Bolivia: La imposibilidad de una isla

17 de mayo, 2015 | 16.27

El gobierno de Bolivia está optimista. La semana pasada, el presidente Evo Morales definió de demoledora a la defensa de su equipo jurídico ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), en la que Bolivia se opuso a la objeción planteada por Chile sobre la incompetencia de la Corte para tratar la apertura de negociaciones por una salida soberana al mar. Sin embargo, el gobierno boliviano deberá calmar las expectativas y esperar el dictamen de la CIJ que se conocerá recién en el último trimestre de este año.

Cuando en 2011 el presidente de Bolivia anunció que acudiría a La Haya para exigirle a Chile que abra una puerta a las negociaciones sobre el diferendo marítimo, que lleva más de un siglo embarrando las relaciones entre ambos países, la pregunta que surgió fue por qué ahora. ¿Es que la energía política destinada a la demanda marítima responde sólo una voluntad de reparación histórica -simbólica y cultural- por parte del gobierno de Evo Morales o es efecto del crecimiento económico de Bolivia que exige ampliar las fronteras a nuevos mercados? La respuesta es: ambas. Sin embargo, el aspecto económico de una salida al Pacífico para Bolivia resulta, por momentos, menos analizado.

En América Latina sólo dos países son como islas sin mar. La historia de la conformación de sus Estados, la definición de sus límites y fronteras, habilita a sólo uno de ellos la posibilidad de revertir la situación y así lo está haciendo.

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Sabemos que el problema del encierro territorial trae aparejado trabas comerciales que pueden resultar asfixiante en países en desarrollo. Se estima que los costos de transporte del comercio suelen ser al menos un 15 por ciento más altos que los países con litoral.

No es casual que Paraguay y Bolivia hayan encabezado durante años las listas de los países más pobres de Suramérica. Según la CEPAL, en 2002, Bolivia ocupaba el primer lugar con un 62,4 por ciento de su población en situación de pobreza, mientras Paraguay le pisaba los talones con el 61 por ciento. Sin embargo, diez años después Bolivia redujo su índice de pobreza en 24 puntos y lo llevó al 38 por ciento, mientras Paraguay sigue con la mitad de su población en estas condiciones con el 49,6 por ciento. Es decir, en un mismo período, Bolivia logró duplicar los logros socioeconómicos de Paraguay.

Entonces ¿Es posible amansar los efectos negativos de una condición desfavorable mediante una buena gestión económica? La respuesta queda en evidencia. En Bolivia los números cierran con la gente adentro. Según los datos oficiales publicados por el Instituto Nacional de Estadísticas de ese país, en 2009, el total de sus exportaciones era 5.486.000 dólares, en 2013 alcanzó los 12.327.000 dólares. Las reservas internacionales netas en dólares también se incrementaron pasando de 9.900.000 en 2009 a 15.880.000 en 2013, casi un 50 por ciento del producto interno bruto (PIB) del país. Así, en 2014 y por segunda vez consecutiva, Bolivia se posicionó como el país con el mayor crecimiento del PIB de América del Sur con 5,4 por ciento.

Las desventajas económicas que trajo para Bolivia la pérdida de su territorio costero, que desde su independencia hasta la guerra del Pacífico pertenecieron al departamento Litoral de este país, están vinculados, por un lado, a la pérdida de recursos naturales como los marítimos y el salitre pero también de minerales como la plata que en la mina de Caracoles supo generar hasta un 30 por ciento más de riqueza que el Cerro Rico de Potosí, o el cobre que a Chile le permitió recibir 346.216 millones de dólares por su exportación entre 2003 y 2013, según los datos de su Banco Central. También está el litio, recurso que ha mostrado un crecimiento del 7 por ciento en su demanda mundial anual con un precio que se pasó de los 1.760 de dólares por tonelada en 1999 a 6.000 dólares en 2008, según los datos provistos en el Libro del Mar, publicado por el gobierno de Bolivia en 2014.

Los beneficios en la extracción de recursos naturales son irrecuperables, pero sí existen otro tipo de reparos económicos y previsiones a futuro como la reducción de los costos en el movimiento de mercancías a fin de hacer más competitivas sus exportaciones así como la posibilidad de ampliar sus mercados hacia el Pacífico.

Actualmente Bolivia cuenta con un acuerdo de libre tránsito con Chile para facilitar su comercio exterior a través puertos chilenos como el de Arica y Antofagasta que, sin embargo, llegan a implicarle un gasto de examinación por contenedor de entre 125 y 800 dólares. Según el un informe del Banco Mundial de 2012, las exportaciones bolivianas por contenedor son 55,7 por ciento más caras que las exportaciones de Chile y 60 por ciento más costosas que las de Perú. Según información oficial de Bolivia, en la actualidad este país cuenta con los costos de transporte más altos de América del Sur, siendo 31 por ciento superior a la media continental.

La guerra del Pacífico le arrancó 400 kilómetros de costa a Bolivia, en una política de expansión de Chile tardía y violenta motivada por intereses económicos. Los diez años gestión del MAS en Bolivia han demostrado la capacidad de crecimiento económico a pesar de su encierro. Los guarismos favorables parecen darle la autoridad suficiente al gobierno de Evo Morales para avanzar con más fuerza en su reclamo ante la Corte Internacional de Justicia que, además de la reparación histórica, pelea por su derecho de comercializar sus recursos naturales a precios competitivos y ampliar su economía a nuevos mercados.