No, no son los montes de Marte: son montañas cubiertas de nieve naranja. Los esquiadores de todo Europa del Este vivieron una experiencia de otro mundo al moverse entre lomadas de polvo anaranjado que parecían sacadas de una película de ciencia ficción. La explicación puede sonar curiosa, pero al menos no tiene que ver con la vida extraterrestre.
El fenómeno tuvo origen en una tormenta en el desierto del Sahara, que con el viento transportó la arena por miles de kilómetros hasta las montañas de Ucrania, Rusia, Bulgaria y Rumanía, que quedaron cubiertas del peculiar color sobre la nieve blanca.
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Si bien resulta una vista extraña, meteorólogos aseguraron que no es infrecuente: de hecho, sucede una vez cada cinco años, aunque en esta ocasión fue particularmente intensa. La arena logró transportarse hasta allí gracias a que llegó hasta las capas más altas de la atmósfera, junto con polvo y polen, y luego cayó sobre la nieve.
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