Frenéticas negociaciones y reuniones para evitar una guerra en Ucrania

Desde hace semanas, líderes mundiales se reúnen o negocian casi todos los días para discutir cómo frenar una guerra que las potencias occidentales no paran de pronosticar. ¿Por qué se movilizó Rusia? ¿Qué reclama Estados Unidos y sus aliados europeos? ¿Cuál es la situación en Ucrania?

14 de febrero, 2022 | 17.28

Las giras de líderes europeos por Rusia y Ucrania, la reciente conversación entre el presidente estadounidense Joe Biden y su par ruso Vladimir Putin, y las advertencias de todos estos gobiernos mantienen al mundo en vilo por una posible guerra que, pese al creciente despliegue militar, por ahora se parece más a un juego de la gallina entre potencias nucleares

Hoy le tocó al canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, iniciar la misma procesión que hicieron sus pares europeos por Kiev y Moscú, las capitales de Ucrania y Rusia. El mensaje es siempre el mismo: apostar por la vía diplomática. Por eso, desde Washington, el Departamento de Estado reiteró que está trabajando "activamente para tratar de llegar a una solución diplomática", al mismo tiempo que trasladó su embajada de la capital al oeste, cerca de la frontera con Polonia, "por seguridad".

Sin embargo, en paralelo, se acumulan las amenazas y los gestos de ambos lados en dirección contraria. 

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El frente occidental

A las advertencias cotidianas del Pentágono, hoy se sumaron el primer ministro británico, Boris Johnson, y el G7. El primero declaró que "está bastante claro que Rusia está planeando una invasión" y que el mundo está "al borde de un precipicio", aunque luego lo matizó con una luz de esperanza: "Pero todavía hay tiempo para que el presidente Putin dé un paso atrás". Desde Francia, el gobierno coincidió y afirmó que "todos los elementos" están dispuestos para "una masiva ofensiva" rusa sobre Ucrania.

El principal reclamo de Estados Unidos y sus socios europeos es que Rusia repliegue las tropas que movilizó alrededor de la larga frontera que mantiene con Ucrania y también dentro de Bielorrusia, al borde del límite que este aliado de Moscú tiene con Ucrania. En total, se estima que existe 100.000 militares en la primera zona y unos 30.000 en la segunda.

El G7, el grupo de los países occidentales más desarrollados, también hizo un aporte a la escalada. Por un lado, prometió en un comunicado firmado por sus ministros de Finanzas "un mayor respaldo económico y financiero en Ucrania de una forma fuertemente coordinada y en un plazo muy breve" si el país es atacado y, por otro lado, lanzó una amenaza poco velada a Putin: una invasión activaría una serie de sanciones colectivas del bloque que "tendrán consecuencias masivas e inmediatas para la economía rusa".

Según recordó el G7, desde 2014, cuando las potencias occidentales impusieron otra serie de sanciones económicas y políticas por la anexión de la península ucraniana de Crimea, Rusia recibió paquetes de ayuda internacional por un valor superior a los 48.000 millones de dólares.

El frente ruso

Aunque ha desmentido una y otra vez que esté preparando una invasión sobre el este de Ucrania, Putin también ha lanzado su buena cuota de amenazas. Por ejemplo, le recordó a Europa el fuerte aumento que sufrieron este invierno los precios del gas, un vital recurso que proviene en gran medida de Rusia. Pero el mandatario ruso sabe que la mejor advertencia no necesita ser pronunciada: ni Estados Unidos ni las potencias europeas quieren entrar en un conflicto armado con una potencia nuclear como Rusia. 

Por eso, el gobierno ruso se concentra en defender su reclamo de seguridad nacional que originó la movilización de tropas, según el Kremlin: Moscú no aceptará que Ucrania se convierta en miembro de la OTAN, la alianza militar dirigida por las potencias occidentales que nació al principio de la Guerra Fría para contener la expansión del bloque soviético. 

