El papa Francisco agilizó el trámite para la nulidad del matrimonio

08 de septiembre, 2015 | 07.47
El Papa anunció este martes una simplificación en los trámites para reconocer la nulidad del matrimonio, una reforma vista con recelo por algunos conservadores que temen que se trate de la introducción de un divorcio católico disfrazado.

Dos "motu propio" (cartas papales), una para la Iglesia romana y otra para las Iglesias orientales dependientes de Roma -, fueron presentadas esta mañana, a las 7 hora argentina.

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A mediados de 2014, Francisco formó una comisión encargada de trabajar sobre esta reforma, salvaguardando el principio de indisolubilidad del sacramento del matrimonio. Reconocer la nulidad del matrimonio equivale a decir que debido a un defecto desde el principio, el sacramento nunca tuvo lugar. Esto permite a los antiguos esposos casarse de nuevo religiosamente.


nulidad del matrimonio

La reforma simplifica el procedimiento hasta ahora oneroso y complejo, poco accesible a personas que no conocen bien el funcionamiento de la justicia eclesiástica o no tienen los recursos suficientes. Además, será gratuito.

Varias celebridades obtuvieron la nulidad de su matrimonio, como la princesa Carolina de Mónaco con Philippe Junot en 1992, levantando críticas de que el procedimiento no era democrático.

En enero, el pontífice argentino admitió que los trámites eran "considerados a menudo largos y fatigosos". En varias ocasiones, abogó porque fueran gratuitos.

Por otro lado, la falta de fe de los esposos podría ser considerada más a menudo como un motivo de nulidad, teniendo en cuenta que las parejas a veces pasan por la Iglesia bajo la presión social. Aunque sea concedida más fácilmente, la nulidad del matrimonio no pone en entredicho la indisolubilidad del matrimonio católico, según los partidarios de la reforma.

Estos últimos consideran que, al contrario, el matrimonio, contraído sobre bases claramente definidas, se reforzará puesto que los esposos deberán prepararse debidamente y ser conscientes de a qué se comprometen. Pero algunos conservadores creen que la reforma equivale a un divorcio católico contrario al dogma. La Iglesia rechaza el divorcio y considera que unas segundas nupcias por lo civil suponen una infidelidad hacia el verdadero cónyuge.