Las caídas del 33,5 por ciento en la industria y del 75,6 por ciento en la construcción de abril fueron los resultados económicos más tangibles del “Quédate en casa”. Durante la mayor parte del mes solo podía circular el 43 por ciento de la plantilla laboral del país. Esta semana más del 70 por ciento volvió a su puesto. Si la cantidad de fallecimientos no se dispara y las camas de terapia son suficientes, no habrá que volver atrás y se podrá decir, parafraseando al gran voyeur nacional: “Lo peor ya pasó”.
El primer balance del parate obligado de oferta y demanda ya puede comenzar a contabilizarse. El Informe de Situación y Evolución del Trabajo Registrado del Ministerio de Trabajo reveló que entre marzo y abril se perdieron 100 mil empleos privados registrados. Es la mayor caída desde 2002. Pero muy lejos de los 5 millones de puestos que perdió Brasil o los 42 millones que destruyó Estados Unidos. Sin duda, los 2,3 millones de salarios que pagó ANSES salvaron al país de una hecatombe similar. También la prohibición de los despidos. La doble indemnización hizo lo suyo. En el Ministerio de Trabajo señalan que esta semana cuando venza “la doble” no se renovará.
En el Banco Central señalan que la morosidad no superó el 5 por ciento. También un número alto, pero no tanto como podía esperarse con una economía frenada.
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La recaudación cayó un 23 por ciento en términos reales. Teniendo en cuenta que muchas empresas habrán priorizado sostener empleos en detrimento del pago al fisco la caída tampoco luce dramática en el contexto de la pandemia.
El Central divulgó que al 20 de marzo, inicio del aislamiento obligatorio por la pandemia, el volumen de depósitos del sector privado en pesos ascendía a 1,1 billón de pesos y al 29 de mayo se ubicó en 1,4 billón. En el mismo período los depósitos en dólares se mantuvieron estables. Entre abril y mayo los bancos otorgaron préstamos a las empresas al 24 por ciento anual con tres meses de gracia por un total de 220 mil millones de pesos.
Volver a crecer
Partiendo de esa escasez, el equipo económico empieza a pensar cómo volver a crecer. Las empresas cuentan con capacidad ociosa, pero, con el derrape de la facturación, se quedaron sin capital de trabajo. Aquí va a operar el gobierno. Se trabaja en una línea de crédito en bancos oficiales que las empresas comiencen a pagar luego de su primer balance positivo. Lo llaman “crédito a mejor fortuna”. A la vez se busca financiación para darle mayor volumen al Fondo de Garantía Argentino para que la banca privada continúe con la línea actual al 24 por ciento.
Consumidores se buscan
El problema es la demanda. El Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) seguramente debe haber disminuido la cantidad de indigentes. Pero el número de pobres creció y mucho. Cuando se mida este segundo trimestre, más de la mitad de la población se contará bajo la línea de pobreza. De la otra mitad, muchos estarán apenas superando la línea que divide a los pobres de la clase media.
La posibilidad de hacer política fiscal contracíclica por parte del gobierno estará acotada por el acuerdo con el FMI, una de las peores herencias del macrismo. Otro problema será que un millón de trabajadores se desempeñan en sectores que seguirán operando al mínimo, como turismo y gastronómicos.
El Mercosur tira a la industria para abajo. Brasil le compra a Estados Unidos sin cobrarle el arancel común, violando el acuerdo regional. Salvo Argentina, el resto de los miembros avanza en acuerdos comerciales con países más competitivos que el nuestro. El crecimiento no vendrá por ahí.
Así como Europa nos sirvió para vislumbrar el futuro de la pandemia, ahora podremos ver cómo desanda el camino del freno económico.
El Gobierno dispondrá de pocos recursos para impulsar la economía. Tendrá que ser muy hábil para elegir dónde destinarlos. Sectores de empleo intensivo que no requieran un alto componente importado. La construcción de viviendas y las pequeñas obras públicas seguro serán parte del menú.
Para apoyar a los trabajadores con salario indirecto, las tarifas seguirán congeladas y se estudia una ampliación de la base de la tarifa social para que más familias gasten menos en electricidad y gas.
La reforma impositiva aún está en pañales, pero los primeros borradores hablan de aumentar la recaudación en Ganancias y Bienes Personales. También se piensa en terminar con el “enanismo fiscal” del monotributo. El objetivo de la reforma es la justicia social, pero también es mejorar la recaudación.
El precio del dólar es parte de la discusión. El equipo económico asegura que el actual es un tipo de cambio real multilateral alto. Pero los productores agropecuarios no piensan lo mismo. Con la cosecha de soja a punto de terminar, los granos de oleaginosa sin vender suman 12.500 millones de dólares. El dato surge de multiplicar 35 millones de toneladas aún no comercializadas por el valor FOB de este viernes: US$ 347. De la cosecha estimada en casi 50 millones de toneladas se comercializó un 29 por ciento. El Gobierno tendrá que ver cómo apura esa liquidación para hacerse de divisas y de impuestos.
Economía y elecciones
La economía va a rebotar y el año próximo, cuando lleguen las elecciones, la actividad tendrá una curva ascendente, porque, si la pandemia termina, el consumo solo puede crecer. Eso ya será una buena noticia para el Gobierno. El tema es cuánto crecerá. Si cae un 9 por ciento y rebota un 4,5 por ciento, ¿alcanza para aliviar el sufrimiento general y lograr un triunfo? ¿Premiará el pueblo las miles de vidas salvadas por el presidente? Mejor será un rebote más robusto. Una mejor distribución del ingreso puede ser la clave. De eso también habla Alberto.