La Reserva Federal de los EE.UU. baja la tasa de interés y el Banco Central de la Argentina la sube

La política monetaria argentina, a diferencia de la estadounidense, apunta a sostener la renta financiera.

03 de agosto, 2019 | 22.16

El miércoles pasado, el directorio de la Reserva Federal de los Estados Unidos anunció un recorte de 25 puntos básicos en la tasa de interés de los Fondos Federales, tasa de referencia de la política monetaria y crediticia de ese país, ubicándola en un rango del 2% al 2,25%. Completó esta medida con un freno a la colocación en el mercado de títulos valores rescatados en la crisis del 2008, como modo de asegurar mayor liquidez.

Estas dos medidas, complementarias entre sí, aseguran una política monetaria expansiva. El objetivo es apuntalar el crecimiento de la economía estadounidense y sostener el nivel de pleno empleo alcanzado. 

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Estas decisiones repercutieron en la Argentina provocando algarabía, al imaginar que la mayor liquidez de la principal economía del mundo, derivada de un menor rendimiento financiero, aumentaría el flujo de capitales hacia nuestro país. Atraídos por las altas tasas de interés domésticas, facilitarían al Banco Central el sostenimiento por esa vía de la cotización del dólar, constantemente tensionada por los enormes desequilibrios que la política económica de Cambiemos ha provocado. En efecto, desequilibrios externo y fiscal combinados con abultado endeudamiento han llevado a la agencia Bloomberg a calificar a la economía argentina como la más vulnerable del mundo.

Los indicadores económicos de Estados Unidos revelan una fortaleza singular cuando se los coloca en perspectiva histórica. En principio, muestran nueve años de crecimiento económico consecutivos. El primer trimestre del 2019 arrojó un índice de suba interanual del PBI del 3,1%. Como correlato, la tasa de desempleo a febrero de este año fue del 3,8%, cayendo al nivel más bajo de los últimos 50 años, adicionado a una suba del salario promedio del 2,8% interanual contra una inflación minorista del 2,7%.

En el marco de la guerra comercial que el país norteamericano sostiene con China, la segunda economía del mundo, la política de la Reserva Federal consiste en apuntalar este despliegue, objetivo que ha caracterizado a esta institución a lo largo del tiempo, con más fuerza luego de la grave crisis del 2008. La misma cumple un doble propósito: facilitar el desendeudamiento de empresas y familias al tener una tasa de interés negativa respecto al índice de precios y, a la vez, en la coyuntura de la disputa comercial, debilitar levemente el valor del dólar para dar respuesta a la carrera devaluacionista, conocida como "guerra de monedas".

Ahora bien, la reflexión central indica que en una economía con crecimiento sostenido, bajo desempleo y con sus mercados protegidos del escenario global, la Reserva Federal potencia ese accionar mediante una baja de la tasa de interés y una política monetaria laxa.

En la Argentina ocurre exactamente lo inverso: el entusiasmo de las autoridades y de los agentes económicos por las decisiones adoptadas en los Estados Unidos deriva de que se liberan más fondos para la especulación financiera en el mercado local.

El Banco Central consolida una tasa de referencia de la política monetaria para los títulos que emite (LeLiq) superior al 60%, y pierde reservas internacionales a un promedio diario de U$S 85 millones para sostener estable el valor del tipo de cambio y asegurar que el rendimiento financiero supere a la tasa de devaluación. Esta meta fue alcanzada en los meses previos pero, en julio, la dolarización de carteras en pesos impidió lograrlo: la tasa promedio de depósitos a plazo fijo (3,9%) fue inferior a la suba del dólar mayorista (4,1%).

La política monetaria argentina, a diferencia de la estadounidense, apunta a sostener la renta financiera en tanto la economía real se desploma. Argentina parece cooptada por una banda de especuladores financieros ajenos a la producción y el consumo.