El pasado 13 de diciembre los Movimientos Populares junto a dirigentes de la Unión Industrial Argentina (UIA), mutualistas, cooperativistas de distintas actividades y gremios de la CGT y la CTA, reunidos en la Sede de la Conferencia Episcopal Argentina, presentamos un diagnóstico sobre la realidad del sector productivo y del mundo del trabajo con propuestas para abordar la dura situación que vivimos en la Argentina, que se denominó "Mesa de Diálogo por el Trabajo y la Vida Digna".
A quienes formamos parte de organizaciones de base social, muchas veces, se nos estigmatiza y se trata de deslegitimar nuestra tarea tratándonos de agitadores de una supuesta desestabilización, esquivos al diálogo institucional o directamente de anti democráticos.
Sin embargo, nuestra realidad es bien distinta. Los sectores más humildes necesitamos un país estable con políticas de Estado a largo plazo para superar las crisis cada vez más recurrentes, porque siempre han sido los pobres quienes más las sufren. Así fue en el 89' y también en el 2001. Son los especuladores, los que viven de la timba financiera los que apuestan a las crisis y a quienes les conviene las instituciones débiles e inestables. Por eso, necesitamos construir un Estado sólido, un país estable y una Patria igualitaria, sin tanta injusticia y desigualdad.
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Reivindicamos el diálogo con los distintos sectores de la vida institucional, sean los poderes del Estado o los sectores del mundo del trabajo, la industria y la producción, cualquiera sea su pertenencia política o ideológica, porque el fundamento de esta democracia, que tanto nos costó conseguir, debe ser el debate y el consenso con todos los actores que quieren el bien de la Argentina. Las propuestas fundamentalistas no deben tener lugar en las fuerzas populares porque esos son los instrumentos de los señores de la guerra que globalmente están destruyendo el trabajo, la industria y la estabilidad.
No somos parte de propuestas mesiánicas que apuestan a la violencia y al caos. Queremos Paz con justicia social. Reivindicamos la democracia, respetamos la voluntad popular y a todas las expresiones políticas partidarias. Aun cuando no se ha logrado que los sectores más humildes tengan representación plena y acceso a todos los derechos. Por eso, hemos recorrido un camino de unidad con todos los Movimientos Populares que se ha plasmado en propuestas concretas para los trabajadores y trabajadoras de la Economía Popular. Así logramos que el Congreso Nacional apruebe la Ley de Emergencia Social y la ley de Urbanización de Barrios Populares. Y seguimos luchando para que se debatan en el parlamento las leyes de Emergencia Alimentaria, Infraestructura Social, Agricultura Familiar y Emergencia en Adicciones.
Durante estos años de recorrido democrático ha quedado claro que la pobreza no se resuelve solo con crecimiento o mejorando la variable de ingresos. Hemos tenido crecimiento económico en distintos gobiernos y hemos invertido hasta 7% de PBI en políticas sociales, pero los índices de pobreza e indigencia están en un nivel cada vez más alto.
La Economía Popular se abrió paso dentro del descarte social que produce la globalización, la flexibilización laboral, los sucesivos ajustes y las políticas económicas erróneas de las diferentes gestiones. Creando nuevos trabajos, primero como supervivencia y luego apuntando al “buen vivir”, organizándose en un sindicato de nuevo tipo y construyendo una identidad como trabajadores y trabajadoras que luchan por sus derechos básicos. Y por el acceso universal a tierra, techo y trabajo para todos y todas quienes habiten nuestra Patria.
Nuestras organizaciones han estado, están y estarán en todos los barrios enfrentando la desintegración social y la violencia que genera el delito con un trabajo de base que ha sido fundamental como marco de articulación comunitaria en momentos de crisis económica profunda como el que vivimos, junto a clubes de barrio, sociedades de fomento, la Iglesia Católica y otras iglesias.
Nuestras iniciativas legislativas, así como las propuestas de la "Mesa de Diálogo por el trabajo y la Vida Digna”, son un aporte para la articulación de un proyecto de país a mediano y largo plazo. Quienes peor la pasan necesitan soluciones concretas a los graves problemas que padecen hace años. Tenemos que ser capaces de generar la unidad necesaria para que un proyecto de justicia social y verdadera soberanía económica se consolide en el tiempo.
En definitiva, tener un país estable, fortaleciendo el diálogo y aportando a defender la democracia con justicia social es pensar la Unidad Nacional. El gobierno de Macri ya no puede lograrlo.
Este 2019 tenemos una gran oportunidad, sin proscripciones ni exclusiones, tampoco creyendo que todo pasado fue mejor, ni que nuevas generaciones que vienen a redimir la política con una verba ahistórica son la solución mágica.
Es tiempo que nos despojemos de los prejuicios y comprendamos que finanzas, industria, trabajo, producción, campo, sindicatos, Movimientos Populares, feminismos construyamos una salida a la crisis sin condenar a los humildes al olvido.
*Gildo Onorato es Secretario de políticas sociales del Movimiento Evita y dirigente de la CTEP.