El 15 de septiembre de 2012, Sergio 'Maravilla' Martínez vapuleó a Julio César Chávez Jr en el ring del Thomas & Mac Center de Las Vegas. El mexicano llegaba como figura y se fue con una derrota que lo marcó para el resto de su carrera.
Siempre a la sombra de su padre, el gran campeón Julio César Chávez, el boxeador debió combatir durante toda la carrera contra los rivales y contra la imagen de su progenitor, la cual nunca logró alcanzar.
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Envuelto en un halo de dudas respecto de su nivel y el poder de su apellido, la pelea contra 'Maravilla' hundió al mexicano. Tardó más de un año en volver a pelear y lo hizo ante el modesto Brian Vera, al que derrotó con un dudoso fallo de los jueces.
La pelea tuvo una particularidad: días antes debió subirse el peso de combate de 168 a 173 libras porque el 'Hijo de la Leyenda' no conseguía bajar al nivel estipulado.
Ese resultado llevó a una revancha, donde ganó otra vez Chávez por decisión unánime. Envalentonado, el púgil quiso medirse con el potente polaco Andrzej Fonfara, pero pidió detener la pelea tras nueve asaltos en los que sólo pudo recibir golpes.
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Para recuperarse buscó dos peleas aceptables y consiguió respetar la lógica con victorias sobre Dominik Britsch y Marcos Reyes, ambas por decisión de los jurados. Entremedio de esos dos combates, el boxeador suspendió una pelea contra el monarca de peso supermedio del WBC, Badou Jack, aduciendo una lesión y recibió fuertes críticas de parte de su padre.
Otra vez cargado de valentía,"Junior" se le animó a Saúl 'Canelo' Álvarez y recibió una nueva paliza, aunque aguantó hasta el final de la pelea. La derrota no le importó mucho a Chávez, que festejó su papelón con mucho alcohol y prostitutas. Chávez padre, nuevamente decepcionado.