En más de 50 años de cultivo de plátanos en la isla española de La Palma, Antonio Brito Álvarez nunca había visto nada parecido a la devastación causada por el volcán Cumbre Vieja, que desde el domingo está expulsando roca fundida y ceniza.
"Todo esto es quemado, quemado del calor y el viento (...) Son plátanos completamente quemados", dijo Álvarez, de 65 años, mientras recogía fruta negra carbonizada de un árbol de su pequeña plantación en el corazón agrícola de Los Llanos de Aridane.
La fruta que se salvó del calor abrasador se ha estropeado debido a las finas partículas de polvo volcánico, que desmenuzan la piel del plátano, y lo dejan inservible para la venta.
"No se pueden llevar a los empaquetados", dijo.
Desde el domingo, muros de lava negra han ido avanzando lentamente hacia el oeste desde el lugar de la erupción, destruyendo casas, escuelas, iglesias y plantaciones, justo al final de la carretera de la granja de Álvarez.
A pesar de su cosecha arruinada, Álvarez, que dejó la escuela a los 13 años para trabajar en el campo, se considera uno de los afortunados: ni su plantación ni su casa han sido engullidas por la lava.
"Cuando empezó a quemar las casitas, y a tumbarlas (...) me he ausentado un poco y (...) lloraba", dijo. "Que se pare por favor, que se pare".
La Palma, una isla de unos 80.000 habitantes en el archipiélago canario cuyo sector turístico es mucho menor que el de las cercanas Tenerife o Gran Canaria, depende del cultivo del plátano para alrededor de la mitad de su producción económica.
El volcán ha puesto en riesgo alrededor del 15% de la producción anual de la isla, amenazando hasta 5.000 puestos de trabajo, según el sector.
"Ya se están produciendo pérdidas porque el plátano está en constante producción. Es una planta que requiere un riego bastante regular y un trabajo casi diario", dijo Sergio Cáceres, gerente de la asociación de productores de plátanos de Asprocan.
El terreno escarpado y abrupto de la isla no es apto para la automatización, por lo que los agricultores necesitan acceso diario para cuidar sus cultivos.
Las autoridades, que quieren mantener las carreteras despejadas para los vehículos de emergencia, han prohibido a los agricultores locales cosechar hasta el martes.
Si la lava sigue fluyendo hacia el mar, puede entrar en contacto con los canales de riego que alimentan a toda la región, advirtió Álvarez, y añadió que sería "un problema muy grave".
Con información de Reuters