El mundo que mira Milei y el que prefiere ignorar

Por primera vez en décadas, el primer viaje no será a un país de la región, sino a EEUU e Israel. El presidente electo recibió saludos de todo el mundo, pero habló solo con líderes de las derecha y extremas derechas internacionales. Tensión declarada con Brasil y China.

21 de noviembre, 2023 | 00.05

El presidente electo, Javier Milei, comenzó su primer comunicado oficial destacando que había mantenido "conversaciones telefónicas con dignatarios extranjeros que se comunicaron con el fin de expresarle su apoyo". Antes, entre sus anuncios a la prensa adelantó que sus primeros viajes antes de asumir serán a Estados Unidos e Israel, no a la región, como se había vuelto una tradición en estas últimas décadas. La política exterior, aunque estuvo en un segundo plano durante la campaña, será central en el proyecto de Gobierno del libertario y los cambios que impondrá el nuevo Ejecutivo sin dudas tendrán consecuencias más allá de lo discursivo.

En el primer día tras triunfar en las urnas, se supo que el futuro mandatario habló con varios presidentes de la región -el uruguayo Luis Lacalle Pou, el paraguayo Santiago Peña y el salvadoreño Nayib Bukele- y dos europeos -el francés Emmanuel Macron y la italiana Giorgia Meloni-. La conversación que se viralizó, sin embargo, fue la que mantuvo a la mañana con el ex mandatario brasileño y férreo aliado Jair Bolsonaro y su hijo, el diputado Eduardo.

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Sin estrategia para los dos principales socios comerciales: China y Brasil

 "Un gol de media cancha", celebró Milei cuando Bolsonaro padre le confirmó que participará de su asunción el próximo 10 de diciembre. La escena contrastó con el mensaje frío del presidente Luiz Inácio Lula da Silva del domingo a la noche, en el que "deseó buena suerte y éxito al nuevo Gobierno", pero sin nombrar a Milei. La frialdad no fue solo una interpretación. El lunes, el principal asesor de política internacional de Lula, Celso Amorim, anunció que el mandatario no vendrá en diciembre para el traspaso de mando porque "fue ofendido personalmente" por Milei durante la campaña, cuando lo calificó de "corrupto" y "comunista"

Amorim aclaró que "es posible tener una relación buena, incluso con presidentes de ideologías muy diferentes". Pero dejó claro que la decisión no se tomará solamente en Brasilia: "Somos capaces de colocar los intereses de Estado encima de la preferencia personal. Esperamos que el presidente electo de Argentina también lo sea."

Hasta ahora, Milei dejó claro que no tiene intención de mantener ningún tipo de relación con Brasil, al menos el Brasil de Lula quien tiene mandato hasta finales de 2026. Una y otra vez, se vio confrontado en la campaña con el hecho de que se negaba a mantener una vínculo diplomático con los dos principales socios económicos del país: Brasil y China. En ambos casos, el libertario propuso una estrategia que aún hoy parece difícil -sino imposible de aplicar: convertir al comercio exterior en un intercambio meramente entre privados, sin intermediación, negociación o regulación estatal. 

Tanto desde Brasil como desde China no se tomaron en serio esta propuesta porque saben que, al menos de su parte, es impracticable. Dada la asimetría económica, es probable que los chinos manejen sus tiempos: se sentarán a esperar que la propia necesidad de los exportadores argentinos presione e influencie al nuevo clima político en Argentina. Ellos pueden esperar. De la misma manera, si el próximo Gobierno argentino decide no activar o utilizar el segundo tramo del swap chino, esto no afectará a Beijing, solo al estado de las reservas en el BCRA. 

No obstante, la Cancillería china lanzó una clara advertencia este martes: "Ningún país puede abandonar las relaciones diplomáticas y lograr mantener la cooperación económica y el comercio", sostuvo la vocera Mao Ning y agregó: "Sería un grave error de política exterior si Argentina rompe relaciones con países importantes como China y Brasil. China es un importante socio comercial de Argentina. El flamante Gobierno electo argentino valora las relaciones con China, especialmente los vínculos de negocios entre los dos países."

En Brasil, en cambio, la situación del Gobierno de Lula no es tan cómoda. Frente a las presiones constantes del bloque bolsonarista en el Congreso y sus aliados económicos, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) buscó el apoyo de los industriales paulistas, quienes a cambio le vienen pidiendo que garantice el flujo de las exportaciones a Argentina -principalmente del sector automotriz- en medio de la asfixia de dólares en el país y para dejar de perder mercado frente a China. 

