El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, llega con un programa de proteccionismo comercial con el declarado objetivo de recuperar el trabajo industrial que perdió el país con la mudanza de las fábricas a los “países factorías”, un modelo antagónico a la apertura comercial y la desregulación de la economía que impulsa en Argentina Javier Milei.
En la campaña electoral Trump expresó abiertamente sus intenciones de política económica: forzar a las empresas a traer de regreso las fábricas para recuperar el empleo industrial, que suele estar asociado a los mejores salarios con mayores beneficios sociales.
Las definiciones incluyen proteger al mercado interno con suba de aranceles a la importación, beneficios fiscales para recuperar las fábricas y dólar competitivo para fomentar las exportaciones.
También propone rediscutir el rol de la Organización Mundial de Comercio, OMC, y el orden económico internacional basado en la eliminación de barreras arancelarias y paraarancelarias para fomentar el libre flujo de bienes y servicios entre los países.
Ese orden, que impulsó Estados Unidos en los últimos 50 años, es al que adhiere la mayoría de los países del mundo, incluido China, aceptada como miembro pleno en diciembre de 2001.
El modelo Trump plantea diferencias sustanciales con el que lleva adelante el presidente Javier Milei en Argentina, basado en la financiarización de la economía y la apertura indiscriminada que lleva a la destrucción de sectores productivos tanto industriales como de economías regionales.
Lo fundamental para la política económica que declaró Trump que llevará adelante es cuidar el empleo en la producción nacional, incluso llevando a conflicto comerciales con el resto del mundo, todo lo contrario de lo que aplicó en Argentina Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo.
Incluso para un país como EEUU que tiene un nivel de productividad, carga impositiva y ventajas competitivas muy superiores a Argentina, la propuesta es mayor protección y no mayor apertura.