Con la llegada del verano y las altas temperaturas, los ríos y lagunas de Argentina se convierten en el escenario ideal para que miles de personas busquen alivio al calor. Este período también trae consigo un fenómeno recurrente que combina alerta y misterio: los ataques de palometas, como sucedió recientemente en Paraná, cerca de Rosario, que terminó con más de 30 personas heridas.
Este pez, que comparte grupo con las temidas pirañas, es un habitante común de grandes afluentes a lo largo y ancho del país. Sin embargo, su actividad durante los meses de verano puede convertir un día de descanso en un susto inolvidable ya que a determinada temperatura del agua, tienden a tener conductas más agresivas.
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El aumento de las temperaturas en Argentina ha influido notablemente en el comportamiento de las pirañas, especialmente en la subfamilia Serrasalminae, comúnmente conocidas como palometas. Durante las olas de calor, se han registrado ataques a bañistas en ríos y lagunas, atribuidos a cambios en su metabolismo y patrones de conducta.
En los últimos días, un nuevo episodio de ataques tuvo lugar en las costas del río Paraná, cerca de Rosario, donde decenas de personas reportaron mordeduras mientras disfrutaban del agua. Aunque las lesiones son, en su mayoría, superficiales, el dolor y el sangrado que provocan generan pánico inmediato entre quienes se encuentran en las cercanías. Este tipo de eventos no son nuevos en la región y tiene antecedentes que datan de décadas atrás, siendo el más recordado el de diciembre de 2013, cuando más de 70 personas resultaron heridas en una tarde de calor y pánico.
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El Dr. Pablo Scarabotti, investigador del Instituto Nacional de Limnología (INALI-CONICET), explica que en nuestro país existen tres especies principales de palometas: Serrasalmus maculatus, Serrasalmus marginatus y Pygocentrus nattereri. La primera, conocida también como palometa común, es la más abundante en lagunas, mientras que las otras dos suelen dominar en áreas de río o tras grandes crecientes. “La especie Pygocentrus nattereri, o palometa pacú, es la de mayor tamaño y aparece más en el norte del país. Durante los veranos o luego de crecientes significativas, su presencia puede incrementarse en regiones más al sur debido a la migración y reproducción”, detalla Scarabotti.
Los ataques, más comunes en verano
El aumento de la temperatura del agua es el principal detonante de la agresividad de las palometas. A medida que el calor acelera sus procesos metabólicos, estas especies incrementan su actividad, incluyendo la búsqueda de alimento. “Son más activas en aguas con temperaturas superiores a los 22°C, y su demanda alimenticia crece, lo que también aumenta la probabilidad de ataques a bañistas”, señala Scarabotti.
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Estas mordeduras, que pueden ir desde pequeños cortes hasta lesiones más serias, se producen por la voracidad de estos peces, que normalmente se alimentan de escamas, aletas y pequeños trozos de carne de otros peces. La coincidencia entre el pico de actividad de las palometas y el aumento de bañistas en los ríos y lagunas genera una serie de factores que eleva la frecuencia de estos incidentes.
“Toda ciudad grande con salida al río, como Paraná, Rosario, Victoria e incluso Coronda... Todas las ciudades grandes que tienen mucha afluencia de bañistas y playas que dan al río Paraná tienen chances de registrar ataques de palometas” comenta el especialista.
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Según el investigador, una forma de identificar la presencia de estos peces es colocando redes en el agua. Si las redes capturan palometas atacando a otros peces, es recomendable evitar esas áreas. Además, alerta que “hay un nivel crítico de temperatura que parece activar la agresividad de estas especies, y es en ese momento cuando se producen los ataques”.
Qué hacer frente a una mordedura
En caso de sufrir una mordedura, es fundamental salir del agua de inmediato, limpiar la herida con agua limpia para evitar infecciones y acudir a un centro médico si la lesión es profunda. El especialista aclara que las palometas no representan un peligro letal para los humanos, ya que no buscan atacarlos como parte de su alimentación, las palometas reaccionan de forma defensiva, mordiendo cualquier objeto o ser vivo que consideren una amenaza.
Para minimizar riesgos, el investigador del CONICET sugiere que los guardavidas actúen rápidamente tras los primeros incidentes. “Es fundamental clausurar temporalmente las playas afectadas o implementar sistemas de protección, como redes que impidan el acceso de las palometas a las zonas de baño”.