La cuarentena no se elige: los países que quisieron evitarla terminaron sumando miles de muertos y sus economía cayeron de todas maneras. Estados Unidos, que cosechó 50 mil fallecidos y 26 millones de nuevos desempleados en cinco semanas, es el mejor ejemplo de que no hay otro camino.
Alberto hizo lo correcto y lo hizo bien. Argentina es puesta como ejemplo en prestigiosos medios internacionales. Pero los riesgos son enormes. Uno de ellos es que, en medio de la pobreza fruto del parate económico, se dispare el precio de los alimentos o, peor aún, que haya desabastecimiento, con sus graves consecuencias sociales y políticas. En Argentina ese problema ya comenzó.
Arcor, Unilever, Molinos Río de La Plata y otras empresas de primer nivel redujeron sus entregas drásticamente. “Le hice un pedido de 10 millones de pesos a Arcor y me entregó 200 mil pesos”, señaló una cadena de supermercados a El Destape. “Le compré 200 mil cajas de harina y 50 mil de aceite a Molinos Cañuelas y me dijeron que no me pueden mandar nada”, relató uno de los mayoristas más grandes del país y agregó: “Ya perdí el 25 por ciento de mi stock: vendo y no puedo reponer porque no me entregan, jamás me ocurrió algo así”.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Las fábricas de alimentos aseguran que sus costos no dejan de subir y que si venden con los precios máximos que sostiene el Gobierno se funden. Estas compañías, oligopólicas y en algún caso monopólicas, ganaron fortunas durante décadas, pero desde 2016, con la llegada de Macri al poder, los tarifazos minaron su rentabilidad. Arcor perdió dinero en 2018 y 2019 por primera vez en su historia. Sus reclamos de hoy tienen sustento. Sus insumos subieron entre un 60 y un 200 por ciento en el últimos mes.
Un consultor del mercado detalló a este medio que “la papa subió un 50 por ciento, los garbanzos y arvejas, un 60 por ciento y la zanahoria, un 200 por ciento”. Las latas para envasar estos productos las vende Siderar a precio dólar contado con liquidación: 120 pesos. Lo mismo ocurre con el plástico PET que se utiliza para hacer botellas de agua y gaseosas.
Los precios de los insumos se dispararon por varias razones: el Estado realizó compras enormes; Rusia, Italia y China hicieron grandes compras en el mercado local y los proveedores tienen posición dominante en el mercado. Ahora, los productores se pararon sobre lo que les queda a esperar devaluación.
El Ministerio de Desarrollo Productivo tiene una cola de pedidos de aumentos de precios. Una alta fuente del ministerio confesó a El Destape: “No queremos abrir el grifo porque van a pretender subir todo de golpe. Estamos trabajando sobre los insumos, esta semana conseguimos frenar la suba del trigo”. El tema es que la situación actual es extraordinaria y el gobierno corre contra reloj: el pico de la pandemia está cerca, la gente está cansada de estar encerrada y con poca plata. Si hay desabastecimiento, habrá corridas de precios: como con el dólar, pero con el aceite y la harina.
El Gobierno tendrá que decidirse pronto entre dejar deslizar algunos precios o comenzar una guerra con los proveedores de insumos para que bajen los precios, una batalla difícil de librar en medio de la pandemia. La situación, acá y en el mundo, es grave: no hay decisiones que no atañen riesgos. El problema es que si el gobierno permite que suban los precios tendrá que elevar los montos que le entrega a la población en términos de salarios, Ingreso Familiar de Emergencia y créditos para monotributistas.
El apoyo estatal a los trabajadores no alcanza
El Estado pagará el 50 por ciento de los salarios al 50 por ciento de los trabajadores. El viernes mandaron a liquidar 1.627.000 salarios de 159.000 empresas. Y es sólo la primera tanda. Así, el Estado gastará dos puntos del PBI por mes. De hecho se espera que el mes próximo sean más las empresas que lo requieran. Pero de todas maneras no es suficiente.
El Estado paga la mitad del salario a las empresas que demuestren que facturaron menos que el mismo mes de 2019. Pero con una inflación anual del 60 por ciento, muchas que elevaron sus cifras en un 10 por ciento perdieron la mitad de su facturación real. Y algo peor: la mayoría de las que aún factura algo no lo cobra. La cadena de pagos está cortada: algunos no pagan porque no pueden y otros porque piensan que todo irá peor y se cubren. Muchos retiraron su dinero de las cuentas corrientes para no cubrir los cheques. Es decir que la mitad de las empresas –las que no tienen apoyo estatal- difícilmente pague. Por otro lado, el apoyo estatal es del 50 por ciento de salarios de hasta 66 mil pesos: 33 mil. Muy poco dinero para una familia de clase media. Una situación similar se da con los monotributistas, que aunque facturen no cobran. Si el gobierno, para evitar el desabastecimiento, permite subir precios, estos recursos resultaran aún más escasos.
