El caliente debate público en el verano argentino

La masiva marcha antifascista desnudó una fuerza popular sin representación. Qué debate propone en un momento clave para empezar a construir una oposición.

02 de febrero, 2025 | 00.05

Nadie puede asegurar que el día de hoy no haya sido un poderoso golpe popular contra el “nuevo contrato social” que, más allá de las palabras, va intentando establecer la “doctrina Milei”: el mundo debe salir del “socialismo” de la Europa de posguerra. Ese mundo era el de la posguerra, el del fortalecimiento de la Unión Soviética y del mundo ONU, signado por la obsesión de “la paz”, capitaneada por las dos potencias victoriosas del conflicto. Hace rato que el “mundo occidental” está buscando un anclaje ideológico para situarse en tiempos de expansión de nuevas potencias mundiales, de nuevos modos de producción, de nuevas formas de subjetividad

¿Qué tiene que ver con todo esto la jornada que vivimos el sábado los argentinos? Por razones difíciles de explicar, Buenos Aires se convirtió en un cruce, por lo menos circunstancial, entre el mundo de la discusión y la lucha política del puro dominio: habrá que explicarse cómo la cuestión de la represión a la diversidad de género se convirtió en un tema central para un país que vive envuelto en una profunda crisis que se hace más intensa cuanto más “resuelta” se la quiere mostrar. Milei ganó una elección y erigió sobre ese triunfo un mito: la vieja ilusión del futuro venturoso del país, identificada hoy con las políticas neoliberales de las potencias hegemónicas en Occidente. Ese es, finalmente, el sentido del gobierno actual, si ese sentido deja de existir, el gobierno desaparece inmediatamente. Si se quiere comprender esto, alcanza con recordar los insólitos giros discursivos usados por el jefe de gabinete de ministros para defender la prosa, ciertamente indefendible, del presidente. 

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Pero la marcha de hoy va más allá. Porque la Plaza escenificó una Argentina que existe, que probablemente sea mayoritaria en términos demográficos y sociales pero que hoy luce no solamente carente de representación sino carente de una política que se proponga representarla. Probablemente lo que hayamos vivido hoy es un momento de crisis política, de lo que Gramsci llamaba la lucha de lo nuevo que quiere emerger y lo viejo que se resiste a su muerte. Estas complejidades no podrán ser resueltas en un diálogo orgánico y ordenado. La plaza de hoy nos pone frente a un nuevo marco político: no alcanza la definición de ser “la oposición de Milei”, hay que construir el tejido de unidad que pueda hacerse cargo de la heterogeneidad. Un impulso político que se revele como lo nuevo, más allá de los signos exteriores, más allá de las fidelidades históricas, las preferencias partidarias y las solidaridades de grupo.

Es muy interesante que este impacto político haya tenido lugar en una Argentina que se dispone a organizar una lucha política importantísima, como es la selección de los candidatos para las próximas “elecciones intermedias”, es decir el tipo de elecciones que, al mismo tiempo, hacen el balance de los hechos y se preparan para influir en el futuro. Todo esto no se reduce al ámbito de los partidos: la retórica que hoy hemos escuchado entre los participantes muestra una fuerza “sin representación” o en el interior de una “crisis de representación”. En otras palabras, es un nivel muy importante de la crisis del peronismo. No es para espantarse: una “crisis” suele ser la forma en que un organismo se recupera a sí mismo y encuentra la forma de seguir siendo quien es y convocar desde nuevas perspectivas

El problema en estos casos es que lo viejo puede no resignarse a morir. Puede esgrimir profundas razones morales, históricas y hasta políticas para sobrevivir. Pero la cuestión de las personas y los líderes siempre encuentra formas de desarrollarse, la cuestión es lograr que la lucha política se desarrolle en términos del futuro geopolítico de la Argentina. Lo oscuro del punto de partida en esta etapa está a la vista: a Argentina le toca activar resortes centrales de su política internacional, bajo el gobierno más pronorteamericano de su historia, bajo el manto de una debilidad histórica de las posiciones del movimiento que puso en el centro la independencia nacional y la soberanía política. Habrá que desarrollar el debate público que hoy se abrió en el país. Un debate en el que el pasado tendrá el peso de la historia y de la tradición pero en el que tendrá que rendir cuentas sobre el proyecto de país futuro.  

Esta tarde se habló de todo esto en las calles de Buenos Aires. Es una señal de vida.