En las proyecciones macroeconómicas contenidas en el proyecto de Presupuesto 2018 se advierte un notable esfuerzo por barnizar como exitosa una performance pobre, con proyecciones a futuro que tampoco son optimistas. Estos son los números:
Tomando como válidas estas discutibles proyecciones, luego de tres años de gobierno de Macri la economía habrá crecido a una tasa promedio anual de 1,4%. Resultado muy magro.
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La tasa de crecimiento promedio anual del PIB durante el período 2003-2015 fue en cambio de 4,3%, número que triplica el proyectado trienio amarillo, pero a lo largo de tres mandatos consecutivos.
Del mismo modo, en ese largo período de más de una década el PBI per cápita 2 creció como pocas veces en la historia nacional: desde u$s7.669 en 2000 a u$s 13.467 en 2015.
Por otra parte el gobierno cifra notables expectativas en la inversión como traccionador preponderante del crecimiento. En efecto, se espera que la tasa de inversión triplique el crecimiento promedio de la economía, ya que se habla de un aumento de esa variable en el cierre de 2017 de 10%, proyectando un optimista 12% en 2018.
Sin embargo en 2016, año de apertura comercial y financiera y “salida del default” (versión macrista del pago a los fondos buitres), la inversión directa de no residentes alcanzó u$s 2.522 millones, mientras que el proyectado para el corriente año es de u$s 2.750 millones. En el ciclo más adverso del sector externo en el gobierno anterior -el lapso 2012-2015- que obligó a las regulaciones cambiarias y de administración de comercio, la inversión directa de no residentes alcanzó un promedio anual de u$s 2.2290 millones. Como se ve, los números no auguran tanto entusiasmo.
A eso debemos agregar el escaso crecimiento de la demanda externa (la evolución de las exportaciones se prevé para 2017 con un aumento de 1,8% y 5,6% para 2018) y la retracción del sector público (se pronostica un aumento de apenas 1,3% para 2018).
Todo indica que el gobierno nacional intenta -presentando un explosivo aumento de la inversión para 2018 (12%) que le permita calcular una tasa de crecimiento económico aceptable (3,5%)-encubrir una fuerte desaceleración del consumo público (1,3%).
Otro elemento por considerar es el comportamiento del sector externo previsto. El gobierno pronostica funcionar con una balanza comercial deficitaria creciente, cerrando 2017 con u$s 4.500 millones de saldo comercial negativo, 2018 con u$s 5.600 millones y una cifra superior para el trienio 2019-2021 en torno a los u$s 7.000 millones. Este comportamiento implica que el giro ordinario de divisas de la Argentina va a ser negativo en forma incremental durante el último lustro, pues al déficit del intercambio con el mundo deben agregarse las salidas ordinarias por giro de utilidades y dividendos de las empresas extranjeras y el pago de intereses por los créditos contraídos. El macrismo admite entonces que su modelo de expansión de la economía se desenvolverá con una necesidad creciente y constante de ahorro externo, que ingresará por la cuenta capital bajo la forma de deuda y/o inversión.
Ahora bien, si analizamos el origen y las aplicaciones de los capitales ingresados desde el inicio del gobierno, el rubro más relevante son las operaciones de crédito. Las operaciones de crédito netas, de cancelaciones, alcanzaron u$s 34.579 millones en 2016 y u$s24.733 en los primeros 7 meses de 2017, representando el 70,5% del ingreso de capitales del año pasado y el 72,3% del corriente. Como contracara, la inversión directa y de portafolio alcanzó los u$s 4.061 millones en 2016 y los u$s 5.989 en los primeros 7 meses de 2017, representando el 8,3% del ingreso de capitales del año anterior y el 17,5% en lo que va de este.
Vale recordar que, durante el gobierno anterior, para superar el impacto de la crisis financierainternacional de 2008 que provocó una fuerte caída del PIB en 2009, se necesitó una masa crítica de u$s 12.000 millones, provenientes u$s 5.500 millones de organismos multilaterales de crédito y u$s 6.500 millones de reservas internacionales excedentes del BCRA, alcanzando una tasa de crecimiento promedio anual en el bienio 2010-2011 de 8%. Como contraparte, con un ingreso bruto de capitales de u$s 83.000 millones, el crecimiento promedio que estima alcanzar el gobierno en sus dos primeros años arroja un promedio anual de 0,7%.Es evidente que la palanca financiera no está rindiendo sus frutos.
Los números referidos evidencian que el desequilibrio corriente del sector externo no es compensado por ingreso de capitales destinados a la inversión y sólo se puede sostener mientras fluyan cantidades ingentes de fondos provenientes de operaciones de deuda.