El secretario privado de Mauricio Macri, Darío Nieto, es uno de los tantos nombres que el ex presidente quiere imponerle a Horacio Rodríguez Larreta en el armado de las listas para las elecciones 2021. La nómina incluye, al menos, otros tres dirigentes con los que el Jefe de Gobierno no comparte visión pero que desde su entorno no consideran descabellados. De todos modos, la discusión caliente por el cierre de boletas llegará en julio y, pandemia mediante, desde todos los sectores de la alianza opositora consideran que falta mucho tiempo y no es el tema a discutir en este momento. En el fondo, la cuestión es aperturismo o cerrazón del espacio.
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Macri, quien no quiere ser un jubilado de la política, busca su espacio dentro del armado con personas de su núcleo más cercano. Si bien aún puede haber un giro hacia el Congreso Nacional, todo parece indicar que Darío Nieto iría por la Legislatura porteña, algo que desde el larretismo no consideraron un problema. De todos modos, alertan que ante una “barbaridad”, pondrán un límite así como dicen que lo hicieron cuando fueron Gobierno nacional. La premisa rectora no sería “se hace todo lo que dice Macri”.
Nieto estuvo imputado por la mega red de espionaje ilegal perpetrada durante el gobierno de Juntos por el Cambio pero los fiscales entendieron que no había pruebas suficientes para pedir su procesamiento y el juez Juan Pablo Augé, de Lomas de Zamora, dictó la falta de mérito. En las últimas semanas, El Destape reveló varias anotaciones que comprometen al hombre de Macri, con escritos sobre el ahora procesado fiscal Carlos Stornelli en la causa de las fotocopias de los cuadernos, el juez Gustavo Lleral del caso Santiago Maldonado y Eugenio Cozzi, de la pesquisa por el encubrimiento del atentado a la AMIA.
La semana pasada, los camaristas de Casación Penal Mariano Borinsky y Javier Carbajo, con la disidencia de Ángela Ledesma, resolvieron que la causa por espionaje ilegal macrista pase a Comodoro Py al tratar un planteo de Nieto en un incidente donde pide la nulidad del secuestro y apertura de su celular. Borinsky, quien visitó a Macri al menos 16 veces en secreto en la quinta de Olivos, había sido recusado por sus vínculos con Nieto que, justamente, se desprenden del teléfono del secretario del ex presidente. Así, el propio camarista rechazó las presentaciones en su contra.
La lista de nombres que quiere imponer Mauricio Macri incluye al actual diputado del PRO, Fernando Iglesias, que llegó al Congreso también por pedido del ex presidente. Este año vencerá su mandato y quieren que renueve. Tal vez su nombre no pone contento a todo el mundo pero no lo consideraron excluyente para el armado.
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Hernán Lombardi, el vaciador de los medios públicos durante la gestión de Cambiemos, también es otro de los personajes que el ex presidente de Boca quiere para formar parte de alguna lista, ya sea el Congreso o la Ciudad. No está del todo claro. No fueron nombres planteados formalmente pero que sí llegaron a los oídos de los armadores políticos. Para la Ciudad, Lombardi es un hombre de trayectoria política que tranquilamente puede integrar una lista aunque no tenga la misma visión que el larretismo. Lombardi fue una de las figuras que se manifestó contra las medidas sanitarias durante el 2020 y participó en varias manifestaciones.
Finalmente, María Carla Piccolomini, actual diputada nacional y esposa de un hombre de confianza de Macri, Andrés Ibarra, también está dentro de las nominadas a candidatearse este año y renovar bancada. Ibarra fue el ministro de Modernización de la gestión Cambiemos y, dentro de sus últimas expresiones en redes sociales, criticó el manejo de la pandemia y de la educación por parte del Gobierno nacional. Fue uno de los cientos de invitados a la presentación del libro del ex mandatario, Primer Tiempo: “Vamos a jugar juntos el 2do tiempo para consolidar el rumbo que nuestro país necesita!”, dijo.
En el fondo, analizan desde el larretismo, el debate es más profundo. Las listas serán un espacio para mostrar actitud de amplitud y no de cerrazón, o eso quieren conseguir en esta nueva etapa en la que se abren dos caminos: apelar a ser el socio mayoritario de la alianza, copar todos los cargos y dejar a los aliados como meros espectadores o ser generosos y conformar una coalición de gobierno, no sólo electoral, abriendo espacios a quienes piensen diferente.