26 de octubre, 2022
Editorial
Por Lautaro Ortiz
Hace unos días, mientras conversábamos con algunos medios sobre la primera Exposición de Fierro en Italia (14 autores que publican en esta versión web, algunas tapas, una muestra con originales de Enrique Breccia, y todo en el hermoso edificio de la Embajada Argentina en Roma), se repasaron los distintos momentos de la historieta en consonancia con las idas y vueltas de nuestra historia política. Un análisis que se ha hecho muchas veces acerca de los puntos claves (inauguraciones y cierre de revistas y de editoriales) en relación a momentos políticos inolvidables y a momentos políticos dolorosamente recordables. Quizás, dije, se podría leer esa historia a partir de los estados de ánimo. Y expliqué algo que no se entendió bien y que, como buen porfiado, volveré a intentar en esta breve columna que marca el inicio de una nueva edición de Fierro web: la 11.
Sin rigor y con ninguna intención de serlo, mi aseveración sobre los ciclos de la historieta a partir de los estados de ánimo de las obras seguramente estuvo influida por la lectura del diario del pintor alemán Max Beckmann que escribió en enero de 1913 sobre el trabajador del arte: «Sacamos las fuerzas de nuestras debilidades. Trabajamos con un déficit miserable».
La cuestión del déficit no es menor. Porque por más que la mayoría del tiempo nos olvidemos de ese detalle, el déficit (es decir lo que hace falta para que la Historieta sea un arte equilibrado entre la satisfacción y el diario vivir) es obscenamente constante. Ni siquiera se salvan algunos momentos de gloria como los famosos años 50s de las revistas y de los miles de ejemplares vendidos, donde hay también muchas bajas de proyectos, historietas inconclusas, colecciones incompletas, y espasmos editoriales. Si uno repasa el «déficit miserable» con que se hicieron algunas editoriales y las horas de trabajo de dibujantes y guionistas para inventarse un salario, tiene ganas de cerrarle el libro en la cara a Beckmann. Pero el alemán dio en el clavo, aunque duela.
En la historieta, en su compleja historia, se adivinan estados de ánimo variados que nunca llegan a ser bipolares, sino que se complementan. Podríamos hablar en lugar de fechas y hechos políticos, de momentos regidos, por ejemplo, por un Estado de ánimo Pratt, es decir, una disposición emocional que nos empuja hacia afuera, que nos tironea de las frazadas y nos calza los zapatos, que nos ordena no sólo a abrir ventanas sino a querer atravesarlas porque la verdadera vida está del otro lado de la calle. Un Estado de ánimo Oesterheld que promueve ver al otro, contar con el de al lado, construir amistad, pasar de simple emoción para buscar la conmoción. Un Estado de ánimo Breccia que se siente como furia, bronca, miedo, y que nos obliga a mirar cómo la belleza tironea entre la bondad y el mal. Un Estado de ánimo Solano que nos mantiene con los ojos abiertos ante las contradicciones de la existencia mientras se escucha un rumor que dice que la aventura es un peligro que vale la pena vivir. Un Estado de ánimo Barreiro en donde se caen todos los velos y el monstruo del sistema nos muestra su realidad violatoria. Un Estado de ánimo Trillo donde se nos hace ver cómo en la semilla del sexo germinan los buenos y malos. Y, para terminar, un Estado de ánimo Oski que es de real alegría, la alegría de ver, de reír, de contar, de aceptarnos como somos, trágicos y violentos, y de pensar que si bien dios lo sabe todo, nunca pudo dibujar y por eso el dibujo quedó para maravilla de los hombres.
Los Estados de ánimo de Fierro, le decía al periodista italiano, son variados y dependen, claro, de cada lector. En la de los 80s, por ejemplo, se percibe una sensación de oscuridad que se disipa, una niebla que se aleja para que asome la sorpresa, el ingenio y la desmesura, tanto entre sus autores sagrados y como los que iban en camino a consagrarse. En la Fierro 2, se sintió ansiedad, preocupación por mostrar lo que colectivamente se gestó entre las sombras, muchas ganas de romper con el pasado pero para estar a su altura, no para crear sepulcros, en todo caso para llevar ofendas al tótem. En la Fierro trimestral el estado de ánimo predominante fue de la esperanza pese a la bronca, del vaticinio pese al desastre, con una misma idea: en el detalle está la puerta de salida. Y en esta Fierro web que hoy cumple un año, sospecho, prima un estado de ánimo de oposición tanto de parte de lectores como autores contra la lógica del sistema que se eligió para seguir: un rechazo a que todo envejezca en segundos bajo la luz de la pantalla, que mirar sea un acto de movimiento de dedos en lugar de exploración de los ojos, y un rechazo a que se llame a los que leen seguidores, en lugar de lo que siempre fueron y serán: lectores.. Ante todo eso, esta Fierro tiene espíritu de oponente. Es, sin duda, un gesto desmedido de confianza en el lector que, pese a los obstáculos, sigue ahí, con la esperanza de contagiarse de nuevas sensaciones. Porque los lectores de Fierro saben más que ninguno, que lo estados de ánimos no son permanentes y que a los buenos momentos hay que aprovecharlos. Esta Fierro web, es uno de esos buenos momentos que supimos conseguir.
Por eso, y para terminar, resulta muy curioso que pese a los complejos tiempos históricos y a los variados estados de ánimo, algunos críticos de minutas y escribas de prospectos, sigan creyendo que la historieta es una arte de mediatarde a la que hay que homenajear levantando una copa de leche Cindor. ¿Ese festejo para un puñado de familiares y para colgar hermosos post en las redes, es el estado de ánimo que rige a la Historieta actual? Mirando más allá de los zapatos de cada uno, creemos que la historieta merece otra cosa, y que el déficit marcado por el señor Beckmann debe movernos para crear y difundir más y mejores historietas. Ese es el trabajo, todo lo demás se llama oportunismo.
Posible final 1: En breve relanzaremos la colección de los libros de Fierro. Al respecto, no somos sordos ni ciegos, y ante declaraciones públicas de quienes admiten, incluso al balbucear una defensa, que no cumplen con códigos y que el único Estado de Ánimo que los anima es «la lógica comercial», no podemos más que sonreírnos. Seguiremos trabajando.
Ilustración: Emiliano Raspante.
Lautaro Ortiz
Es poeta, periodista, y guionista. Trabajó con los dibujantes Juan Soto, Pablo Túnica, Lucas Nine e Ignacio Minaverry. Es director de Fierro.
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