A esto se suma otro futuro incierto: el del Mercosur. A solo tres días de la asunción presidencial en Argentina, en Rio de Janeiro, el Gobierno de Lula hará de anfitrión de una cumbre de presidentes del bloque, en la que le entregará la Presidencia pro témpore a Paraguay. El mandatario quiere destrabar la negociación por el famoso acuerdo de libre comercio con la Unión Europea antes de ese encuentro y, principalmente, antes del traspaso de mando argentino. Mientras sectores de la nueva alianza Macri-Milei estarían felices de finalmente firmar ese acuerdo, hay quienes sospechan que el libertario apostará por apoyar las posiciones, como la uruguaya de Lacalle Pou, que piden flexibilizar al Mercosur y abandonar las negociaciones en bloque. 

El único Norte: Estados Unidos e Israel

Mientras en los mercados de Estados Unidos las acciones argentinas subían, la reacción fue mixta en el ámbito político. Por un lado, el ala más radical del Partido Republicano, con el ex presidente y actual favorito para volver a la Casa Blanca, Donald Trump, y el senador Ted Cruz -quien pidió a Joe Biden que sancione a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner por denuncias de corrupción- a la cabeza, celebró como si hubiese sido una victoria propia.

Por otro lado, tanto el Departamento de Estado como la Casa Blanca y la propia embajada en Buenos Aires emitieron comunicados más medidos, marcados por la corrección diplomática y la mención de los "valores compartidos", como la defensa de la democracia y los derechos humanos. Algunos vieron en esto un gesto de advertencia. Sin embargo, sobran los ejemplos de relaciones bilaterales de Washington con Gobiernos autoritarios aliados, en los que se repiten los conceptos de valores democráticos y derechos humanos en los comunicados, sin más consecuencias reales. 

Estados Unidos es el tercer socio comercial de Argentina y, en este caso, nadie duda que el futuro Gobierno de Milei hará lo necesario para que el vínculo económico fluja sin problemas. La tensión, en cambio, podría generarse el año que viene cuando empiece la campaña presidencial estadounidense. En 2020, Bolsonaro, desde la Presidencia brasileña, apoyó declarada y enfáticamente la reelección de Trump, lo que luego truncó por completo su relación con Biden. Será clave si el libertario argentino sigue los pasos de su aliado o elige el año próximo un enfoque más pragmático, algo de lo que hasta ahora no ha dado muestras en materia internacional. 

Sin embargo, Milei tiene también para ofrecerle al Gobierno de Biden algo que le interesa y mucho: excluir a China de los sectores que Washington considera más sensible en una de las economías más grandes de Sudamérica. El libertario dejó claro que no profundizará la alianza con Beijing o concretará, por ejemplo, el ingreso a los Brics; pero es menos evidente qué hará con los proyectos y las inversiones que ya están avanzados en el campo de la energía, las telecomunicaciones e infraestructura clave como represas, puertos y trenes. 

El otro socio privilegiado que el presidente electo anunció será Israel y, en este caso, el Gobierno israelí celebró con entusiasmo la victoria electoral del domingo. "Lo invito a visitar pronto Israel, para continuar nuestro diálogo e inaugurar la Embajada de Argentina en Jerusalén, capital de Israel", escribió en Twitter el canciller Eli Cohen, junto a un mensaje de felicitaciones. Entre sus promesas de campaña, el libertario había prometido mover la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, un gesto político que muy pocos países realizaron ya que la mayoría de la comunidad internacional, con la ONU a la cabeza, considera que la parte oriental de Jerusalén es aún un territorio en disputa y pertenece a los territorios ocupados por Israel desde 1967, junto a Cisjordania y la Franja de Gaza. 

Pero la alianza estrecha que propone Milei no solo incluye este tipo de medidas simbólicas. El Gobierno de Israel declaró formalmente la guerra al movimiento islamista palestino Hamas hace un mes y medio, tras el ataque masivo que mató a 1.400 israelíes, y mantiene una ofensiva militar arrasadora contra la Franja de Gaza que ya mató a más de 11.000 palestinos, la mayoría mujeres y niños. Indiferente a los constantes pedidos de la mayoría de los países del mundo de un alto el fuego, Israel -y con él su aliado Estados Unidos también- se ha ido quedando solo en las últimas votaciones en las Naciones Unidas y desató un repudio generalizado en el mundo árabe e islámico, incluso de países vecinos a los que se había empezado a acercar en los últimos años. 

Hasta ahora, Milei expresó su apoyo irrestricto a Israel en esta escalada de violencia -al igual que el candidato oficialista Sergio Massa-. La duda ahora es si esta posición, minoritaria en el mundo, se traducirá en un apoyo más allá de lo declarativo, como sucedió en otras épocas cuando el país participó directamente de conflictos internacionales, aún fuera de manera militar simbólica. 

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