El Hotel Edén, que durante su época de esplendor fue el búnker de descanso de la clase más acomodada de Argentina, ahora es una edificio abandonado en medio de un bosque en las sierras cordobesas, en la ciudad de La Falda. Allí pasaron sus días los nombres más rancios de la aristocracia, además de presidentes (Julio Roca, Agustín P. Justo y Roberto Ortiz), los príncipes de Gales y de Saboya, Albert Einstein y Rubén Darío.
Pero la polémica en torno a su figura tuvo que ver con la segunda Guerra Mundial, ya que un documento desclasificado de la Oficina Federal de Investigaciones norteamericana (FBI) reveló años atrás que sus dueños, los alemanes Ida y Walter Eichhorn, fueron importantes contribuyentes económicos para el ascenso de Adolf Hitler y el advenimiento del nazismo en Alemania.
El escrito confirmó que la familia fue "entusiasta partidaria del partido nazi", amiga de Hitler y que colocaron en una cuenta bancaria unos 30 mil marcos a disposición de Goebbels. Incluso, fueron quienes formaron parte de los planes para la planificación de una huida desesperada en las horas previas a su caída en Berlín.
Las relaciones entre Hitler y los Eichhorn se hicieron públicas entre los ciudadanos de La Falda, quienes sabían que la amistad había empezado con los primeros viajes a Europa y que los dueños del Edén habían apostado desde el principio al triunfo del nazi cuando aún era un cabo.
Ida y Walter organizaban colectas en Argentina, recaudaban fondos y enviaban el dinero al Partido Nacionalsocialista en Alemania. Fue eso lo que ayudó a Hitler a continuar la profundización de sus campañas, además de servir para la compra de un avión y un auto privados para el Tercer Reich.
Además, se supo que por las noches en el hostel funcionaba una radio que pasaba mensajes cifrados a Berlín.
Con el fin de la Alemania Nazi en el 45 la propiedad, que era patrimonio nazi, fue expropiado a los Eichhorn y convertido en una cárcel. Ahí fueron alojados diplomáticos japoneses y sus familias (aliado de Alemania durante la guerra), y más tarde parte de la tripulación del Graf Spee, el acorazado que había sido hundido en el Río de la Plata en 1939.
Se presume que Adolf Eichmann y Josef Schwammberger pasaron por el hotel y que para el final de la guerra unos 1.200 alemanes llegaron a La Falda impulsados por la relación que existía entre Hitler y los Eichhorn. El enigma todavía existe inexpugnable tras sus muros.