El gobierno promulgó la Ley 27.610, de acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Después de décadas de lucha de las mujeres y de más de 3.000 víctimas de abortos clandestinos desde el retorno de la democracia, el Estado decidió por fin hacerse cargo de un problema de salud pública y reconoce el derecho elemental a elegir cuando parir. Las personas gestantes ya no serán incubadoras que deben compensar la austera tasa demográfica del país o responder a los designios de Dios y pasan a ser ciudadanos con derechos.
Había muchas razones para no lanzarse en esa batalla, cambiarla por alguna propuesta superadora como en el caso de Vicentin, volver atrás para no confrontar y demostrar voluntad de diálogo y coso, o enviar el proyecto al Congreso y desentenderse e incluso torpedearlo, como hizo el gobierno anterior. El Presidente tomó otro camino, el de respetar una promesa de campaña aún corriendo el riesgo de disgustar a propios y ajenos en medio de una coyuntura muy difícil. Desde el primer día defendió sus convicciones y el reconocimiento de las personas gestantes a elegir y que el Estado proteja esa decisión.
Las ampliaciones de derechos tienen un efecto colateral virtuoso: obligar a los orcos a salir a plena luz y defender lo indefendible. En unos años más todos escucharemos los argumentos terraplanistas en contra de la IVE con el mismo asombro con el que hoy escuchamos los argumentos en contra del voto femenino o el divorcio vincular. Incluso quienes los profirieron.
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Vuelve a ser el peronismo el espacio político que amplía derechos ciudadanos, como ocurrió con el voto femenino, el divorcio vincular (el instaurado por el primer peronismo, luego anulado por el golpe del ‘55), las vacaciones pagas, el aguinaldo, la AUH, el matrimonio igualitario, la identidad de género y hoy el aborto legal, seguro y gratuito. Es paradójico teniendo en cuenta que, según sus detractores- que siempre se opusieron a esos derechos- el peronismo es un movimiento político autoritario y alérgico a las libertades individuales.
En todo caso, el del aborto legal, seguro y gratuito es otro gran ejemplo de obstinación virtuosa, de cómo la política mejora la vida de las mayorías cuando decide defender el bien común por encima de la furia de una minoría poderosa.
Ayer se cumplieron los primeros 5 años de cárcel preventiva de Milagro Sala, luego de haber sido detenida por “incitación al acampe” apenas unos días después de haber asumido como gobernador su rival político y haber ampliado éste el Superior Tribunal de Justicia con diputados amigos que votaron la ampliación.
Para conmemorar esa fecha tan relevante entre quienes defienden la libertad y coso, su majestad Gerardo I, Visir de la Puna, Maharajá del Potosí, Marqués de Ledesma, León de Tilcara, Mariscal del Altiplano, Apóstol de La Paz, Zar de los 7 colores, Califa de Humahuaca, Martillo de Herejes, Protector de la Justicia, Orgullo Radical y Azote de Dios, decretó una gran suelta de esclavos y ordenó doble ración de tasajo para cada preso político, incluyendo a Milagro Sala. Un gesto humanitario que le valió el apodo de Gerardo el Magnánimo en la prensa independiente del imperio de Ledesma.
Siempre es bueno volver a escuchar la entrevista al ineludible Ernesto Sanz en la cual confiesa con encomiable honestidad que la detención de Milagro Sala “no estuvo bien hecha” y que fue una cuestión de “realpolitik.”
Por estos días Mauricio Macri salió de su letargo para exigir que “abran las escuelas”. No sabemos si se refiere a las escuelas que cerró la ex Gobernadora Coraje durante su gestión pero su llamado fue la coreografía inicial de un nuevo Nado Sincronizado Independiente (NSI) entre opositores de Juntos por el Cambio y periodistas serios (dos colectivos que cada día cuesta más diferenciar). Una letanía repetida de forma independiente en cada set de televisión acusa al gobierno de no querer educar a los alumnos, lo que sería una tradición kirchnerista.
Es decir que el kirchnerismo, que construyó escuelas y universidades y aumentó el presupuesto en Educación, “nos quiere brutos” mientras que el macrismo, que redujo ese presupuesto, terminó con el Plan Conectar Igualdad, no construyó las escuelas prometidas y considera que hay demasiadas universidades, nos prefiere educados.
Ahí está.
Imagen: Gerardo I, Visir de la Puna y Azote de Dios, ordena una suelta de esclavos durante la conmemoración por los primeros 5 años de preventiva de Milagro Sala (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)