Para que el Estado ponga más plata en el bolsillo de los argentinos tiene que emitir más. No es momento de temerle a una híper inflación: toda la emisión va a parar a manos de veinte empresas alimenticias y cinco cadenas de supermercados. El resto de los precios está cayendo. En los últimos diez días la venta de alimentos comenzó a bajar: la plata no alcanza. Aún así, con menores ventas, asoma el desabastecimiento.
Default y dólar
En el mercado se estima que habrá acuerdo con los acreedores. Pero todavía queda mucha agua por correr. Esa incertidumbre le pone picante a la Citi. Esta semana el dólar paralelo y el Contado con Liquidación tocaron los 120 pesos. “Es un mercado especulativo en medio de una pandemia y una negociación de deuda con peligro de default, es imposible que no haya ruido”, explicó una alta fuente del Banco Central a este medio. Mientras tanto, estos movimientos presionan sobre los precios.
El debate en el gabinete
En la reunión de Gabinete de esta semana el ministro de Economía Martín Guzmán señaló: “Los instrumentos con los que contamos para lidiar con un mes de cuarentena casi estricta no son instrumentos con los que vayamos a contar por mucho tiempo”. Con lo parco que es todos entendieron que su planteo es de gravedad. Un ministro lo calificó de "pronóstico sombrío”.
En la misma reunión, otro ministro opinó: “El poder está en manos de los infectólogos, llamemos a expertos en logística que nos ayuden a ir abriendo la economía minimizando el riesgo”. Otro señaló: “Necesitábamos ganar tiempo para preparar la infraestructura hospitalaria y ya lo hicimos, ahora sería mejor que la gente se vaya contagiando de a poco. La vacuna no va a llegar por un tiempo, lo que hay que hacer es administrar el contagio y cuidar a la población de riesgo”. La reunión terminó con la conclusión de Wado de Pedro: “Estamos mejor que la mayoría de los países del mundo y la población apoya nuestra política. Hay que seguir en cuarentena con pocos cambios, por ahora”.
El riesgo Brasil, el candidato Moro y el Mercosur
La salida del ministro de Justicia Sergio Moro del gabinete brasileño es una mala noticia: la derecha carioca prepara un candidato de derecha para reemplazar a Jair Bolsonaro con elecciones o sin ellas. Moro, tan o más de derecha que el actual mandatario, mantiene un alto predicamento en la opinión pública por su supuesta epopeya contra la corrupción y es más digerible para el mundo que el mamarracho actual.
Alberto espera con ansias que vuelva el partido de los Trabajadores al gobierno para poder avanzar en reformas progresistas en la región. Un Brasil con Moro es mayor flexibilización laboral, competencia desleal con inversores y la licuación del Mercosur.
Ayer los medios argentinos culparon a la cancillería argentina de una supuesta ruptura del acuerdo regional. No es cierto. Lo que ocurrió es que Argentina no aceptó avanzar en acuerdos internacionales en medio de la pandemia. Una alta fuente de Cancillería le explicó a El Destape “Brasil ya le vendió dos veces a Estados Unidos sin cobrarle el arancel externo. Quiere avanzar a sobre cerrado con el acuerdo con la Unión europea y ahora planteó acuerdos con Singapur, Corea y Canadá en medio de la pandemia. Nosotros nos levantamos de esa mesa. Pero no nos fuimos del Mercosur; al contrario, los invitamos a trabajar en los puntos en que estamos de acuerdo”. Y agregó “ el Mercosur es integración, no una plataforma para hacer negocios más grandes para Brasil”. En Argentina los medios se pusieron del lado Bolsonaro de la vida.
Ahora sí que Alberto tiene los medios en contra
La gente está en la casa mirando televisión. Pero ya no mira mayoritariamente a C5N y es lógico: el canal dejó de ser el único opositor a Macri y hoy es oficialista. América 24 y TN ya le ganan en varias franjas y comienza a crecer La Nación Más. Estos canales, que en los primeros meses de Gobierno solo le pegaban a Cristina y salvaban a Alberto, hoy le pegan a todos. Los empresarios argentinos no quieren negociar con un `presidente con un 80 por ciento de imagen positiva: prefieren bajarla antes de sentarse. En medio de la pandemia y con cada vez más argentinos sumidos en la pobreza, aún con un presidente al que últimamente le salen todas, un ataque constante de los medios es un obstáculo importante en la búsqueda de un proyecto económico post coronavirus.