26 de octubre, 2022
Homenaje
Este 12 de agosto se cumplen diez años de la desaparición de unos de los grandes dibujantes argentinos, el querido Solano López. Fierro lo quiere recordar de esta manera especial.
Pocos dibujantes argentinos han tenido una trayectoria tan brillante y extensa como Francisco Solano López. Y menos aún han sido capaces de adaptarse a diferentes medios y registros, haciendo gala de una enorme versatilidad sin cambiar sustancialmente su línea y su dibujo. Nadie puede imitar la expresividad de una mirada dibujada por Solano. Hoy, Fierro se da el lujo de estrenar una serie de cortos animados realizados por Juan Carlos Quattordio a partir de un extenso reportaje que Lautaro Ortiz le realizara en 2008 en su casa del barrio de Abasto.
En ellos, Solano cuenta las diferentes etapas de su carrera, desde sus comienzos en editorial Abril, para a revista Misterix, hasta sus últimos trabajos. Nos enteramos, así, cuáles fueron sus métodos de trabajo, las soluciones técnicas y estéticas que fue desarrollando en diferentes etapas de su extensísima y variada carrera. Con la memoria puntillosa como suelen tener los buenos dibujantes, rememora los avatares de sus inicios. La sombra benéfica de Héctor G. Oesterheld, sus tiras de Joe Zonda; los personajes de Rolo, el marciano o su salida del banco de suplentes para reemplazar a, nada menos, Paul Campani en la realización de la historieta Bull Rockett, el hombre que, según Juan Sasturain y otros jodones, nunca se cambiaba la polera, camiseta negra que le servía casi de bandera identitaria.
Solano cuenta con el mérito de haber sido el dibujante de la que es, tal vez, la obra más importante de la historieta argentina, o por lo menos la más popular, destacada, reinterpretada, recuperada y citada, como lo es El Eternauta. Resulta muy difícil imaginar –más allá de la enorme versión que hizo Alberto Breccia para la revista Gente, en 1969– a Juan Salvo, Favalli, Franco, los manos, los gurbos o a Elena y Martita, entre la enorme galería de personajes creados por Héctor Oesterheld, con quien formó una dupla formidable, desde Uma Uma, en 1955, hasta El Eternauta 2, de 1977, cuando el guionista fuera desaparecido por los grupos de tareas de la dictadura militar, si los dibujos de Solano López. En el medio, realizaron en dupla clásicos como Bull Rockett y Ernie Pike y otras no tan recordadas; el caso de Joe Zonda o Rolo, el marciano adoptivo.
Los audios —que Fierro reúne en el ciclo «Charlas Animadas»— se detienen en los detalles y nos permiten asumir imposibles como enterarnos que los dibujos minúsculos con los que Solano rellenaba cada rincón de sus cuadritos estaban plasmados a punta de pincel y no de plumines o que el dibujante del Eternauta no conocería la Rotring hasta Slot Bar.
Sin Oesterheld, la obra de Solano siguió su desarrollo con guiones de su hijo Gabriel –Ana, Historias tristes– y de otros maestros de la narración en cuadritos: Slot Barr y Ministerio, con Ricardo Barreiro; Evaristo con Carlos Sampayo.
La voz de Solano, tan bien acompañada por las animaciones de Quattordio (y con voz introductoria de Facundo Arana), reviven la pasión auténtica que uno siente por la historieta nacional y por su historia. Este es un pequeño homenaje.
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