Casi al mismo tiempo, se anunció que el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner encabezarían actos por separado por los 48 años del fallecimiento de Juan Domingo Perón que se cumplen el viernes. Enterada, Cristina pidió que su actividad en Ensenada se pase para el sábado, cuestión de evitar superposiciones incómodas. Pero, poco después, integrantes de la conducción de la CGT pusieron en veremos el acto en la sede de Azopardo en el que hablaría el Presidente, al que también se pensaba convocar a gobernadores e intendentes. Como para completar el cuadro de malos entendidos, por la noche en la Casa Rosada aseguraban que el encuentro estaba confirmado.
Las idas y vueltas son una muestra de la situación en la que se encuentra el Frente de Todos. Alberto Fernández es también el presidente del PJ Nacional. Por eso, desde la jefatura de la CGT venían preparando un acto para el 1 de julio que lo tuviera como orador central, en un escenario que compartiría con gobernadores, intendentes y dirigentes de las organizaciones sociales, cuestión de ofrecer una imagen de respaldo político en momentos que el Presidente se ve escaso de apoyos ante las críticas del kirchnerismo y los sacudones de los mercados financieros. El motorizador de la convocatoria era el cosecretario general Héctor Daer, quien -siendo el más "albertista" de los integrantes del triunvirato- el jueves pasado mantuvo un encuentro reservado con Cristina Kirchner en el Senado. Pero Daer se encontraba ayer en Brasil y las invitaciones para el acto salieron desde Ceremonial de Presidencia, no desde la central.
Lo que no sabían los sindicalistas era que la vicepresidenta había organizado su propia actividad junto con el PJ Bonaerense que encabeza Máximo Kirchner. Será un acto en Ensenada, territorio del intendente Mario Secco, del que participará el gobernador Axel Kicillof y se espera que buena parte de la dirigencia provincial. La noticia generó un revuelo en la CGT, cuya mesa chica tuvo un encuentro ayer en la sede de UPCN de la que no participó ninguno de los secretarios generales pero sí el anfitrión Andrés Rodríguez, junto a Gerardo Martínez, Rodolfo Daer, José Luis Lingeri y Jorge Sola, entre otros. Se mostraron en desacuerdo con armarle un encuentro al Presidente, del que ni siquiera habían sido avisados.
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Los jefes gremiales ven cómo los diferentes sectores del Frente de Todos comenzaron a tomar distancia de Fernández -cuestionado por su falta de resolución en la gestión- y a acercarse a la vicepresidenta con miras a 2023. No quieren quedar solos en el respaldo presidencial. Además, sostenían, ni siquiera obtienen respuestas del Gobierno a sus reclamos sectoriales. Enojados, desde la mesa chica aseguraron que el acto del viernes quedaba suspendido. Con todo, un par de horas más tarde, en el Gobierno aseguraban que la convocatoria seguía en pie. La cuestión terminaría de saldarse este miércoles cuando todos los involucrados pudieran conversar y ponerse de acuerdo. El Presidente llegó ayer temprano de su viaje a Alemania por la Cumbre del G7 y la realidad local no le dio ni un rato de respiro.
"Tenía previsto hacer el acto el viernes, pero cuando se enteró de la presencia de Alberto a la misma hora en la CGT pidió cambiarlo para el sábado", informaban desde la oficina de la vicepresidenta. Cristina resolvió mantener una presencia pública mucho más activa y desde su entorno ya hablan sobre una posible candidatura presidencial. O que, si no es ella, será alguien que claramente represente al kirchnerismo, sin volver a apostar a dirigentes moderados como en 2019. Como ocurrió en sus últimas apariciones en Chaco, Tecnópolis y la CTA, su objetivo es seguir marcando las cuestiones que le preocupan de la gestión, dado su diálogo roto con el Presidente.
La disyuntiva que se planteaba, aún en los funcionarios que se mantienen alineados con el Presidente, era que los planteos de Cristina en cuanto a los dólares que se iban en importaciones y a la distribución de los planes sociales finalmente fueron tenidos en cuenta por la Casa Rosada para decidir sus últimas medidas. "Entonces tan equivocada no estaba", comentaba un funcionario con despacho en la Casa Rosada. Dirigentes que mantienen un buen diálogo con ambos apostaban a intentar una gestión durante este miércoles para poder acordar un homenaje a Perón de común acuerdo. Para eso imaginaban que Fernández debía ceder y finalmente llamar a la vicepresidenta, algo a lo que se niega. La situación apremia y ya nadie, ni siquiera entre los más cercanos al Presidente, veían sentido a mantener a rajatabla a un equipo económico que, evidentemente, no podrá cumplir con las metas prometidas. Tal vez haya novedades en las próximas horas.