En Argentina el dólar tiene una influencia indiscutible: es prácticamente un fetiche con impacto en la economía cotidiana, detrás del cual se encuentra la disputa entre la economía productiva y especulativa.
En 2017, Cristina Fernández de Kirchner explicaba que "hay cosas que tenemos que discutir en serio en la República Argentina. Una de ellas es, a mi criterio, la restricción externa, el tema del dólar y la economía bimonetaria, que está vinculada directamente con otro problema estructural de Argentina, la inflación".
La economía bimonetaria en Argentina genera que “los 3 o 4 vivos de siempre” paguen sus costos en pesos, mientras las ganancias las cotizan en dólares. De esta manera licuan los costos, principalmente los de la fuerza de trabajo, es decir, los salarios, ya sea de manera directa impulsando la devaluación monetaria, o de manera indirecta aumentando el precio de los bienes y servicios más rápido que los sueldos.
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Estos “vivos de siempre”, junto con empresas transnacionales, han concentrado las diferentes cadenas agroalimentarias argentinas, factor determinante de su capacidad de definir precios al productor y al consumidor, el stock y el abastecimiento de los productos, etc.
En 2021, en el eslabón del comercio exterior del Complejo Cerealero y Oleaginoso -el principal generador de divisas en Argentina-, las 6 primeras agroexportadoras, todas empresas transnacionales, concentraron el 67% de las ventas declaradas al exterior por granos, legumbres, harinas y aceites vegetales: CARGILL, COFCO, VITERRA, BUNGE, ADM y DREYFUS. Las 10 primeras agroexportadoras concentraron el 91,7%: ACA, AGD, Molinos Agro y Amaggi (“Soja: El Yuyo Maldito”, CEA, septiembre de 2022).
Esto supone que los más de 35.000 millones de dólares que ingresaron en el año 2021 del Complejo Cerealero y Oleaginoso argentino, fueron concentrados por diez empresas, de las cuales las seis primeras son trasnacionales. Ello agrava la dependencia económica y socava la soberanía sobre estructuras claves como tierra, puertos, trenes, vía fluvial, agua dulce, y conocimiento. La Patria, y el conjunto de la ciudadanía argentina, quedan subordinados a los intereses de estos grupos empresariales.
La situación se vuelve insostenible cuando estos grupos apelan a la especulación para maximizar sus ganancias, presionando la devaluación monetaria. Utilizan cualquiera de las variantes de dólar, sea Blue, MEP o CCL, para ejercer presión. Logran que estas variantes en su conjunto se transformen en lo que llamamos “Dólar Influencer”, debido a que genera una influencia cotidiana en la economía argentina. Desde el almacenero de barrio que cuando observa que el dólar sube, aumenta los precios para resguardarse, hasta los productores que buscan en la devaluación mejorar el retorno de la cosecha. Ello a pesar de que las operaciones se realicen en billetes argentinos, y “los verdes” solo los vean virtualmente subir o bajar en la pantalla de algún dispositivo.
Esta es la razón por la que el sector sojero tensionó al gobierno nacional para mejorar el tipo de cambio, es decir, devaluar el peso. Si bien el reclamo devaluatorio es permanente, la mecha se encendió cuando Gustavo Idígoras, titular de CIARA-CEC, declaró el 18 de julio que "los productores retienen granos equivalentes a unos USD 14.000 millones", en el programa “Lanata sin filtro” por Radio Mitre. Afirmó que “nadie sabe cuánto va a valer el dólar y a qué precio van a pagar los insumos los productores cuando tengan que vender soja para comprar sus insumos para la próxima siembra”.
Las llamas se acrecentaron cuando Martín Guzmán renunció al Ministerio de Economía de la Nación vía Twitter, lo que inmediatamente disparó la brecha entre el tipo de cambio oficial y las variantes de “dólar influencer”. Mientras el dólar oficial rondaba los $130-135, el “dólar influencer” superó los $330, llegando a $350.
Mientras tanto, en el sector sojero observaban en las pizarras locales que la tonelada de soja cotizaba entre $50.000 y $55.000, correspondiente al precio internacional con los derechos de exportación descontados y transformada al tipo de cambio oficial. Y calculaban que a precio “dólar influencer”, cada tonelada debía rondar los $125.000-$135.000, por lo que guardaban los porotos de soja esperando que una devaluación les permita mejorar la ganancia de la soja ya cosechada.
El analista de mercados y periodista agropecuario, Carlos Etchepare, explicaba que al 1 de agosto de 2022, con precio internacional de soja en dólares de 614 por Tn, al productor se le extraían USD 398. Esto se explica por lo siguiente: de los USD 614 por Tn, se descuentan USD 203 por derechos de exportación, que las empresas agroexportadoras trasladan a los productores, junto al cobro de los gastos de comercialización. Al productor le queda entonces un precio de USD 387 por Tn, que al tipo de cambio oficial, se transforma en $50.900. En este punto, Etchepare analiza que si el productor quiere comprar dólares con los $50.900 que recibió por Tn de soja, debe hacerlo al tipo de cambio MEP, que por ese momento rondaba los $273, es decir, lograba comprar USD 186.
Si bien el productor nunca tuvo contacto con dólares en billetes físicos, las variantes del dólar influencer (Blue, CCL o MEP) consiguieron el objetivo de influir en su economía cotidiana.
El titular de CIARA-CEC, Gustavo Idígoras, defiende los intereses de 51 empresas, entre las que se encuentran las antes mencionadas. El complejo cerealero y oleaginoso está dominado por 20 grupos que concentran las mayores extensiones de siembra, los principales acopios (donde se guardan los granos) y más del 90% las agro-exportaciones; son quienes tienen capacidad de impactar en las operaciones de comercio exterior de soja. Estas empresas pedían una devaluación, un tipo de cambio más favorable para sus productos.
Sergio Massa, ministro de Economía de la Nación, en acuerdo con CIARA-CEC, decidió realizar una devaluación sectorizada y temporal, con la medida que se conoce como “dólar soja”. Esta acción llevó el tipo de cambio a $200 por dólar solo para la comercialización del poroto de soja durante poco menos de 30 días, con la meta de lograr una liquidación de USD 5.000 millones. La meta fue superada en más de un 20%, lo que dio respiro a una situación de asfixia por la falta de reservas del BCRA.
El desafío que falta enfrentar es llenar la heladera, y que el salario le gane al fin de mes. En este punto parece difícil acordar con empresarios que declaran que “remarcar” es su forma de combatir la inflación. El resultado final del “Dólar Soja” será positivo si los números cierran con todos, todas y todes adentro. La evaluación será en agosto 2023, y el pueblo argentino el evaluador.