Mapa de los países miembros de la OTAN en Europa

Desde la caída de la URSS, la OTAN fue expandiéndose por Europa del Este y los países bálticos, todos antiguos miembros del bloque soviético. Actualmente, solo tres países fronterizos con Rusia no se han unido

  • Finlandia: El año pasado se negoció su ingreso, junto con Suecia. El debate incluyó advertencias expresas de Rusia. Sin embargo, finalmente el país báltico no aceptó, aunque sí ha profundizado la cooperación con la alianza militar occidentales en los últimos tiempos, incluso permitiendo que tropas de la OTAN crucen a su territorio durante ejercicios militares.
  • Ucrania: Hasta 2014 pertenecía a la esfera de influencia de Rusia. En febrero de ese año un levantamiento popular -apoyado públicamente por Estados Unidos y la Unión Europea- obligó a renunciar al gobierno de Viktor Yanukovich. Un mes después, Moscú anexó Crimea -donde se encuentra una de sus principales bases navales- y dos meses después explotó una guerra interna con milicias separatistas pro rusas en la frontera que hoy vuelve en el centro de la atención mundial. 
  • Bielorrusia: Es el principal vecino aliado que le queda a Rusia en su frontera occidental desde que los gobiernos de Ucrania se acercaron a las potencias occidentales. El año pasado, una ola de protestas masivas contra lo que la oposición calificó como un fraude electoral para perpetuar a Alexander Lukashenko, en el poder desde 1994. Las manifestaciones fueron reprimidas con el apoyo del Ejército ruso, que aún sigue presente en el país. 

Hoy Putin se reunió con su canciller, Sergei Lavrov, y le preguntó: “¿Hay alguna posibilidad de llegar a un acuerdo sobre los asuntos clave que nos preocupan o sólo es un intento de hacernos perder tiempo con un proceso de negociación interminable?”. Lavrov le respondió: “Aunque (Estados Unidos y sus aliados) no atienden nuestras demandas esenciales en materia de seguridad y les advertimos que no estamos dispuestos a conversar indefinidamente sobre cuestiones que requieren solución hoy, como titular de la cancillería debo decir que siempre es posible llegar a algún acuerdo. Tengo la impresión de que nuestras posibilidades están lejos de agotarse… y sugiero que en esta etapa debemos seguir insistiendo, así como intensificar los contactos”. 

En el medio, Ucrania

Mientras Estados Unidos y Rusia intercambian amenazas y negocian, el gobierno ucraniano del presidente Volodimir Zelensky, heredero del levantamiento popular que cambió el rumbo político del país en 2014, ejercita un difícil equilibrio para aprovechar el momentum y presionar no solo por el ingreso a la OTAN, sino también a la Unión Europea, al mismo tiempo que pone paños fríos cuando la escalada parece irreversible. Después de todo, sabe que en el caso de una guerra, el campo de batalla será su país, no Europa central, Estados Unidos o Rusia. 

"Hoy, muchos periodistas y muchos mandatarios están insinuando ligeramente a Ucrania que es posible no correr riesgos, no plantear constantemente la cuestión del futuro ingreso en la alianza, porque estos riesgos están asociados a la reacción de la Federación Rusa", aseguró Zelensky en una conferencia de prensa con el canciller alemán Scholz y agregó: "Creo que debemos avanzar por el camino que hemos elegido".

Pero la apuesta del presidente ucraniano, aún si no termina en una invasión rusa y una guerra internacional inédita que incluya a varias potencias nucleares, sí podría desatar una nueva ofensiva en la otra guerra, la que sigue dividiendo y provocando muertos, heridos y desplazados desde 2014 en dos de sus provincias orientales, Donetsk y Lugansk. Hoy, un grupo de diputados rusos presentaron un proyecto de ley para que la Cancillería analice la posibilidad de anexar las dos repúblicas no reconocidas creadas por las milicias separatistas pro rusas hace casi ocho años.

Mientras en los últimos meses muchos comparan la situación actual con la invasión y anexión rusa de Crimea, menos recuerdan que ese mismo año -y luego de tomar ese territorio estratégico para la salida rusa al Mar Negro y el Mediterráneo con muy pocas consecuencias internacionales- Rusia rechazó el pedido de los separatistas ucranianos de unirse también a la potencia.