de la revista: la exacerbación del componente sexual y la presencia de la política.
Por los 70s, la Guerra Fría todavía determinaba la fisonomía de un mundo dividido en bloques bipolares de modo que los códigos compartidos para la risa incluían referencias a los «bastardos comunistas», «los grandes capitales», «las empresas multinacionales», a Cuba y a los «ateos», como ocurre en la versión libre del humorista rosarino. A la vez, Armand Mattelart y Ariel Dorfman publicaban su lectura del Pato Donald, en un contexto crítico a la cultura de masas.
Con la fisonomía consagrada por Carl Barks, Donald y sus compañeros llegaron a la Argentina a través de Cesare Civita, fundador de la editorial Abril, y quien estuvo cargo aquí de su dibujo fue Luis Destuet. Son esos rasgos gráficos los que «Tennesse» Fontanarrosa lleva a la exageración para demoler, como en todas sus parodias-sátiras, los lugares comunes de la comunicación y la masividad.
No dejes de leer los artículos anteriores: Prohibido para literales, Joda gaucha y Fuego libre.
Judith Gociol
Periodista, investigadora, editora y curadora.
Te puede interesar
26 de octubre, 2022
23 de septiembre, 2022
15 de agosto, 2022
04 de julio, 2022